Juanma Jaime

Juanma Jaime, voluntario en Idomeni: “Es como un campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial”

Jaime ha estado trabajando 15 días en Idomeni en el programa de Bomberos en Acción. De vuelta a Sabadell nos explica su experiencia y la terrible situación de los refugiados. Califica el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía como la “mayor vergüenza desde la Segunda Guerra Mundial”.

¿Qué labor ha desarrollado en Idomeni?
He hecho de chico para todo, aunque pensaba que no sería tanto. El campo es como si estuviese en la zona del prepirineo con un paisaje precioso, con montañas nevadas. Abajo se abre el valle y allí está la frontera. Suele haber tres o cuatro días de estabilidad, con un sol de justicia. Luego cambia a lluvias torrenciales, con granizo y un viento muy similar a la tramontana, de 40 a 50 kilómetros por hora, que arrasa el campamento. Nuestro cada día era suministrar agua, drenar el campo, para que los centros logísticos y las tiendas de campaña no se inunden, poner sombra, porque si no se cuecen. Has de tener en cuenta están en tiendas de campaña frágiles tipo quechua dos eco que había que reconstruir cuando hacía viento. Eso los que no están en vagones de ganado. Todos los días era un no parar. Cuando llegué me recordó un campo de concentración.

¿Qué otras ONGs están trabajando allí?
Médicos sin Fronteras, el Equip de Recerca i Emergències de Catalunya (EREC), mayoritariamente integrado por Bomberos Barcelona, el grupo de rescate de Bomberos de la Generalitat, luego también estaban los bomberos navarros y de Alicante.

Idomeni - Juanma Jaime
Juanma Jaime con refugiados y cooperantes.

¿Qué relación había entre vosotros?
Muy buena. Todos nos apoyábamos en todo. Había unas rutinas, aparte de las emergencias, como el reparto de comida y leña. Hay varios puntos de comida cocinada, pero había un único punto donde los compañeros del EREC repartían comida fresca. Entre las familias hay mucha desesperación para conseguir comida fresca y leña, porque la leña se usa para todo, para cocinar y calentarse. Cuando nos levantábamos atendíamos las  situaciones de emergencia, al mediodía a repartir comida y a media tarde a repartir leña.

¿De qué nacionalidades son los voluntarios?
Sobre todo españoles e italianos que son muchísimos. Después están los checos que se encargan del almacén que es vital, pues allí se recepciona toda la ayuda tanto de alimentos como de medicinas, zapatos y ropa. También hay alemanes y británicos. Vi muy pocos norteamericanos.

¿Y entre los refugiados?
El orden es: sirios, kurdos, iraquíes y afganos. Es falso lo de la emigración económica. Sólo conocí a un pakistaní que hablaba español y que había estado aquí. Casi todos vienen de zonas de conflicto. Cuando les preguntas por su ciudad, te dicen: Kobani, Alepo, Homs, también hay gente de Damasco. Son zonas de conflicto que encima suelen cambiar de bando. Te dicen que si hubiese un bando que dominase su ciudad se adaptarían. La mayoría vienen de zonas que fluctúan entre el Estado Islámico y el ejército de Al-Asad.

¿Cuáles son los principales problemas o inquietudes de los refugiados?
Existe una cierta resignación respecto a que las fronteras no se van a abrir. Hay una gran presión sobre ellos. Un día hicieron prácticas militares con ocho cazas de combate en vuelo rasante, helicópteros, inclusive desembarcaron tropas. Cuando sopla el viento y destroza el campamento, la policía distribuye automáticamente panfletos para que se vayan a los campos militares. Es como el mito de Sísifo, un día hace buen tiempo pero a los tres o cuatro días tienes que reconstruirlo todo con la desesperación de que en mi pequeña tienda donde tenía mi familia se ha roto y no tengo sitio donde dormir. Al final, me voy con los militares.

Idomeni - Juanma Jaime
Juanma Jaime en el campo de refugiados de Idomeni.

Además del drama de los sectores más vulnerables, como niños y embarazadas, está el de los hombres. Hay muchos hombres, entre los 18 y 35 años, que los han sacado sus familias para que no los reclutasen el Estado Islámico o el gobierno de Al-Asad y son quienes no tienen una unidad familiar que les ayude. En los últimos días bajé con varios refugiados a conseguir el pasaporte porque se volvían a Siria. Te decían: ‘tengo mi familia, mi novia allí. Mis padres me obligaron a salir para que no me reclutasen, pero si tengo que combatir lo haré’. Allí hay grupos armados que si no estás dispuesto a alistarte tanto en el ejército como en Estado Islámico te pegan dos tiros y ya está.

