Ahmed Galai

Ahmed Galai, premio Nobel de la Paz: “la Unión Europea ha declarado una guerra sin piedad contra la inmigración”

Nacido hace 63 años en Bizerta (Túnez) es licenciado en Periodismo económico. Tras estar en prisión por motivos políticos en el régimen de Habib Burguiba se exilió en Suiza donde trabajó como corresponsal de prensa. De vuelta a Túnez ejerció durante 17 años como profesor de francés. Está casado y es padre de dos hijos.

Galai es vicepresidente de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos que forma parte del Cuarteto por el Diálogo Nacional junto a la Unión General Tunecina del Trabajo, la Unión Tunecina de la Industria, Comercio y Artesanía y la Orden Nacional de Abogados de Túnez. El Cuarteto actuó como mediador entre la ciudadanía y las distintas facciones políticas y religiosas buscando el consenso y las soluciones pacíficas tras la revolución democrática que derribó la dictadura de Ben Alí. Una labor por la que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz de 2015. Le entrevisto el pasado jueves poco antes de la recepción en el Ayuntamiento y de la conferencia que impartió invitado por el Síndic Municipal de Greuges de Sabadell.

¿Cuál ha sido el papel del Cuarteto por el Dialogo Nacional en el proceso político tunecino?
Creo que tuvo un papel decisivo y positivo. El Cuarteto fue muy necesario entonces. En Túnez, después de la revolución, hubo muchos problemas de violencia provocados por el extremismo religioso. Además de los problemas económicos y los problemas políticos entre los partidos de la oposición a la dictadura, islámicos y liberales. De modo que las principales tareas, como aprobar la Constitución, elegir el Parlamento y formar gobierno, no podían cumplirse. Por otro lado, persistían los problemas económicos sin resolver como el paro y la situación de las regiones subdesarrolladas. También se produjo el asesinato de dos grandes líderes políticos. En 2012 el país se encontraba verdaderamente bloqueado, un bloqueo político muy serio, agravado por el problema de los grupos islamistas radicales procedentes de Libia. El Cuarteto pudo encontrar un consenso para acabar la Constitución, elegir el Parlamento y formar un gobierno de unidad nacional. Este fue el motivo que se nos concediese el premio Nobel de la Paz por evitar una guerra civil como en Libia.

Ahmed Galai¿Qué ha significado para su país y para su organización la concesión del Premio Nobel de la Paz?
Sin duda fue un reconocimiento que nos dio a conocer en todo el mundo y puso en valor el papel de la sociedad civil por la paz. Nosotros no trabajamos para que nos dieran el premio Nobel, sino para la nación. Trabajamos para encontrar soluciones a problemas políticos muy graves. Aunque nosotros nos alegramos mucho, no todos estuvieron contentos de ello en Túnez. Para nosotros tuvo un gran valor simbólico porque significó que el mundo entero reconoció que, desde la sociedad civil se pueden resolver graves problemas que los políticos no podían solucionar. Además, es un ejemplo que las organizaciones sociales pueden hacer política sin estar en el poder.

¿Ha terminado la transición democrática en Túnez? ¿A qué obstáculos y desafíos se enfrenta en la actualidad?
La transición no ha acabado y aún está en curso. Han pasado cinco años desde la revolución pero aun hay tareas por resolver. Por ejemplo, la revolución se hizo a favor de un desarrollo equitativo de todas las regiones desfavorecidas. La chispa que hizo estallar la revolución fue la inmolación de un joven que reclamaba el desarrollo de las regiones desfavorecidas, olvidadas por el régimen anterior, situadas al sur y al oeste del país. Aun tenemos enormes problemas como el gran paro de jóvenes licenciados, el problema del reparto desigual de la riqueza y la regresión económica después de las acciones terroristas que ha hecho caer al turismo. Lo cual ha comportado un crecimiento económico casi de cero. Estos son los desafíos esenciales de la revolución y quizás el más difícil sea afrontar la violencia terrorista. Es preciso desarrollar un plan civil y político, impulsado conjuntamente por el gobierno y el pueblo, para luchar contra este fenómeno. Desde el punto de vista económico, es preciso dar a las regiones desfavorecidas una oportunidad y crear un modelo económico sostenible que haga descender las desigualdades territoriales y entre las clases sociales. Otro desafío es poner en práctica la Constitución, que es muy avanzada y que reconoce muchos derechos humanos, incluida la libertad de conciencia, que no existe en muchos países árabes. Pienso que hay un gran trabajo a hacer para armonizar el sistema judicial tunecino con la Constitución.

