Un barranco a mitad de los años 70 en lo que ahora es la Ronda Collsalarca.

La formación del barrio de Ca n’Oriac

Realizamos un esbozo del origen de uno de los barrios más populosos de la ciudad formado por inmigrantes procedentes del sur de España en el contexto de las duras condiciones políticas y sociales del franquismo.

El barrio de Ca n’Oriac toma su nombre de la masía propiedad de la familia Boadella cuyos orígenes se remontan al siglo XI. Una estirpe que poseía Mas Boadella y Mas Boadella del Camí que acabaría llamándose de Ca n’Oriac. Según las investigaciones de Esteve Canyameres y Josep M. Masagué, la vinculación de los Oriac con Mas Boadella del Camí data de la segunda mitad del siglo XV a raíz del matrimonio entre Margarida Boadella-Rovira i Esglésies y Antic Oriac, segundón de la casa de los Oriac de Sentmenat, una de las más importantes de dicha población. El enlace los convirtió en unos de los más poderosos propietarios de la región. En el siglo XVI se verifica el cambio de nombre por Ca n’Oriac. En los siglos XVI y XVII los Oriac emprenden una notable expansión territorial mediante enlaces matrimoniales y la compra de tierras de sus vecinos como Mas Gelabert en Sant Julià d’Atura (1542) o Mas Llobet de Junqueras en la segunda década del XVII. La expansión finaliza en 1696 con la compra de las tierras y el molino del presbítero Baldiri Melcior.

A principios del siglo XIX, como muchos payeses catalanes, los Oriac se decantan por el cultivo de la viña. En 1845 la propiedad tenía una extensión de 210 hectáreas. Según una descripción de la época:

Se divide en un campo de secano, regadío, viña, bosque y yermo, y está situada en ella la casa de campo Oriach, antiguamente Boadella, señalada de número ocho y compuesta de tres cuerpos de planta baja y un piso, con su barrio frente a la misma y patio a sus lados, canales, pocilgas, pajares, bodegas, lagares, prensa y demás utensilios de uso agrícola y un estanque tras la misma de aguas pluviales”.

La plaga de la filoxera significó el golpe de gracia para la economía de la masía que ya por pasaban apuros económicos y que desde 1865 habían hipotecado el molino. En 1887, Joan Oriac i Barata, hipotecó la propiedad y nueve años más tarde la vendió a Joan Saus Fainé, el primer presidente de la Cruz Roja de Sabadell.

El nuevo propietario realizó importantes reformas y plantó nuevas viñas en la mayor parte de los terrenos con el propósito de producir vino y cava. Sin embargo, el proyecto fracasó y tuvo que hipotecar la finca. En 1924, para pagar las deudas, vendió dos terceras partes  de la propiedad a uno de sus acreedores, el comerciante de Barcelona, Anselm Rius i Fontanillas. En 1926, por sentencia judicial, le fue adjudicada al mismo comerciante lo que restaba de la finca por impago de las deudas.

La masía de Ca n'Oriac, en la década de 1920. Foto: Archivo UES
La masía de Ca n’Oriac, en la década de 1920. Foto: Archivo UES

El nuevo propietario emprendió, entre 1930 y 1936, la segregación y venta en parcelas de la finca. Muerto en el exilio en Francia en 1937, la propiedad pasó a su viuda Mercè Nuet i Doctor, que en 1942 continúa la parcelación y venta de la finca donde los inmigrantes empezaron construirse barracas y estadas. Ese mismo año se segrega el molino de Ca n’Oriac que la viuda vendió a Pere Ventura i Mimó. En 1944 se inscribe en el registro de la propiedad de Sabadell la segregación de un parcela de 4,6 ha que incluye la masía adquirido por Josep Batlle Batista. Entre 1950 y 1953 Isidre Solà i Girbau adquirió las parcelas de Pere Ventura y Josep Batlle. En 1969 de las 210 ha originales sólo quedaban 77 propiedad de los hermanos Anselm y Mercè de Rius i Nuet. El proceso de venta y urbanización continuó hasta la alienación del total de las tierras.