¿Cuál es el papel que están desarrollando las autoridades políticas, militares y policiales griegas?
Las autoridades políticas griegas intentan ayudar, la policía es harina de otro costal porque después de los disturbios pusieron muchos problemas sobre todo a los voluntarios free-lance. A los voluntarios que íbamos bajo la cobertura de alguna ONG todavía nos respetaban. Pasábamos los controles, nos registraban, comprobaban si llevábamos algún refugiado. La policía fluctúa entre decir ‘la responsabilidad es vuestra”, porque sino ya estarían fuera, en los campos militares’. Allí las opciones son: te ayudamos a la deportación a tu país o a la reagrupación familiar si tienen algún pariente directo en Europa.

Le voy a contar una anécdota con la policía. Teníamos varias rutas de entrada, una de ellas donde había menos controles por un camino de tierra y campo a través. Recuerdo que iba con el camión y me encontré con un grupo de refugiados que venían descalzos. Habían intentado cruzar la frontera por las montañas y les descubrió el ejército macedonio, les quitó los zapatos, se los tiraron al río y les hicieron volver descalzos montaña a través hasta los campos. Imagínese el drama. No podían ni andar. Los subí en el camión y me paró la policía secreta griega. Pensé que me meterían en la cárcel. Les expliqué que era bombero español, me hicieron sacar a todos los refugiados, les pidieron el papel del FRONTEX. Les conté cómo les había tratado el ejército macedonio y que los llevaba en el campo para darles atención médica, pues tenían los pies en carne viva. Al principio querían hacerles volver andando, pero al final me permitieron subirlos al camión y llevarlos al campo.

Camp refugiats Idomeni
Imagen del campo de refugiados.

¿Y cuál es la actitud del pueblo griego?
El pueblo griego, mayoritariamente, da una buena recepción. Exceptuando algunos casos aislados de miembros de Amanecer Dorado. En la zona que estábamos los pueblos estaban gobernados por Syriza, aunque la segunda fuerza es Amanecer Dorado. En general, hay una buena recepción.

¿Qué opina del tratado entre la Unión Europea y Turquía?
La mayor vergüenza después de la Segunda Guerra Mundial. Vergonzoso, indecente. Me faltan calificativos. Si uno piensa que no es una emigración económica, sino que están saliendo por un conflicto que ellos llaman the game (el juego) entre Rusia, Estados Unidos y otras potencias. Nadie quiere salir de su país. La mayoría son gente de clase media que han tenido que pagar miles de euros. Son arquitectos, informáticos, personal cualificado…Ellos te dicen: ‘yo no quiero estar aquí, ni pedir caridad’. Lo más duro era repartir comida y leña, porque los ves abatidos. Por esto también intentamos aportarles dignidad como personas, no tratarlos como ganado. Esta es una de las premisas de todos los voluntarios, aportar el calor humano. Tienen ganas de comunicarse, te enseñan los vídeos de cómo cruzaron el mar, cómo cruzaron la frontera, de su casa antes y después. Te planteas:  yo soy padre de una hija y si me enfrentase a esa situación, también la sacaría.

¿Cuál sería la solución, si es que la hay, al problema de los refugiados?
En primer lugar, solucionar el problema estructural mediante la negociación de un alto el fuego y que acabase la guerra encubierta con el Estado Islámico, financiado por Arabia Saudí y otras monarquías del Golfo Pérsico. Si hubiera paz la mayoría volvería a su país. Es más, muchos están volviendo en un goteo continuo porque la calidad de vida allí es como un campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Después, aplicar el acuerdo que hubo al principio que era la aceptación de los refugiados.

Idomeni - Juanma Jaime
‘Selfie’ con algunos refugiados.

¿Tiene la intención de volver allí?
Sí. Ahora estoy implicado con el niño afgano de Osman al que hicimos la primera intervención y trasladamos al centro médico. El niño padece parálisis cerebral, es epiléptico y ahora pesa siete kilos. A favor suyo se inició una campaña en change.org. Hoy precisamente he estado hablando con Carme Chacón, como presidenta de la comisión de Asuntos Exteriores, para ver si puede interceder ante el ministro Margallo para que le concedan visados a él y a su familia. El ayuntamiento de Valencia y el de Elche están dispuestos a acogerlos. El centro hospitalario de referencia está preparado y estamos pendientes, si les conceden el visado, volver para allí y recogerlos.

¿Quisiera añadir algo más?
Los refugiados si hacía calor nos pedían agua, si hacía frío mantas y tiendas de campaña, carritos para bebé, zapatos. Pero la última petición que nos hicieron antes de volver fue: no nos olvidéis. Y en eso estoy trabajando ahora, para que no los olviden y no queden en una vía muerta. El peligro está en desmantelar este macrocampo y dispersarlos para llevarlos a campos más pequeños. Tanto Grecia como Turquía reciben dinero de la Unión Europea por cada refugiado y si están desperdigados se perdería la fuerza que tiene la reivindicación de su situación y la denuncia quedaría en el olvido.

Foto portada: Juanma Jaime tras su llegada de Idomeni. Autor: David B.

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