¿En la Constitución qué papel se otorga a la religión? ¿Es una Constitución laica?
Existen muchos ingredientes en la Constitución que nos permiten afirmar que la religión no tiene un lugar político en Túnez, pues en diversos artículos de la Constitución se reconoce la libertad de conciencia. A pesar de las resistencias de los islamistas, hemos podido, con el apoyo de los partidos liberales y laicos, convencer a la gente que esto no va contra del Islam. Por el contrario, esto hace que el Estado defienda a todas las religiones,  a las personas religiosas y a las no religiosas. Para evitar los problemas con los islamistas, en el artículo primero de la Constitución se dice que en Túnez el Islam es la religión del país. Es decir, que no es la religión del Estado, sino del país. Creo que estamos muy cerca de la laicidad, aunque no se diga. El problema reside en que, en Túnez y en muchos países árabes, el laicismo es asimilado al ateísmo. Estamos trabajando para enseñar a los jóvenes que el laicismo es un espacio de libertad para las religiones y que no va contra la religión, sino que consagra la libertad de cultos. Es necesario que se acepte a las personas que no son creyentes o que no son musulmanas. Hacer que el Estado trabaje para todos y por la tolerancia.

Ahmed GalaiTúnez es el único país árabe donde la revolución democrática ha conducido a un régimen pluralista. ¿Por qué esto no sido posible en otros países como Libia, Egipto o Siria?
Creo que es debido a que en Túnez existe una sociedad civil muy fuerte, una tradición de libertad y de participación. Por ejemplo, Túnez fue el primer país de la región que abolió la esclavitud en 1846. También mucha gente fue a Europa donde se impregnó de las ideas ilustradas europeas. El mismo Burgiba, que fue un déspota ilustrado, citaba a menudo frases de Montesquieu o de Voltaire que fueron los precursores de la Revolución francesa. Túnez tuvo su primera Constitución en 1871 que garantizaba los derechos de todas las religiones y fue el primer país que tuvo un sindicato autónomo de trabajadores tunecinos, en 1924, que se separó de la CGT francesa. También fue el primer país donde se prohibió la poligamia y se aproximaron los derechos del hombre y la mujer. Al contrario que en Libia donde existía un desierto en la sociedad civil. Incluso, los ulemas e imanes fueron mayoritariamente en Túnez muy moderados. No es cierto, como dicen algunos, que el Islam desarrolle la violencia. Existen muchos sabios musulmanes próximos a las tesis liberales por lo respecta a la situación de la mujer, de la educación. La revolución ha triunfado en Túnez y se ha evitado lo peor por este dinamismo de la sociedad civil.

Túnez ha sufrido numerosos ataques yihadistas. ¿Cuál es el grado de implantación del yihadismo en su país?
Hemos de remitirnos a la historia. El régimen del presidente Ben Alí reprimió con dureza al islamismo tanto a los moderados como a los radicales. La represión ha hecho que estos grupos se hayan ocultado y después de la revolución han emergido. Existen partidos islamistas moderados que han revisado sus tesis y que quieren participar en la vida civil y ciudadana sin violencia que están representados en el Parlamento y están en el poder. Pero hay grupos radicales, inspirados en el islamismo wahabista muy conservador que viene de Arabia Saudí y Qatar, que creo están siendo manipulados y que reciben un importante apoyo financiero. Son gentes que quieren incendiar la región. Ciertamente estos grupos radicales son eficaces, pero son muy pocos y no tienen apoyos entre la población, nadie los quiere. De hecho, la población participa en su persecución. Estos grupos se ocultan en los bosques y las montañas cerca de Kasserine. Aunque creo que están condenados al fracaso, desgraciadamente han perpetrado muchos ataques, como el de El Bardo o Susa lo cual está en el origen de la caída de la economía. Actualmente existe una voluntad política y también popular para que esta epidemia desaparezca pues están contra la paz, la vida y el desarrollo humano.

 ¿En su opinión cuáles son las causas de la extensión del yihadismo en los países musulmanes?
Ante todo he de decir que son corrientes violentas, condenables, contra la vida, que han perpetrado muchos crímenes contra la humanidad. Lo que lo voy a decir no debe interpretarse como una justificación, pero pienso que existe un problema de identidad. Las guerras de Iraq y contra el mundo árabe han sido explotadas por ciertas corrientes islamistas radicales para redefinir una identidad violenta. Muchos musulmanes ven la guerra en Iraq, Siria o Palestina y responden con una reacción identitaria dominada por la violencia. En segundo lugar, están los problemas económicos donde encuentran una razón para rebelarse y tomar las armas contra quienes piensan que son los explotadores. Todo ello está atizado por la cultura wahabista que está en la base del terrorismo del ISIS o DAESH. Se trata de una ideología muy reaccionaria y próxima al fascismo. 