La masía de Ca n’Oriac y los terrenos adyacentes continuaron siendo propiedad de Isidre Solà i Girbau y posteriormente de su hijo Isidre Solà Fernández hasta que, en febrero de 1999, mediante un convenio, pasaron a ser propiedad municipal.  En la zona donde se construyó el barrio existían otras masías como Can Collsalarca, Can Olivé y la Torre Guitart actualmente desaparecidas.

La carencia de infraestructuras

Las primeras viviendas del barrio empezaron a edificarse entre 1940 y 1945 en las calles Vallespir, Cerdenya, Nord y el final de las calles Rosselló y Nàpols. Al principio, las tierras se vendían por cuarteras o fanegas entre 15 y 40 céntimos el palmo, de modo que el precio total para de los terrenos para construir una casa ascendía a unas 6.000 o 7.000 pesetas pagaderas a plazos con entradas de entre 300 a 600 pesetas.

Transporte de agua potable en 1960. Foto vía web de la AAVV Ca n'Oriac.
Transporte de agua potable en 1960. Foto vía web de la AAVV Ca n’Oriac.

A partir de 1950 se edificó un amplio sector de la izquierda de la Avinguda de Matadepera delimitado por las calles la Llanera, Penedès, Lluçanès, Gironès y Balaguer. Según los datos aportados por Andreu Castells el crecimiento del barrio fue vertiginoso. En 1945 constaban 335 habitantes; en 1945 ya eran 2.490, 8.622 en 1955 y 13.655 en 1960. Hasta 1945, el Ayuntamiento no acusó recibo del nacimiento del barrio y hasta 1949 no aprobó un plan de urbanización.

Según el testimonio de Francisco Morales, dirigente vecinal, sindical y teniente de alcalde en el primer gobierno de Antoni Farrés,  los primeros terrenos en edificarse fueron los de menor valor, en los peores terrenos, muchos de los cuales ubicados en los barrancos. Estas viviendas eran de “autoconstrucción” en forma de barracas y estadas levantadas los domingos y días festivos con materiales de ínfima calidad.

Como explica Jacint Vila:

Els primers pobladors eren quasi tots murcians que es feien una barraca cobrint-la amb cartó asfaltat o embetumenat. Les condicions eren pèssimes: parets sense revestiment, terra de terra, un sac per tapar la finestra i sense cap de les comoditats que marquen la nostra civilitizació. Però aixó va durar poc, eren gent molt treballadora i econòmica, treballaven moltes hores i guanyaven més pessetes de les que necessitaven i les empraven en la construcció i millora de les seves barraques que al cap de poc temps eren cases i casetes”.

Entonces eran habituales las inspecciones de la Policía Municipal a caballo, que imponía multas por la falta de permisos para edificar. Muchas de estas viviendas se construían de noche para ser inmediatamente ocupadas por las familias y así evitar que fueran desalojados. Uno de los recursos para tener el permiso para construir la vivienda consistía en un aval del párroco que, como observa Morales, “no siempre se conseguía (…) lo que demuestra la connivencia que había entre la Iglesia y el Régimen”.

Como explican Segura, Vilches y López, las condiciones de vida eran extremadamente duras. No había agua corriente, por lo cual los habitantes del barrio debían abastecerse mediante pozos. Las aguas residuales se almacenaban en pozos muertos que amenazaban con contaminar los pozos de agua potable. La energía eléctrica no llegó al barrio hasta 1957, hasta entonces el problema de la iluminación se solventaba mediante velas, candiles de aceite y carburo. Tampoco existían aceras, ni pavimentación, lo cual provocaba que cuando llovía el barrio se convirtiese en un auténtico barrizal. No existían ni servicios sanitarios, ni escuelas, ni transporte público por lo que debían desplazarse a pie hasta los centros de trabajo. El primer autobús llegó al barrio hasta Can Serrallada y más tarde hasta la plaza Farell.

