Pedro Olalla

Opinión de Josep Asensio: ‘Pedro Olalla: la pasión griega’

A la vista de lo que está pasando, se podría afirmar sin ambages que la democracia actual utiliza el sistema de voto y el prestigioso nombre de la antigua para legitimar los intereses de una oligarquía encubierta. Y frente a esta tremenda impostura, la falta de participación ciudadana, el cultivo silencioso de la desafección política, las intrincadas estructuras de representación, la mecánica de los partidos, los intereses que se defiendes, el poder de los grupos de presión, las flagrantes desigualdades de hecho y, sobre todo, la creciente brecha entre Ellos y Nosotros, bastan para afirmar que nuestras democracias modernas no son, como se dice, una versión realista y adaptada a las necesidades del presente de la antigua democracia ateniense. No. Son algo bien distinto: son su negación”.

Grecia en el aire. Pedro Olalla

Hablamos muchas veces de casualidades, de sucesos que se interponen en nuestras vidas y que para bien o para mal las sacuden, las trastornan, y ya nada es igual desde entonces. Naturalmente ocurre con personas que se cruzan en nuestro camino y que establecen una especie de vínculo eterno, yo diría que ya indispensable para poder entender muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor. De hecho, todo este amasijo de casualidades y causalidades conforma inexorablemente nuestra personalidad, que no deja de modelarse hasta el fin de nuestros días.

Conocí a Pedro Olalla a partir de una entrevista publicada en La Vanguardia a finales de diciembre de 2013. La definición como helenista que se hacía de él ya englobaba una serie de características que lo hacían partícipe de la cultura griega al más alto nivel. Estudioso compulsivo, en el sentido más efectivo y provechoso del término, de la Grecia clásica, ha ido implicándose en el quehacer cuotidiano de la política griega hasta el punto de poseer un conocimiento exhaustivo y muy válido de la crisis que acecha al país heleno. Su intensa y penetrante mirada lo hacen creíble desde el primer momento. Sus lamentos sobre la situación del pueblo griego no pasan desapercibidos. Imposible permanecer indiferente a sus encantos lingüísticos que, ordenados de una manera completamente coherente y consistente, son capaces de ejercer una auténtica convulsión en las personas que lo escuchan.

Pedro Olalla
Pedro Olalla, presentando el libro en Barcelona

He tenido ocasión de hacerlo dos veces. Dos fascinantes y cautivadores momentos que permanecerán por siempre en mi mente. La primera fue en enero de 2014 en mi programa de radio, al que amablemente Pedro Olalla se ofreció a participar después de mi petición. La entrevista se efectuó en directo, con el contertulio en Atenas. A partir de las declaraciones en La Vanguardia, el escritor y traductor asturiano confirmó los peores augurios para un país que se encontraba en esos momentos en una situación de urgencia social inimaginable. Ya por aquel entonces se hablaba de una probable victoria de Syriza en las elecciones que tenían que celebrarse justo un año después, pero Olalla se mostraba escéptico en cuanto a un cambio radical en las políticas que el partido izquierdista pudiera aplicar, puesto que, por una parte, la deuda era impagable y por otra, los propios griegos solos eran incapaces de solucionar sus problemas de liquidez. Por lo tanto, consideraba que a pesar de las amenazas, de las coacciones y del miedo que infringen los mercados a una hipotética salida de Grecia del euro, la respuesta era que el país no tenía vida dentro del euro. No es que la salida de la Unión Europea y de su moneda iba a ser una panacea, pero es, según Olalla, la única alternativa, siendo todo lo demás parches que solamente conducen a un empeoramiento taxativo y paulatino de la situación de sus ciudadanos.

El pasado 26 de mayo tuve ocasión de asistir a la presentación de su nuevo libro Grecia en el aire en la Escola Oficial d’Idiomes de Drassanes, en Barcelona. Impecablemente vestido y con una simpatía desbordante, se metió al auditorio en el bolsillo con sus poderosos argumentos y su facilidad de palabra. Nos recordó a todos que Alexis Tsipras no representaba la ruptura, como podríamos creer, sino un continuismo claro, aunque los últimos acontecimientos demuestran lo contrario. Pero además, y eso fue lo más interesante, es que en una hora y media de conferencia más las preceptivas preguntas de los asistentes, nos resumió su libro con una delicada elocuencia yendo y viniendo de la Atenas de unos 500 años a.c a la actual. Su libro es un paseo real por montículos, callejuelas, templos, ruinas y plazas, recordándonos lo que allí había hace más de 2.500 años y explicándonos lo que ahora hay. Su poética percepción destaca por la facilidad del lenguaje y por los recursos estilísticos utilizados que convierten a este libro en una verdadera joya.

Olalla, en un retrato.
Olalla, en un retrato.

Pero por si esto ya fuera suficientemente importante para recomendar su lectura, simplemente para pasar un buen rato, es imprescindible resaltar el carácter más pedagógico de Grecia en el aire, transformándolo en un alegato a favor de la democracia real y donde la ciudadanía sea la verdadera protagonista de las transformaciones que tengan que llegar. A pesar de su escepticismo, dadas las fuertes presiones de corporaciones empresariales que ejercen poderes parademocráticos, anulando las decisiones de los pueblos, Olalla destaca mil y una veces la personalidad de Solón. De una actualidad sorprendente, el poeta y estadista ateniense acometió una serie de reformas para atenuar la pobreza del campesinado pero quizás por lo que más destacó fue por establecer leyes que otorgaran la voz al pueblo, a los atenienses, desterrando el tema del linaje que es el que daba el poder en esos momentos. Ya en aquella época, cuando el término “democracia” no había sido inventado, Solón estableció transformaciones verdaderamente revolucionarias. Con el paso del tiempo, Olalla nos sume en una realidad cruel y despiadada que solo puede ser resuelta con la participación de la gente, de la unidad de los pueblos y de la concienciación. “Los hombres empiezan a ser libres cuando aprenden a decir No”, ha sentenciado en un artículo en su blog a propósito del referéndum convocado para mañana domingo. Sin olvidar, que todo esto solamente es posible con la educación política de los ciudadanos, como así era en la antigua Grecia. Su pasión griega se convierte entonces en una pasión por lo humano, por lo que, sin exagerar, me atrevo a considerarlo como uno de los grandes humanistas del siglo XXI, muy a tener en cuenta por todos aquellos que quieran adentrarse en la complejidad del mundo en el que nos hallamos.

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