Ahmed Galai¿Qué respondería a quienes afirman que Islam y democracia son incompatibles?
Creo que no. Ante todo estoy en contra de cualquier Estado que se base en la religión. La religión debe ser una cuestión personal. El problema viene desde que el Islam ha sido estatizado y se ha convertido en política del Estado. Creo que en el Islam existe una tradición muy democrática. Al principio las comunidades musulmanes funcionaban como un consejo o asamblea. El primer sucesor de Mahoma fue elegido tras una consulta. Después la historia ha provocado que ciertas escuelas religiosas cortasen este origen democrático. Hace once siglos, existían movimientos islámicos muy extendidos, con muchas escuelas filosóficas que estudiaban a Platón o Aristóteles, como en el caso de Averroes, que sostenían grandes debates políticos. Por el contrario, se dieron otros movimientos que querían interpretar la religión, pero no sobre los textos no coránicos. Defendían que no era necesario leer El Corán, sino seguir la tradición. Podría citarle muchos pensadores musulmanes que fueron asesinados porque defendían un pensamiento libre. Así se quemaron los libros de Averroes. Es después de esto que el Islam empezó a tener una visión que no era democrática. Yo no soy practicante, pero mis padres, cuando yo era niño, nos inculcaron a mí y a mis hermanos los valores que  defiendo ahora: la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, la no violencia. Este es el Islam real. Insisto, estoy contra cualquier religión de Estado, la laicidad es la mejor manera de gestionar estas cuestiones, pues el estado no toma partido y se comporta como un árbitro que da cada religión su derecho a la existencia.

Iraq, Siria, Libia, Yemen o Afganistán son ejemplos de guerras sin fin. ¿Cuál es la responsabilidad de las potencias occidentales?
Se trata de una responsabilidad compartida. Si hay problemas de los derechos humanos en Siria no es razón para que intervengan los americanos, sobre todo cuando la población civil se encuentra entre dos fuegos. Es necesario que el pueblo sirio o yemení encuentre la solución a sus problemas internos. No es aceptable la intervención del ejército francés o americano para resolver los problemas internos de los sirios. Esto es producto de unas relaciones internacionales basadas en la hipocresía y el eurocentrismo. Occidente piensa que es el centro del mundo. Es preciso situar a todos los países en el mismo nivel, es necesario humanizar las relaciones internacionales, descartar la guerra como solución y negociar, porque todo es negociable. Además existe un organismo como las Naciones Unidas para tratar estas cuestiones. Lamentable las potencias ganadoras de la Segunda Mundial tienen el derecho de hacer lo que quieran. Creo que se debe dar más fuerza a la Asamblea General, una asamblea democrática que representa a todos los pueblos. Desgraciadamente esto no es así y el Consejo de Seguridad ha declarado guerras contra los pueblos como en la guerra contra Iraq de la que aún se están padeciendo unas consecuencias nefastas para el mundo y que los islamistas radicales, enemigos de la vida, utilizan como justificación para atacar a Occidente.

A menudo se afirma que mientras la cuestión palestina no se resuelva no será posible encontrar una solución global a los problemas del mundo árabe. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Ante todo debo decir que soy propalestino y estoy en contra la ocupación sionista. Las Naciones Unidas decretaron una resolución que asociaba el sionismo con el racismo que ha sido descartada. Apoyo la resolución 242 que reconoce el derecho de los palestinos a los territorios ocupados. Rechazo la teoría sionista que dice ‘Palestina es una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra’. Estoy contra la discriminación de cualquier pueblo, también del pueblo judío que fue perseguido por los nazis y sufrió el Holocausto. Pero esto no es una razón para hacer otro Holocausto. El pueblo judío tiene derecho a una tierra, pero esta tanto podría ser Palestina o Argentina. No creo que Palestina sea la tierra prometida. La solución se encuentra en crear dos Estados y en buscar un estatuto especial para Jerusalén. No es aceptable que Israel pretenda judaizar toda la ciudad. Se trata de un drama internacional donde los americanos y todas las potencias mundiales juegan un papel negativo, porque mantienen a Israel, una fuerza de ocupación y que tiene muchos prisioneros políticos como Barbuzi que sido propuesto este año como Premio Nobel de la Paz. Palestina ha de recuperar sus derechos nacionales y deber  aceptarse el derecho de retorno a los palestinos que abandonaron sus tierras en 1947.

