Foto portada: calle Tibidabo de Torre-romeu. Archivo VIMUSA

La formación del barrio de Torre-romeu

Esbozamos un breve resumen de la génesis de un barrio, separado por la ciudad por el rio Ripoll, y formado en la década de 1950 por inmigrantes procedentes del sur España.

Los orígenes del barrio de Torre-romeu se remontan a la década de 1950, aunque anteriormente ya había empezado la afluencia de inmigrantes. Según el padrón municipal de 1936, en el distrito 7, denominado Afores, se inventarían una serie de barracas en los núcleos denominados ravals del Trist, Amàlia, Bastida, Caimán, Carretera, Ramon y Torre Amparo. Asimismo se catalogan masías y casas diseminadas en el entorno de la Serra o de trabajadores de las fábricas del río Ripoll. En total residían 2.203 personas, la mitad sabadellenses y la otra mitad inmigrantes procedentes de Murcia, País Valenciano y Aragón.

Vista panorámica del barrio en la década de 1950.
Vista panorámica del barrio en la década de 1950.

En 1951, el Ayuntamiento contabilizaba oficialmente 2.668 habitantes en el entonces denominado distrito 5, llamado Suburbio del Río Ripoll y Arrahona, y formado por tres núcleos: Río Ripoll y Arrahona, con 45 casas, 51 barracas y 307 cuevas; San Nicolás con 29 casas y 6 barracas y Nuestra Señora de la Salud con 33 casas y 50 barracas, que incluía el actual Raval d’Amàlia. La mayoría de estos pobladores procedían de Andalucía (751), Murcia (567) y Sabadell (505), aunque muchos de éstos últimos eran hijos de inmigrantes.

Cinco años después, en 1955, el barrio ya es denominado oficialmente como el Suburbio de Torre-romeu. A finales de ese año residían 2.498 personas nacidas en 287 localidades diferentes. De ellos, la mayoría procedentes de Andalucía (67,2 por ciento), de los cuales 1.006 personas (40,6 por ciento) de 69 pueblos de la provincia de Granada sobre todo de los municipios de Pedro Martínez (12 por ciento) y Loja (6,4 por ciento). Córdoba es la segunda provincia andaluza más representada con 262 personas (10 por ciento), la mayoría de Castro del Río (4,6 por ciento). La segunda región española más representada era Murcia con 309 personas (12,36 por ciento), la mayoría de Caravaca. Finalmente, 350 personas (14 por ciento) eran de procedencia catalana, de las cuales 208 nacidas en Sabadell, aunque 195 eran hijos de inmigrantes.

El 65 por ciento de los habitantes del barrio eran asalariados. En 1955, el 48,72 por ciento de éstos eran obreros, la mayoría en la industria textil (42,95 por ciento del total de asalariados). Los obreros en la industria del metal, especialmente mecánicos, electricistas y fundidores,  representaban el 5,77 por ciento del total de los trabajadores. En segundo lugar, en importancia numérica, estaba la construcción que empleaba sobre todo a albañiles y algún carpintero que constituían el 24,15 por ciento de la población obrera. En tercer lugar, figuraban los servicios que ocupaban al 12,39 por ciento de los trabajadores del barrio. Mención especial merece la agricultura que empleaba al 6,41 por ciento de los asalariados, una cifra apreciable para una ciudad industrial como Sabadell.

Construcción de la iglesia de Torre-romeu entre 1952 y 1953.
Construcción de la iglesia de Torre-romeu entre 1952 y 1953.

Una parte de estos habitantes procedía de cuevas y barracas del resto de la ciudad, sobre todo las de Sant Oleguer (más info: ‘Las cuevas de Sant Oleguer‘). De hecho, en 1955 se creó la Comisión de Suburbios que, entre otras actuaciones, decidió reubicar a los habitantes de las cuevas en los barrios de la periferia de Sabadell: Ca n’Oriac, Can Puiggener, Torre-romeu, Nuestra Señora de la Salud, Campoamor y Plaza de Barcelona-Sant Oleguer. A partir de entonces, el Ayuntamiento exigió la legalización de todas las edificaciones y estableció las normas para la solicitud y concesión de permisos de obras de nueva construcción, denominados, ‘albergues de urgencia que se otorgaban con un 40 por ciento de descuento y una concesión rápida.

