ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas, presidente de la FAVSabadell
Dicen, y probablemente sea cierto, que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en una verdad especialmente para quienes disponen de una información sesgada y/o limitada. Y, aunque nadie es inmune a la manipulación, seguramente cuanta más información contrastada se disponga, más difícil será. Sin embargo, aproximarse a la equidistancia respecto a la información es complejo, porque, en general, con las excepciones que confirman la regla, la socialización de cada cual, marcada por nuestras circunstancias personales (clase social, familia, educación, interrelaciones, etc.) nos conduce a interiorizar un sistema de creencias que se refleja en nuestra forma de entender y actuar, en resumidas, que nadie es bueno o malo, facha o demócrata, nacionalista o internacionalista, republicano o monárquico, de derechas o de izquierdas, etc. por naturaleza. Los esencialismos no existen. Lo que existen son creaciones humanas y, como tales, efímeras que sirven hasta que, un día, son suplantadas por otras que nos sean más útiles.
Con tales condicionantes, durante la vida recibimos inputs procedentes de diversas fuentes y entre ellas, regularmente, de los mass media de todo tipo y aquí, el refrán “dime con quien andas y te diré quién eres” se muta en “dime los medios que utilizas para informarte y dibujaré tu perfil de valores-ideológico-político”. En ese estado de cosas y como es imposible procesar el caudal de información que diariamente nos llega por distintos medios (cada vez más por redes sociales donde cada cual dice lo que le venga en gana sin necesidad de verificaciones y/o de empresas dedicadas a producir sistemática y masivamente post verdad o fake news), acabamos acudiendo a los que están en consonancia con nuestras convicciones que, además de fortalecer nuestras creencias, acaba generando una retroalimentación entre emisores y receptores de noticias.
De hecho, y con poco margen de error, no es difícil realizar una fotografía ideológica y política nuestra si observamos las fuentes de información de la que nos alimentamos, pongamos por caso de Telecinco, Cuatro, OKDiario, El Hormiguero, La Razón o de TV3, VilaWeb, Nació Digital o de TVE, Público, eldiario.es, El Intermedio, infolibre, CTXT.es. No obstante, afortunadamente, el esquema no es tan infalible como algunos desearían, porque de serlo, estaríamos aceptando que el ser humano es incapaz de discernir, algo que los hechos contradicen porque, para sintetizarlo, sabemos eso puede funcionar para todo el mundo, pero no todo el tiempo, o para todo el tiempo, pero no para todo el mundo, lo que abre las puertas a la disidencia, la crítica y la resistencia como, por ejemplo, en lo inmediato, frenar la ola conservadora-extrema derecha (España como ejemplo) que recorre distintos países del planeta y con miras más largas, trabajar por un mundo más equitativo, sostenible y menos cruel.
En tiempos como los actuales, que no son buenos para la lírica, resulta imprescindible apelar a un pensamiento crítico que cuestione la información recibida, en especial la que proviene de medios (identificados), dedicados sistemáticamente a mentir y/o difundir bulos con el objetivo de generar un estado de opinión antidemocrático a través de la crispación y el odio como expusieron el periodista Siscu Baiges y el profesor Steven Forti en las jornada ‘Democràcia vs discursos de l’odi‘ organizada por l’ajuntament de Sabadell y la FAV Sabadell recientemente.
Y como no hay vacunas contra este terrible virus mental alimentado, generalmente, por la ignorancia y/o la desinformación, mientras no adopten medidas contundentes las administraciones públicas y organismos internacionales para salvaguardar a la ciudadanía del gravísimo atentado contra el derecho fundamental a una información veraz y contrastada (al que debe reivindicarse), queda fomentar la capacidad crítica personal/colectiva para salir del matrix en el que pretenden instalarnos y aun siendo conscientes de que se trata de una lucha titánica y desigual habrá que acordar con Ernesto Sábato que la mejor manera de contribuir a cambiar las cosas es no resignándose.
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