El colegio Miquel Carreras, en 1962, durante la gran nevada. Foto vía AAVV Ca n'Oriac
El colegio Miquel Carreras, en 1962, durante la gran nevada. Foto vía AAVV Ca n’Oriac

La mayoría de los inmigrantes trabajaban como obreros no cualificados en las fábricas textiles y la construcción. Muchos empezaban su vida laboral entorno a los diez años. Las jornadas, en la que abundaban las horas extra, solían rondar las doce horas de lunes a sábado, con lo que el domingo era el único día de descanso.

La llegada de la electricidad al barrio en 1957 no estuvo exenta de dificultades. La compañía exigió para tender la línea la importante suma de 130.000 pesetas que finalmente pudo ser reunida mediante un gran esfuerzo de los vecinos. La calle Andorra fue la primera donde se instaló el fluido eléctrico y fue bautizada por los vecinos como la “Avenida de la Luz”. La instalación del agua corriente se inició en 1964, aunque los vecinos hubieron de solucionar el problema de la definición de las alineaciones y rasantes condición innegociable de CASSA para proceder al suministro. Por ello, en 1967, un 27 por cierto de las casas no disponían de agua corriente, las últimas en obtenerla fueron las de la zona de Torreguitart y las calles Tarragona, Moianès y Empordà.

Las obras del alcantarillado fueron la primera realización urbanística planificada del Ayuntamiento en el barrio y fueron supervisadas por la recién constituida Agrupación de Vecinos. En agosto de 1968 comenzaron las obras y fueron adjudicadas a la empresa Construcciones Castells SA, por un valor de 15 millones de pesetas. Las obras acabaron a finales de 1969. En principio, el empalme a la red estaba grabado por unas tasas entorno a las 700 y 1.000 pesetas que finalmente tras diversas gestiones de la Agrupación de Vecinos fueron suprimidas. Otra obra de infraestructura fue la cobertura y encauzamiento del Torrent del Capellà que fue impugnado por los vecinos en noviembre de 1968, pues estaba prevista una intervención parcial. Finalmente se llegó a un acuerdo, mediante el cual los vecinos afectados sufragaron el 60 por ciento de la obra y el Ayuntamiento el otro 40.

Vertedero de basura en la actual Ronda Navacerrada, el año 1976. Foto vía AAVV Ca n'Oriac
Vertedero de basura en la actual Ronda Navacerrada, el año 1976. Foto vía AAVV Ca n’Oriac

El pavimento de las calles era uno de los problemas más acuciantes del barrio que cuando llovía se convertía en un barrizal impracticable. Tras innumerables gestiones de la asociación vecinal, el pleno municipal aprobó en noviembre de 1969 la primera fase de la pavimentación, que afectaban a la mayor parte de las calles perpendiculares a la Avinguda Matadepera, y cuyas obras no empezaron hasta 1972. El motivo del retraso fueron las discrepancias entre vecinos y Ayuntamiento para sufragar el coste de la obra. El coste inicial de la misma era de ocho millones de pesetas, pero tras el concurso público la cifra se redujo a 5,5 millones. A pesar de ello el Ayuntamiento realizó el cálculo de las contribuciones especiales sobre la primera cantidad; además, exigía que los vecinos se hiciesen cargo del 100 por cien de su coste y el pago previo del 80 por ciento del importe antes de iniciar las obras. Al final, tras un largo y complejo proceso de recursos y negociaciones, se alcanzó el compromiso que el Ayuntamiento aportaría el 30 por ciento del coste real de la obra.