Ese mismo año se tramitaron los primeros expedientes de permisos de obras en Torre-romeu, la mayoría legalizando viviendas existentes o de ampliación de barracas para construcciones más sólidas. También se realiza la parcelación del barrio cuyos terrenos pertenecían a cinco propietarios: Segismundo Homs Pladevall, Ramón Prats Corps, Casimiro Tomás Solsona, María Estiarte y Juan Font Roig. No obstante, los permisos de obras sólo afectaron tres de estos propietarios, Segismundo Homs, que poseía la propiedad más extensa, con 68 expedientes; Casimiro Tomás con 18 y María Estiarte con dos parcelas.

Estos permisos de nuevas construcciones estaban condicionados a que las casas no podían superar los 50 metros cuadrados. En 1957, el 31 por ciento de las viviendas tenían menos de esa superficie y constaban de cocina-comedor, tres dormitorios, un lavabo y un pequeño patio que muchos vecinos redujeron para ampliar la cocina. A pesar del exiguo tamaño de las viviendas eran las que experimentaban mayor ocupación de la ciudad con una media de 5,28 personas por casa, lo cual en ausencia de agua corriente propiciaba serios problemas higiénicos y sanitarios.

A partir de 1957 no se concedieron más permisos para edificar ‘albergues de urgencia’ sino para ‘obras mayores’, muchas de las cuales para legalizar viviendas ya existentes, realizar ampliaciones, acabar obras empezadas, hacer reformas, levantar un piso más en la casa o construir un almacén. Sólo en contadas ocasiones se solicitaba construcciones de nueva planta.

Arriba y abajo

El crecimiento del barrio se efectúa de modo caótico. Según los informes de los Servicios de Arquitectura y Urbanismo municipales, consultados por Angelina Puig Valls, sólo se prescribieron unas disposiciones generales,  no existía ningún plan parcial y la zona mantenía la cualificación de zona agrícola permanente en el Plan de Ordenación. Lentamente se fueron configurando las calles y las escasas plazas sin orden ni concierto. La mayoría fueron de autoconstrucción, en muchas ocasiones recogiendo materiales de derribos. Para edificarlas los vecinos se levantaban tres o cuatro horas antes de iniciar la jornada laboral y continuando las obras los domingos y festivos. Entonces las calles, muchas de las cuales con fuertes pendientes y desniveles, estaban sin asfaltar, lo cual las convertía en cenagales cuando llovía, sin aceras, sin agua corriente y sin alumbrado público. Los puntos de luz se pusieron en 1958 y las alcantarillas en 1969 que hubieron de pagar los vecinos a través de contribuciones especiales y superando muchas dificultades económicas.

La falta de asfaltado de las calles las convertía en cenagales cuando llovía. Autor: Pere Farran.
La falta de asfaltado de las calles las convertía en cenagales cuando llovía. Autor: Pere Farran.

Hasta 1964 el barrio estaba separado y aislado de la ciudad. Ese año se inauguró la carretera y empezó a funcionar una deficiente línea de autobuses. La ausencia de servicios básicos obligaba a ir al Centro para casi cualquier cosa, una operación arriesgada cuando no existía transporte público, pues para cruzar el río sólo existía un puente de madera que se inundaba cuando llovía con fuerza. Esto se hacía especialmente grave en temas de urgencias sanitarias, cuando los médicos de la ciudad, como indica Andreu Castells, se negaban a desplazarse a Torre-romeu.

La escuela de barrio, construida a mediados de la década de 1950, consistía en una barraca de madera donde una maestra daba clases a los niños y niñas que se presentaban. Únicamente había dos o tres tiendas de alimentación, de precios más caros que en el resto de la ciudad, por lo cual muchos vecinos preferían hacer las compras en el mercado de Sabadell. La iglesia del barrio, levantada con el esfuerzo de los vecinos, se construyó entre 1952 y 1953.

