Remedios Saiz, pensionista: ‘Confinamiento’

Remedios Saiz es pensionista y alumna de la escuela de literatura creativa Escriptorium de Sabadell.

Quiero escribir y parece que las musas me hayan abandonado. En mi cabeza mil ideas vienen y van. Son censuradas por mi parte racional que todo lo crítica, esa parte de mí que desprecia cualquier iniciativa que pueda ser cuestionada. Patrón aprendido, entre tantos otros, con ellos he construido una coraza a lo largo de los años para sobrevivir a la adversidad. Pero, ¿y la otra parte de mí que arde en deseos por contar historias?

Cuentos  llenos de misterio, plenos de sentimiento que me queman las entrañas. Ideas que he reprimido, evadiendo el pensamiento con las cosas más banales que la calle me ofrecía, o así al menos lo sentía yo. Confinada desde hace un mes. Los bosquejos iníciales se presentan ante mí con más fuerza, conduciéndome a una dura batalla entre lo que tengo que hacer y lo que quiero hacer. Mover la pluma y llenar el papel blanco con historias para los lectores más acérrimos.

A veces me distraigo tras una aguja y unos hilos, habilidades aprendidas en la niñez con desgana, o quizás dones recogido de otras vidas olvidadas. En cualquier caso descubriendo y creando fantasías y belleza entre mis manos.

Miro por la ventana y veo la soledad de las calles vacías. Las palomas, pobres palomas, cada día vienen a recoger el alimento que el abuelo de la boina de cuadros les traía. Revolotean alrededor del árbol, alzan el vuelo y vuelven a bajar inútilmente porque nadie acude a su cita. Y en las aceras,  las plantas más insignificantes invaden un terreno que antes les fue arrebatado. Parece que la libertad, de la que nosotros estamos privados, es aprovechada por la naturaleza para reconquistar.

Los días pasan, la agenda está vacía, solo una cita a las ocho de la tarde para agradecer la entrega de los que cuidan la sociedad. Hoy han puesto música “…resistiré, para seguir viviendo…”. Son cinco minutos intensos, donde se mezclan la alegría de ver a los vecinos y la tristeza de pensar en todas las cosas maravillosas que solo ahora, que no podemos disfrutar, tienen valor. Emociones contenidas de los que están lejos y los que ya no están. Soledad.

Ingratitud hacia la vida. Lagrimas ahogadas por el orgullo. No quiero pensar en todo esto. Demasiado desanimo.

Esta tarde el cielo está despejado, puedo ver como la oscuridad invade la tierra cuando se pone el sol, pero el reflejo en la luna me trae la esperanza que mañana llegará un nuevo día.

Y vosotros, como estais viviendo la pandemia del nuevo coronavirus? ¿Cómo pasais el confinamiento de estos días? ¿Qué le pasa por la cabeza? Nos podéis explicar vuestras vivencias y reflexiones en un correo electrónico, que podéis enviar a opinio@isabadell.cat, y valoraremos su publicación.

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