Manuel Navas. Autor: David B.

‘Barrios para vivir y convivir’, por Manuel Navas (FAVS)

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas. Presidente de la FAVSabadell

Los avatares han hecho de Sabadell una ciudad de barrios caracterizada por una pluralidad de procedencias que ha ido configurando la idiosincrasia heterogénea del municipio (como ha sucedido en los territorios permeables a lo largo de la historia). Nada estaba dado, ni nada perdura por siempre. La evolución es imparable por los procesos migratorios, la interrelación y el mestizaje entre personas que convivimos en un mismo territorio. Negar la evidencia es absurdo.

Barrios con personalidad que identifica/distingue unos de otros por razones económicas, sociales y culturales de sus habitantes. Poco tiene que ver, Can Puiggener con Gràcia, PobleNou con l’Eixample, Ca n’Oriac con Els Merinals, La Plana con Espronceda, La Concordia con Covadonga, El Torrent con Can Rull, La Creu Alta con Campoamor, Nostra Llar con TorreRomeu, La Roureda con Sol i Padrís, Les Termes con Can Deu, Torreguitart con Can Feu, Sant Julià con Rambla-Centre, La Creu de Barberà con PobleNou, etc. Una amalgama con el denominador común Sabadell que aglutina barrios y vecindario retroalimentándose mutuamente, de tal forma que lo bueno y lo malo que suceda en el municipio, afecta directamente en los barrios y viceversa.

Es en los barrios donde se reflejan con toda su crudeza las consecuencias de las crisis, donde se constata la desigualdad, donde se desarrollan las situaciones de marginación y de exclusión social, donde se producen los encuentros y desencuentros entre personas de procedencias, culturas y etnias diversas, donde los partidos buscan en las elecciones el disputado voto del Sr. Cayo, donde se plasma la relación de proximidad, de contacto directo, donde se realizan la interrelaciones, donde obviamente se generan conflictos, pero también lugares de extraordinarias oportunidades. Barrios en los que el crecimiento urbanístico y cambios globalizantes han difuminado sus fronteras y modificado las relaciones, pero que mantienen como base a las personas (vecinos, comerciantes, jubilados/as, desempleados, jóvenes, niños/as, etc.), que son la sal del barrio que, como ciudadanos/as tienen derechos económicos y sociales en aras a cubrir necesidades básicas: vivienda, trabajo, sanidad, educación, asistencia social, participación, ocio, …….., y que requieren un entorno digno para vivir y convivir (el barrio y la ciudad).

Y siendo las personas el activo fundamental de las sociedades, en lo territorial, los barrios son una de las unidades básicas de identidad colectiva que, cuanto más capaces son de generar riqueza a partir de su actividad, más se humanizan y dejan de ser simples dormitorios para convertirse en espacios llenos de vida para lo cual es preciso que las prioridades de los dirigentes políticos así lo reflejen, respecto a las cuales pueden/deben jugar un papel importante la presión y voluntad popular a través de reivindicaciones y propuestas.

La historia acredita que, en buena parte, Sabadell y sus barrios han sido (y serán) lo que sus vecinos/as y sus entidades y organizaciones sean capaces de defender ante las administraciones competentes: Generalitat (equipamientos, infraestructuras, sanidad, educación, servicios sociales, seguridad, etc.) ayuntamiento (mantenimiento del espacio y mobiliario público, limpieza, convivencia, comunidades energéticas, líneas estratégicas, comercio de proximidad, etc.) y de eso se trata, de seguir trabajando por unos barrios digno y una ciudad donde merezca la pena vivir.

Y sin minimizar los graves problemas estructurales (económicos y sociales) que sufrimos las clases populares que condiciona todo lo demás, cabe insistir que, si no existe corresponsabilidad vecinal, las actuaciones que se lleven a cabo, no tendrán los resultados esperados mientras personas tiren la basura en la calle, o que no recojan las cacas de sus mascotas, o que no respeten o destrocen el espacio y mobiliario público o que no sigan las normas de convivencia, etc. Actos incívicos y vandálicos que requieren tolerancia cero a la hora de aplicar sanciones, pero, que al ser imposible
poner un policía municipal detrás de cada persona, deben intensificarse campañas de educación cívica a todos los niveles, ámbitos y edades.

Defender los barrios, revindicar los equipamientos y servicios necesarios, denunciar aquello que degrade el espacio público y las relaciones de convivencia, etc., requiere sentirse parte del mismo, estimarlo. Solo desde la premisa de poner en valor nuestro hábitat territorial tiene sentido defenderlo ante las eventualidades, sin olvidar que, en el contexto actual, modificar comportamientos y actitudes antisociales necesita un profundo trabajo de las administraciones (en función de sus competencias) que no se limite a titulares sin contenido, sino con medidas concretas y eficaces que avancen en los cambios estructurales que esta sociedad precisa como agua de mayo.

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