A inicios de la década de 1960 comienza un movimiento urbanístico en el barrio derivado de la apuesta de las autoridades municipales por construir viviendas para alojar la continua y creciente llegada de inmigrantes. Desde entonces la autoconstrucción deja paso paulatinamente a la edificación de bloques de pisos, espacialmente en la zona del Tibidabo, en la parte alta del barrio. De esta manera se consolidan los dos núcleos que configuran su actual fisonomía. La parte baja, donde se mantienen numerosas viviendas de autoconstrucción, y la parte alta de promociones privadas de bloques de pisos; aunque aquí también existen pequeñas viviendas de una o dos plantas.

Fábrica de la ODAG en Can Roqueta. Autor: Pere Farran.
Fábrica de la ODAG en Can Roqueta. Autor: Pere Farran.

La zona de Can Roqueta se desarrolló a partir de la instalación, a principios de la década de 1960, de la fábrica de Manufacturas Hispano Suiza de Refrigeración, SA ODAG que se convirtió en una de las más importantes de la ciudad y que llegó a emplear a 685 trabajadores. La empresa construyó cuatro bloques de pisos –conocidos popularmente como las neveras– con un centenar de viviendas para sus trabajadores, y un conjunto de 20 casas bajas para los técnicos en el actual núcleo de Can Bordoll. Estas viviendas no reunían las mínimas condiciones de habitabilidad y, excepto un economato en los bajos de un bloque de pisos, no disponían de ningún servicio urbano, ni equipamientos.

Justamente, hasta la suspensión de pagos y el cierre de la empresa en 1971, ODAG fue uno de los principales focos de la lucha obrera en Sabadell. En noviembre de 1965 se produjo la huelga de brazos caídos, iniciada por 90 obreros, en respuesta de la sanción a un trabajador por bajo rendimiento; a finales de mes el paro era total y se amplió con la reivindicación de aumento salarial. El éxito de lucha impulsó, en mayo de 1966, una segunda huelga para conseguir nuevos incrementos salariales, en esta ocasión abierta y continuada. El conflicto se saldó con el despido de siete trabajadores considerados los dirigentes de la huelga, pero fue determinante para la fundación de CC.OO en octubre de 1966.

Las riadas de 1962 convirtieron las calles del barrio en auténticos torrentes y afectaron a las casas y barracas construidas de modo más precario. Según los informes oficiales de la época, de un total de 359 viviendas consideras irreparables, 31 se ubicaban en Torre-romeu, 28 en Sant Nicolau y 9 en la Salut. Además, afectó a numerosas empresas ubicadas en el cauce del Ripoll donde trabajaban muchos vecinos del barrio. Después de las riadas se inició el proceso de reconstrucción de las industrias y la canalización del río con la erección de muros de contención y nuevos puentes para cruzarlo como el de Torre-romeu. También por aquella época, se edificaron las parcelas aún por urbanizar, en la parte alta en torno a la calle de Sau y en la parte baja en la calle Onyar.

Movilizaciones vecinales

En 1955, Segismundo Homs, el mayor propietario de tierras del barrio, fue nombrado alcalde de Torre-romeu. El Ayuntamiento impulsó la constitución de “asociaciones de cabezas de familia” presididas por los alcaldes de barrio en un intento del régimen para controlar el incipiente movimiento vecinal. Una táctica que no sería muy efectiva, pues las asociaciones de vecinos irían evolucionando hacia posturas reivindicativas, en algunos casos impulsadas por los militantes de las Juventudes Obreras Católicas (JOC), presentes en el barrio desde 1955.

La Iglesia católica mostró su preocupación por implantarse en los suburbios, preocupada por el desorden moral y social que podían provocar sus duras condiciones de vida. De este modo, la Asociación Católica de Dirigentes, vinculada a Acción Católica y dirigida, entre otros, por el empresario Antoni Forrellad, constituyó en 1957 la Escuela de Asistentes Sociales cuyos miembros poco tiempo después operaban en Torre-Romeu y Poblenou. Asimismo prestaban sus servicios los asistentes sociales de Cáritas que impulsaron la creación del Centro Cultural del barrio.