Poco antes de la llegada del Ayuntamiento democrático se aprobó, en abril de 1978, el proyecto para complementar el asfaltado del barrio por un importe de 218 millones de pesetas. No obstante, las obras no se iniciaron hasta junio 1980 cuando ya se había elegido el primer Ayuntamiento democrático. A causa del elevado coste de la obra se procedió a dividirla en dos fases. La primera, a petición de los vecinos, comenzó por el sector situado a la izquierda de la Avenida Matadapera y fue adjudicado a la empresa madrileña FEPASA con un presupuesto de 36,9 millones de pesetas. Las obras finalizaron en mayo de 1981, a excepción de un tramo de la calle Nord a la espera de la supresión de una línea de alta tensión. La tercera y última fase de la pavimentación del barrio, fue adjudicada en abril de 1981 a la empresa COTOS, después de un segundo concurso que elevó el valor de la obra de 100 a 130 millones de pesetas. Los trabajos se iniciaron en mayo de 1981, aunque provocaron diversas protestas de los vecinos por la escasa calidad de los materiales empleados. Finalmente, consiguieron que éstos fueran sustituidos por otros de mayor calidad.

Asfaltado de la calle Bergara en 1981. Foto vía AAVV Ca n'Oriac.
Asfaltado de la calle Bergara en 1981. Foto vía AAVV Ca n’Oriac.

Uno de los puntos de inflexión fue la redacción del Plan Comarcal entre 1975 y 1978 donde los representantes del movimiento sindical y vecinal realizaron un gran esfuerzo para incluir en el mismo las reivindicaciones del barrio.

Otra de las más sentidas reivindicaciones de barrio fue la relativa a la inexistencia de zonas verdes. Por ello, se opusieron al proyecto de edificación de las actuales plazas del Pi y Sant Bernat. A principios de 1978, los vecinos allanaron, plantaron árboles y pusieron bancos en los solares donde ahora están las dos plazas referidas y en la actual plaza dels Abets. En 1979 se inicia una labor de recuperación de los espacios libres del barrio que se convirtieron en las plazas de la Selva, Ca n’Oriac, Fuensanta o Pau Truyà.

Ausencia de servicios públicos

La primera preocupación de las autoridades fue dotar al barrio de servicios religiosos. En 1948 se introdujo la catequesis por el sacerdote franquista Francesc Cubells ayudado por Francesc Salvador y Josep Ribera. Pronto se habilitó el hangar abandonado del avión de Joan Bonamusa como oratorio y escuela improvisada. En agosto de 1948 tomó posesión como rector de Sant Julià d’Altura Rafael Prat Pahissa, que tenía a su cargo el barrio de Ca n’Oriac quien se desplazó a Murcia para encargar una copia de la Virgen de la Fuensanta, que se fue a buscar en romería en la Festa Major de 1953. En el pleno municipal de enero de 1951 se aprobó la construcción de una iglesia en el barrio, denominada del Sagrado Corazón, cuya primera piedra no se pondría hasta 1957.

Piscina y Deportes. Foto: Archivo UES.
Piscina y Deportes. Foto: Archivo UES.

En los primeros años de vida del barrio, el principal atractivo lúdico para los jóvenes, que constituían la mayoría de la población, fue la pista de baile del Salón California donde también se hacía cine, cuando no había baile, Cal Guàrdia, un local situado entre las calles Cerdenya y Rosselló, donde los sábados a la noche se representaban varietés y cine. Otros locales recreativos fueron el Casino de la calle Salenques y una pista de baile al aire libre ubicada en la que hoy es la plaza Ca n’Oriac. En verano era muy frecuentada la piscina que anteriormente había sido una balsa de riego de la masía. A medida que la Avinguda Matadepera fue consolidándose como la arteria principal del barrio, empezaron a aparecer numerosos bares, algunos con el importante atractivo de disponer de televisión.

