Foto: UN Photo. Link: https://www.flickr.com/photos/un_photo/6925741624/sizes/c/in/photolist-by1eGm-5Qa7af-61jrdB-5QYq9h-5SZfKY-bmCxTn-5QFaLM-5Sf9pk-oaNr2Q-dvcZLC-5P9GXM-jNMsYy-5QKaCE-4G5omx-osQodH-5PdZgw-692vny-oaNj55-o9L58f-o79yhM-5Rx3b3-or5xF6-o9zUG1-oai3sS-orvvva-5RHvXp-onb4kE-dA4EWA-jNKZRD-jNMtVd-jNMw3Q-orzFhQ-opKV9m-o9L5ZX-oqYoqa-or3vmE-oaeNxJ-o9zUQY-osQp9v-osQq9g-5PRHWh-ocsPMi-ducr7D-ooFApB-op997V-o9zXWD-ooFAtz-bnGNKV-dtPaCn-5SzbcE/

Opinió de Josep Asensio: ‘Una infamia llamada Israel’

Escribo estas líneas desde una playa del mediterráneo, a más de 3.000 kilómetros del mismo mar donde unos niños de la sufrida ciudad de Gaza que jugaban y se bañaban fueron vilmente asesinados por disparos de barcos de la armada israelí. No sabré nunca si la sangre diluida de esos jóvenes viene a parar a nuestras costas y se funde con mi cuerpo, pero la visión del horror, de las caras de terror absoluto que nos ofrecen las imágenes diarias de lo que está pasando en Palestina es más que suficiente para que brote en mí un sentimiento de hastío, de repugnancia extrema hacia un estado que, bajo el pretexto de la defensa, practica desde hace más de medio siglo un exterminio frío y calculador de la población palestina.

Los diferentes medios informativos ofrecen cada vez más evidencias de los crímenes de guerra consumados por Israel, con ataques mortíferos contra escuelas, hospitales, campos de refugiados, ambulancias, personal sanitario, estaciones eléctricas y de suministro de agua, junto con francotiradores de élite que liquidan a todo palestino que intenta ayudar a los heridos. Justo en este momento acabo de saber que más de veinte niños han muerto en una escuela de la ONU a manos de los vándalos israelís que también han atacado un mercado en una tregua trampa. Y aún así, este organismo sigue preso de sus teorías y de las de Estados Unidos que continúa armando al ejército sionista mientras condena la acción. ¿A quién pretenden engañar? Aquellos que creyeron en Obama pronto vieron que el poder del dinero es más influyente que cualquier estadista democráticamente elegido. La destrucción se produce cada cierto tiempo para evitar así un repunte de la ya maltrecha economía de ese trozo de terreno donde se hacinan millones de personas. La mayoría de los palestinos se encuentran fuera de sus fronteras, en Jordania, Siria o Líbano, pero los que malviven en los territorios ocupados deben sufrir el acoso y la crueldad de los dirigentes asesinos de Israel apoyados por gran parte de su población.

No soy un especialista en historia, pero a poco que repasemos el conflicto llegamos rápidamente a la conclusión que los árabes fueron expulsados de sus tierras para poder crear un estado ficticio que a lo largo del tiempo se lo ha quedado prácticamente todo. Con el beneplácito de Estados Unidos y el vergonzoso silencio de la Unión Europea, Israel se ha convertido en uno de los estados más peligrosos del mundo. Su industria armamentística es poderosa, abasteciendo a las grandes potencias; posee la bomba atómica y sobre todo, el poder de controlar a sus propios habitantes y a las potencias que reclaman el fin del conflicto.

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Porque no olvidemos que las diferentes conferencias de paz auspiciadas generalmente por presidentes estadounidenses han fracasado estrepitosamente puesto que Israel ha mentido a toda la comunidad internacional haciendo creer que esa vez sí era la crucial. Israel ha jugado siempre ese papel de mentiroso compulsivo que le ha ido tan bien, junto con una buena mezcla de manipulación para convencernos de que “el pueblo judío” ya fue masacrado por Hitler. De esta manera, ellos han lanzado el mensaje de que criticar a Israel es criticar a todos los judíos.

Las diferentes resoluciones de la ONU han sido ignoradas por Israel y nunca ha pasado nada. A Israel se le mide con otro rasero y la destrucción total de Palestina está al caer. La vergüenza es completa y ruin y los ciudadanos tenemos una vez más la fuerza. Por increíble que pueda parecer, David puede vencer a Goliat muchas veces y muchos pequeños granos de arena pueden convertirse en una pirámide. Confieso que después de ver al Papa Francisco sentado con Peres y Abbas tuve un amago de esperanza y creí en la paz. Solo un mes después las bombas asesinas israelíes caían sobre la población civil de Gaza matando especialmente a niños y a mujeres.

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Hace un año tuve la oportunidad de entrevistar a un joven palestino que vivía en Terrassa. Sus familiares se encontraban en Ramala y había perdido a tíos y sobrinos en una de las incursiones israelís. Su testimonio fue demoledor aún más si cabe que las imágenes que vemos a diario. Israel los domina por completo y el acoso es sistemático y aprovechado. Además del despreciable muro que serpentea los campos para quedarse con pozos, campos de olivos y zonas húmedas, cortan el agua, otro día la electricidad, se acaban los medicamentos e impiden el paso de la ayuda humanitaria, controles férreos a personal sanitario, alto índice de suicidios… Todo eso en épocas de paz. Cuando se restablece en parte la normalidad gracias siempre al apoyo monetario de la UE y de los países árabes, Israel declara una nueva ofensiva y todo es completamente destruido, creando en los habitantes palestinos una nueva situación de hartazgo y de odio. Porque el odio genera más odio y esos niños muertos que se recogen entre los escombros modelan el nuevo odio que permanece entre la población.

Este joven promete venganza desde dentro. La población árabe en Israel se multiplica, mientras que los israelís no radicales tienen un muy bajo índice de natalidad, acuciados por la crisis. No tienen armas pero tienen personas e Israel dará la vuelta como un calcetín convirtiéndose en un estado Islámico dejando en minoría a los judíos sionistas. Ese es su planteamiento. Sabe que los servicios secretos israelís pagan a fundaciones para que expandan la cultura israelí y así tapar la imagen tan deteriorada del país. Pero no tiene prisa. Según él, esta guerra no la ganarán las armas sino las personas.

Aunque la paz siempre es el camino, los ciudadanos de Israel son cómplices del exterminio y son ellos los que deben pagar su silencio. Puesto que los políticos europeos siguen prefiriendo dar dinero después de la destrucción, a los ciudadanos que estamos convencidos de que el exterminio es real no nos queda otro camino que el boicot a sus productos. Yo mismo devolví unas cuchillas de afeitar al ver que estaban fabricadas en Israel. Pequeños pasos que pueden y deben forzar a Israel a sentarse, cumplir las resoluciones de la ONU de una vez por todas y a pagar por todos sus crímenes. No es una quimera ni una utopía. Los boicots surten efecto en muchos casos y en éste es imprescindible. Como digo, la paz es el camino, pero mientras la Bestia siga obcecada en sus infames asesinatos, tenemos que tomar otros rumbos.

Foto portada: restos de un edificio en Gaza, en 2011, antes de la actual ofensiva del ejército israelí. Autor: UN Photo via Flickr.

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