¿Qué piensa del comportamiento de la Unión Europea en la crisis de los refugiados?
La Unión Europea practica un doble lenguaje. La Unión Europea es un conjunto de Estados que defienden los derechos humanos, que se reclama de las ideas liberales y de la modernidad. Pero en el discurso que adoptan sobre los refugiados niegan esos mismos valores que ellos abanderan. Por tanto, son valores de espectáculo porque están conduciendo una guerra sin piedad contra la inmigración. Esto no es normal porque la Unión Europea necesita a los inmigrantes y los llama para construir las carreteras o las casas. Muchos españoles, portugueses, italianos y después marroquíes y argelinos fueron llamados para trabajar. Tras la crisis se quiere expulsar a los inmigrantes y cerrar las fronteras. Por lo que respecta a los refugiados es una política hipócrita y que está provocando miles de muertos en el Mediterráneo. Es una guerra que la UE ha declarado contra la emigración que niega todos los valores humanos. Se están cerrando las fronteras a aquellos que huyen de la guerra, pero aunque se cierren las fronteras esas personas continuarán viniendo con la diferencia que muchos morirán ante las puertas de Europa. Levantar muros como se pretende Trump entre Estados Unidos y México o como el que se quiere levantar en Europa no es realista. Cerrar las fronteras no equivale a suprimir las fronteras, tampoco abrirlas significa suprimirlas. Con todas las medidas de seguridad que se quieran y a las que la Unión Europea tiene derecho, es necesario abrir las fronteras porque es una medida humanitaria.

¿Por qué la gente emigra? Porque el problema está en sus países. Es necesaria una revisión de la política económica internacional para dar una oportunidad a los países pobres para que puedan tener un crecimiento sostenible y es preciso un cambio en las relaciones comerciales. No es normal que un 18 por ciento de la población mundial acumule gran parte de la riqueza. Además gran parte de la emigración proviene de países que han estado colonizados. Por otro lado, debe acabarse con la práctica de las instituciones financieras internacionales que para proporcionar ayudas económicas les obligan a adoptar medidas muy lesivas. En Túnez, a cambio de estas ayudas, se pedía reducir el número de trabajadores, aumentar los precios, disminuir los salarios. Son políticas que solo buscan el beneficio y que provocan la exclusión y la discriminación.

¿Cómo valora el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía sobre los refugiados?
Asistí en Barcelona a una gran manifestación contra este tratado donde dije que es un acuerdo de la vergüenza. Es un acuerdo de mercaderes en el que la UE acuerda compensar económicamente a Turquía para que no deje entrar a los refugiados ilegales. Es mercadería humana. Es un acuerdo que debe rechazarse desde el punto de vista de los derechos humanos.

¿A qué cree que responde el crecimiento de la extrema derecha xenófoba e islamófoba en Europa?
Es la madera que alimenta el fuego del racismo. Se trata de un discurso racista que está fuera de la realidad, porque los musulmanes que viven en Europa conservan su cultura pero sin atacar la cultura de los países donde viven. Al contrario, han adoptado muchas de sus pautas culturales y han ampliado sus horizontes culturales. Creo que la civilización occidental y árabe no son contradictorias, sino complementarias. Las tesis islamofóbicas son una especie de falsa alarma, alimentas por los partidos racistas, como en Francia u otros países, para recoger más votos. La prensa, las ONG’s, la educación debe mostrar que no hay conflicto, que no hay una invasión. Al contrario, debe buscarse una simbiosis entre las culturas. La humanidad debe construir puentes y no muros entre sus diversas culturas.

En relación a la población musulmana en Europa, algunos afirman que deben asimilarse culturalmente a los países de acogida y otros dicen que deben mantener su identidad cultural ¿Cuál es su opinión?
Las identidades culturales son unas realidades muy estables, de una gran permanencia, como sostiene el psicólogo Erikson. Esto vale tanto por lo respecta a las identidad cristiana, musulmana o judía. Se trata que estas realidades culturales convivan en armonía y en un marco de amistad. No se debe de aculturar a la gente, las personas no deben dejar su cultura y adoptar la otra, aunque ciertamente deben respetar las tradiciones culturales del país donde residen. Se trata de encontrar un equilibrio entre estos vectores.

Fotos: David B.

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