Colegios y academias

Hasta 1959, la única escuela del barrio fue la arriba mencionada en un anexo del hangar, en la calle Cadí, a cargo de la maestra Leonor Álvarez, cuyo tejado se derrumbó recién salidos los niños y niñas que asistían a las clases. Ese mismo año se inauguró el colegio nacional Miguel Carreras, donde se planteó el problema de las “permanencias”. Es decir, el polémico suplemento que cobraban los maestros a los alumnos que hacían una hora más de clase que ascendía a 10 pesetas semanales o 50 mensuales. A pesar de las protestas estas permanencias se implantarían en el resto de colegios del barrio y no desaparecerían hasta mediados de 1970 cuando las luchas del colectivo de docentes consiguieron mejorar sus condiciones laborales. Por otro lado, las clases estaban muy masificadas hasta alcanzar los 60 alumnos por aula.

En 1964 se inauguró el colegio Presidente Kennedy para escolarizar a los niños de Ca n’Oriac y la Plana del Pintor. Posteriormente, tras una asamblea de padres de alumnos y de las asociaciones vecinales de ambos barrios, se decidió en votación cambiar su nombre por el de Miguel Hernández que se impuso frente a otras propuestas como Ca n’Oriac, García Lorca, Antonio Machado, Lluís Companys o Pablo Picasso.

Estos dos colegios eran manifiestamente insuficientes para garantizar la correcta escolarización de los niños y niñas del barrio. Ello propició la aparición de centros privados, como la Academia Horizonte en la Avinguda Matadepera y otros con un solo profesor y una pequeña habitación como aula. Para paliar estos déficits en 1970 se inauguró el colegio Gaudí, en 1972 entró en funcionamiento el Calvet d’Estrella y en 1973 el Roureda. En 1976 abrió sus puertas el colegio Sant Julià y en 1980 el Sant Bernat.

La clínica del Nen Jesús

El barrio también padecerá una notable carencia de servicios sanitarios ya que hasta 1957 no se destinó el primer médico. No obstante, contó con la Casa de Reposo Infantil del Niño Jesús, conocido popularmente como l’Alberg, originalmente destinado a hospital antituberculoso infantil, a instancias de la esposa del alcalde Josep Maria Marcet, Anna Figueras. Las obras empezaron en 1951 y fue inaugurado en el 18 de julio del 1956. Los gastos se sufragaron con donativos de empresarios y particulares, así como con un impuesto de 25,5 céntimos o una peseta en las entradas a cines, espectáculos o bailes. En 1962 se incorporó la Obra Social de Caixa Sabadell y tomó la denominación de Clínica Infantil del Nen Jesús que en 1980 llegó a disponer de 200 camas.

Entidades y vida cultural

Según el testimonio de Jacint Vila, el 15 de noviembre de 1947 se constituyó la Asociación de Propietarios y Vecinos de Can Oriach que se planteó la cuestión de hacer llegar la electricidad al barrio y la creación de una comisión para organizar la fiesta mayor del barrio. En 1964 se legalizó la Agrupación de Vecinos de Can Oriach, que anteriormente había funcionado como comisión de vecinos, y tuvo un papel fundamental en las reivindicaciones del barrio. Según indica Morales, en 1962 hubo un intento de legalización, pero se enfrentó al impedimento legal de denominarse “asociación” y que obligó a cambiarlo por el de “agrupación”. En la primera época se reunían en calle Urgell, posteriormente en la calle Segarra y más tarde en la calle Gironès en un espacio cedido por la casa de las misioneras. La revista Can Oriach aparece en junio de 1966 como boletín de la agrupación vecinal pero que acabaría evolucionando hasta convertirse en el portavoz de la oposición democrática de la ciudad. En otras entregas de esta sección realizaremos una historia de la evolución de la revista.

