A punto de cumplir 80 años, María Galiana rebosa optimismo y vitalidad. Su secreto: comer sano, dormir mucho y llevar un orden. Recuerda con satisfacción sus inicios y su trabajo con diferentes directores. Antes de su paso por Sabadell para representar Conversaciones con mamá, junto con Juan Echanove, ha concedido una entrevista a iSabadell.
La representación es el domingo a las 18 horas en el Teatre Principal. Las entradas están agotadas y Galiana está convencida del duro mensaje de la obra que no dejará a nadie indiferente.
¿Cuál es el mensaje de Conversaciones con mamá?
El mensaje es sencillo: Los bienes materiales nunca dan la felicidad. Pasan muchas cosas. Hay dos partes muy diferenciadas, pero en el fondo hay dos mundos que se enfrentan, el del hijo, consumista, materialista, pendiente solamente de las cosas terrenales, en comparación al de la madre, en su casita maravillosa para ella, y que con su poquito es feliz. Ese enfrentamiento de los dos mundos es el eje de la función.
Pocos conocen su trayectoria anterior a la de actriz, ¿Cómo se produce el paso de la enseñanza a los escenarios?
De una manera casi anecdótica casi. Hago primero una película totalmente local con unos ex alumnos que habían acabado los estudios de cine y habían una pequeña productora. Años después llegaron a Sevilla José Luis Garci y Juan Diego buscando una señora para que hiciera de madre de la chica protagonista, sobre todo porque buscaban a una persona que hablara en andaluz de verdad. Esa fue mi primera experiencia y la película se llamaba Pasodoble. Yo seguí trabajando como profesora hasta mi jubilación, a los 65 años, y a partir de ahí me fueron llamando hasta ahora.
¿Qué diferencias encuentra entre los jóvenes a los que daba clase y entre los que trabajan con usted en los rodajes?
Pues yo particularmente no veo mucha diferencia. En Cuéntame los más jóvenes son muy parecidos a aquellos que yo tenía en clase. Piense usted que ya a partir de los años 60 y 70 los chavales ya eran bastante liberales y modernos, poco inhibidos. Cuando yo estudiaba quizás sí que éramos muy diferentes a los de ahora.
Usted ha trabajado a las órdenes de importantes directores como José Luis Garci, Fernando Trueba, Jaime de Armiñan, Vicente Aranda o Benito Zambrano. ¿Qué destacaría de cada uno de ellos?
Hay directores, como José Luis Garci, que dejan total libertad a los actores para que hagan su cometido como al actor le parece que es el personaje. Él da alguna pequeña indicación pero realmente lo que le gusta de verdad es que el actor traiga el personaje puesto. Vicente Aranda, por ejemplo, a pesar de estar ya elegida en el casting, me hizo una entrevista para el papel de Madre Superiora en la película Libertarias para explicarme cómo era lo que él quería. Benito Zambrano es un gran director y no solo te dice cómo debe ser un personaje sino que corrige incluso gestos, intervenciones, para que sea lo más ajustado posible. Con Fernando Trueba me lo pasé muy bien. Fue encantador conmigo. Mi pequeño papel en Belle Époque, junto a Fernando Fernán Gómez lo recuerdo de una manera muy especial.
Solas fue su gran inicio como actriz protagonista y su gran éxito inmediato. Una gran película con fuerte carga emocional. ¿Qué quería transmitir?
En Solas yo vi la no adaptación de la gente del campo a la ciudad. La protagonista llega a la ciudad con ánimo de abandonar lo que a ella le parecía el tercer mundo, pero como no tenía estudios tiene que ponerse a trabajar como limpiadora en un club nocturno, en muy malas condiciones. Esa madre que llega del pueblo por la necesidad de cuidar al padre que está ingresado en el hospital conoce el infierno en una realidad que desconocía. De hecho es una metáfora de cómo un ideal se viene abajo en muy poco tiempo.
Usted trabajó con Francisco Rabal. ¿Qué recuerda de él?
Pues resulta que Pasodoble se grabó en Córdoba y allí estaba Jaime de Armiñan buscando gente para su serie Juncal. Me vio haciendo algunas secuencias y me cogió para el personaje de la tía. Y allí conocí a Paco Rabal que se portó maravillosamente conmigo; yo andaba un poco desorientada porque solamente había hecho una o dos películas. Recuerdo con ternura que en la escena teníamos que abrazarnos y al oído me dijo que lo hiciera por el otro lado, que estaba la cámara, porque para lo poco que salía, por lo menos que se me viera la cara. En El palomo cojo lo pasamos maravillosamente porque se rodó en Sanlúcar de Barrameda y los Barbadillos que tienen allí sus bodegas habían sacado uno de sus productos y nos dieron dos fiestas una de las cuales porque Paco y Jaime cumplían años. Lo último que hice con Paco fui bailar sevillanas.
¿Cómo consigue estar tan espectacularmente activa a punto de cumplir 80 años?
Soy una persona bastante ordenada, metódica. Duermo unas diez horas. Tengo mis peguitas, me hago mis revisiones. No soy de médicos porque tengo bastante fortaleza física. La temporada en Barcelona, siete meses, he tenido que hacerla con escayola porque me rompí una muñeca como consecuencia de una caída. Yo tengo mis cosas, pero no se notan porque procuro superarlas. No fumo, no bebo, como lo más sanamente posible.