Justamente los jóvenes de estas organizaciones católicas tuvieron un papel muy importante en la organización de las reivindicaciones vecinales, donde  destaca la labor del párroco del barrio Josep Maria Borri. El alcalde Josep Maria Marcet alertaba sobre este fenómeno.

Bajo la consigna comunista, toda acción subversiva se canaliza a través de una confabulación tripartita, debidamente coordinada, entre un grupo clerical formado por la mayoría de vicarios, que cuenta con la colaboración de una plantilla de asistentes sociales vinculados a Cáritas Diocesana y proyecta su acción por determinadas asociaciones de vecinos (…) El principal coordinador es el padre José M. Borri de Torre Romeu”.

El ascenso del movimiento vecinal en la década de 1960 fue la respuesta a la falta o las graves deficiencias de los servicios públicos elementales, como la ausencia de agua corriente, que obliga a los vecinos a proveerse en las escasas fuentes públicas y privadas del barrio. En 1968, la revista Can Oriach, portavoz del movimiento vecinal y de la oposición democrática, denunciaba la existencia de 3.500 personas sin acceso al agua corriente en la parte alta de Torre-romeu.

El Centro Cultural de Torre-romeu presentó a las autoridades educativas un escrito, acompañado de 900 firmas, donde se denunciaba la ausencia de maestros, la masificación, el déficit de aulas en los barracones de madera utilizados como escuela. Finalmente, en 1963 se construyó el Grupo Escolar Joan Montllor que sustituyó a los barracones. En Poblenou la escuela Juan Ramon Jiménez no se inauguró hasta principios de la década de 1970. En septiembre de 1969 Álvaro García Trabanca, dirigente vecinal y presidente del Centro Cultural de Torre-romeu, escribía en la revista Torre-romeu, editada por éste:

Nadie nos ha regalado nada. Todo lo hemos ganado a pulso, o sea luchando. Primero fue la luz, después fueron los colegios, el puente de madera, después el puente grande, luego los autobuses y ahora, las cloacas”.

En torno a la Asociación de Vecinos y el Centro Cultural se promovieron diversas iniciativas. Más allá de la reivindicación por unos servicios públicos dignos, se impulsó una cooperativa de viviendas y se organizaron numerosos actos recreativos, deportivos y culturales como proyecciones cinematográficas, conferencias o excursiones.

En la década de 1970 las movilizaciones vecinales pivotaron sobre la mejora del servicio de autobuses o la pavimentación del barrio que supusieron la extensión de numerosas asambleas vecinales. Ello provocó la represión de las autoridades franquistas: en septiembre de 1972 la policía asaltó el Centro Cultural de Poblenou que fue clausurado temporalmente y se practicaron 16 detenciones. En 1973, se reproducía la intervención policial en Poblenou y se produjo un ataque fascista a la parroquia de Torre-romeu como respuesta a la actividad de Josep Maria Borri en el movimiento obrero y vecinal de la ciudad.

En marzo de 1975 se organizó una manifestación en el barrio como protesta de la muerte de un niño, Cristóbal Ramos, en un vertedero incontrolado. En este contexto, no resulta extraño que el barrio se movilizase masivamente en la Huelga General de febrero de 1976 y la Huelga del Metal de otoño del mismo año. Tampoco que el barrio fuese uno de los viveros de la militancia de partidos marxistas como PSUC, LCR o PTE.

Bibliografia

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GIMÉNEZ, Dionisio. Al otro lado del río. El Viejo Topo, Barcelona, 2013.
MARCET COLL, José María. Mi ciudad y yo. Veinte años en una alcaldía, 1940-1960, Duplex, Barcelona, 1963.
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Foto portada: calle Tibidabo de Torre-romeu. Archivo VIMUSA

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