El barrio pronto se destacó por una notable vitalidad asociativa y cultural. Así, en julio de 1966, se crea la juvenil Agrupación Excursionista Sol i Vent y se organizan en junio de 1966 y diciembre de 1967 las Semanas de la Amistad. En 1968 se crea en la Ronda Collsalarca, con el apoyo de Cáritas Diocesana de Barcelona, el Centro Cultural Ca n’Oriac destinado a los jóvenes. En el verano de 1966 se organiza la Escuela de Verano destinada a actividades infantiles extraescolares, en 1972 nace, en medio de grandes dificultades, el Grup d’Esplai Ca n’Oriac y en julio de 1974 se celebra la Primera Semana de la Infancia, organizada por los jóvenes del Centro Cultural.

En 1963 se constituyó la Agrupación Musical Ca n’Oriac, que llegó a tener 90 socios. En el ámbito deportivo, en 1949 se fundó el Club de Fútbol Ca n’Oriac y en 1959 el Club de Fútbol Sant Julià. En 1959, en el seno de la Hermandad de la Virgen de la Fuensanta, se forma el Club de Balonmano Fuensanta y en 1962 el Club de Ajedrez Ca n’Oriac. Otras entidades fueron Colombicultura Ca n’Oriac fundada en 1945, la Peña Ciclista, la Sociedad Pajaril o los clubs de petanca.

Pista de balonmano del Club Fuensanta.
Pista de balonmano del Club Fuensanta.

Otra importante entidad del barrio, que merece un tratamiento temático específico, es la Hermandad de la Virgen de la Fuensanta, fundada en 1952 y que en 1961 constituyó una mutualidad para sus miembros.

En otro orden de cosas, en septiembre de 1964 un grupo de 30 vecinos se reunieron con el objetivo de resolver el problema de la falta de viviendas que recibieron en mayo de 1965 la autorización del ministerio de Trabajo para operar como Cooperativa Obrera de Viviendas Ca n’Oriac. La cooperativa construyó 88 viviendas en la Ronda Collsalarca cuyas llaves se entregaron en agosto de 1968. Posteriormente, construyeron 188 viviendas y siete locales comerciales en el Polígono San Bernardo.

Otra iniciativa fue el Centro de Formación Intensiva Profesional Femenina inaugurado en febrero de 1965, subvencionado por el ministerio de Trabajo, concebido para promocionar a la mujer trabajadora y que en principio impartió cursos para urdidoras y pasadoras, complementados con clases de cultura general. En 1971 los cursos se ampliaron a otras especialidades (auxiliar administrativa, secretaria y delineante de calcado) y desde 1976 se admite  alumnos de género masculino. Además, se impartieron cursos de catalán y de alfabetización para adultos. Además, se produjo la integración en la Formación Profesional del Grado Medio, pasando a depender del ministerio de Educación y Turismo y obteniendo la homologación de los títulos. En septiembre de 1979 adoptó la forma de cooperativa bajo la denominación de Cooperativa d’Ensenyament Ca n’Oriac .

La Fiesta Mayor

Desde una perspectiva lúdica debe mencionarse la Fiesta Mayor del barrio. Las primeras de estas festividades, como explica Jacint Vila, consistían en un oficio solemne en Sant Julià d’Altura con presencia de las autoridades municipales, baile de noche con la orquesta del Salón California, sardanas, juegos infantiles y cucañas en la plaza de la Fuensanta.

A partir de 1966, la Agrupación de Vecinos asume su organización, mediante la “comisión de fiestas” y los actos se trasladan a la Avinguda de Matadepera con concierto y verbena popular. En 1967 y como novedad se instaló un entoldado donde se organizaron bailes, velada de boxeo, festival infantil y festival musical que contó entre otros con la actuación de Rudy Ventura y la orquesta Costa Brava. En la edición de 1969, se mantuvo un formato muy semejante y en el entoldado actuaron artistas muy populares en la época como Luis Aguilé y Tony Ronald, además del concurso de pintura rápida de la anterior edición, se organizó otro de fotografía. En 1969 se sustituyó el entoldado por una estructura metálica.

Según Segura, Vilches y López, a partir de 1970, la Comisión de Fiestas se desliga de la agrupación vecinal y de las entidades del barrio y se convierte “en un gran montaje económico, que parece gestionarse con especial interés, en función de beneficios particulares”. Así para los actos en el entoldado, antes gratuitos, se cobran elevadas entradas. Esto provocó protestas como puede leerse en el artículo, firmado por “la juventud del barrio” de la revista Can Oriach: “Sencillamente queremos una fiesta a la que todos podamos asistir sin necesidad de hacer horas extras”. Las entidades vecinales no recuperarían la organización de la Fiesta Mayor hasta 1978.

Sociología obrera

En 1967 se publicó un estudio socio-económico del barrio, propuesto y coordinada por Joaquim Clusa con la ayuda de Juan Gómez, vecino del barrio y uno de los articulistas más notables de la revista Can Oriach.

Según dicho informe, el barrio contaba con un total de 19.814 habitantes, incluyendo la Plana del Pintor y el Torrent del Capellà. Una población joven, pues de éstos, 12.526, contaban entre 15 y 44 años. Una abrumadora mayoría de la población trabajaba en la industria: el 41,81 por ciento en el textil, el 13,44 por ciento en la metalurgia, el 19,61 por ciento en la construcción y el 10,94 en otras industrias. De los cuales, 6.118 como obreros especializados y 1.381 como peones. Por lugar de nacimiento, el 41,4 por ciento había nacido en Andalucía, el 30,4 por ciento en Murcia, del resto de España un 14,8 por ciento y nacidos en Catalunya el 13,5 por ciento. La tasa de analfabetismo era del 50 por ciento entre la población mayor de 65 años y 12,55 por ciento entre los mayores de 15 años.

El 35 por ciento de las familias, después de cubrir los gastos de alimentación, les quedaba para pagar otros gastos (vivienda, ropa, enseñanza…) menos de un 20 por ciento de sus ingresos. A un 37 por ciento les quedaba entre un 20 y un 40 por ciento y solamente un 28 por ciento disponían de más del 40 por ciento de sus ingresos para otros gastos diferentes a la alimentación. Unos datos que, contrastados con el resto de España, situaban al barrio en la penúltima posición, sólo por encima de la provincia de Lugo. Respecto a la vivienda, un 9 por ciento de la población continuaba viviendo en estadas, el 51,1 por ciento de dos habitaciones y el 31,9 por ciento de una habitación. En el 51,8 por ciento de los casos residían de cuatro a cinco personas por estada con un promedio de tres a cuatro metros cuadrados por persona. Por otro lado, sólo el 15 por ciento de las calles de Ca n’Oriac tenían acceso a la red de alcantarillado y un 40 por ciento en la Plana del Pintor. El agua corriente sólo llegaba al 54 por ciento de las calles.

Rebasa ampliamente el ámbito de este artículo realizar una historia de las luchas sociales y políticas del barrio. Sólo apuntar que Ca n’Oriac fue una de las puntas de lanza de la lucha antifranquista en la ciudad, favorecida por un modelo fordista de acumulación capitalista, con grandes concentraciones obreras y semejantes condiciones de vida y trabajo, que contribuían a establecer vínculos de solidaridad y propiciaban la eclosión de combativas organizaciones políticas, sindicales y vecinales.

Todo ello agravado por un régimen dictatorial que negaba las más elementales libertades democráticas y donde no existían mecanismos para vehicular los conflictos. También como expuso Juan Gómez, prematuramente fallecido en 1971 con sólo 26 años, en la revista Can Oriach, por el fenómeno de la estratificación “de las clases profesionales” en “dos grupos étnicamente distintos”, donde “los empleos que exigían una mínima capacidad técnica fueron acumulados por el catalán” y “el inmigrante era el peón y difícilmente podía dejar de serlo”. Ahora bien, estas cuestiones serán materia de otras entregas de esta sección

Bibliografia

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Foto portada: un barranco en lo que ahora es la Ronda Colsalarca. 

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