ARTÍCULO DE OPINIÓN
Loli Cebreiro, vocalia de gènere de la FAV Sabadell
Suma y sigue. Somos testigos de una alarmante ola de violencia de género y vicaria con resultados trágicos que van dejando un rastro de muertes y sufrimiento. Una situación que pone de manifiesto no solo la persistencia de estos crímenes, también la necesidad urgente de abordarlos con seriedad y compromiso y, como somos conscientes de que se trata de un gravísimo y complejo problema que no tiene soluciones mágicas, requieren decisiones más contundentes que la que hasta se están dando si no queremos caer en el pesimismo y la impotencia.
En lo que va de año, las estadísticas de violencia de género en España han mostrado un aumento más que preocupante en el número de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Según el Ministerio de Igualdad, en el primer semestre de 2024, ya se han registrado más de 30 asesinatos por violencia de género, y varios de estos casos también implican violencia vicaria y en el último fin de semana han sido 5 los feminicidios perpetrados, uno de ellos en Sabadell.
A todo ello, resulta incomprensible que, a pesar de las cifras y los casos documentados, los partidos de extrema derecha sigan negando la existencia de la violencia de género, bajo al espurio argumento de que se trata de “violencia intrafamiliar”, rechazando la evidencia de que las mujeres sean víctimas específicas de una violencia sistemática y estructural. Esta negación no solo es absurda, sino peligrosa, ya que minimiza el problema y dificulta la implementación de medidas efectivas para combatirlo fomentando la banalización de esos crímenes y sus causas.
Conviene hacer hincapié en que la violencia de género se refiere a cualquier acto de violencia basado en el género que resulta en daño físico, sexual o psicológico para las mujeres, incluyendo amenazas, coacciones o privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como privada, al que en cada vez más ocasiones se une la violencia vicaria como variante extrema de violencia de género, donde el agresor daña a los hijos para infringir el máximo dolor a la madre. Es un acto de crueldad que busca destruir emocionalmente a la mujer, utilizando a los hijos como instrumentos de venganza.
Y que se trata de una situación que tiene raíces profundas en la sociedad y se alimenta de varias causas estructurales como el patriarcado y el machismo (reflejado en la idea de que los hombres tienen derecho a controlar y dominar a las mujeres, siguen arraigados en muchas culturas y sociedades) y/o la desigualdad económica y social (que condena a las mujeres a menudo a situaciones de desventaja económica, haciéndolas más vulnerables a la violencia y dificultando su capacidad para escapar de relaciones abusivas) y/o la normalización de la violencia (promovida por medios de comunicación, cultura popular y tradiciones que mantiene su aceptación). Además, la falta de educación y conciencia sobre igualdad de género y respeto mutuo es insuficiente, perpetuando estereotipos y comportamientos violentos. Un pack que tiene como resultado el favorecer el actual estado de la cuestión.
Para combatirlo, a nivel general existen líneas de actuación y propuestas (aquí viene a colación la miserable e irresponsable campaña política-judicial-mediática contra el “si es si” cuya virulencia finalizó cuando cumplió su objetivo que no era otro que el sacar del gobierno progresistas a la ministra Irene Montero) y que en general pasan por implementar programas educativos desde temprana edad que promuevan la igualdad de género encaminada a desmotar estereotipos y comportamientos machistas, así como el reforzar las leyes existentes y su aplicación apoyando a las víctimas proporcionándole protección, recursos seguros, apoyo psicológico, recursos económicos, reinserción laboral y campañas de concienciación que visibilicen la gravedad de la violencia de género y vicaria animando a denunciar estos actos, etc.
La violencia de género y vicaria es una realidad devastadora imposible de ignorar. Las negaciones de la extrema derecha solo agravan la situación, impidiendo el avance hacia una sociedad más justa y segura para todos para lo cual es fundamental abordar las causas estructurales y tomar medidas concretas de tolerancia cero para proteger a las mujeres y a sus hijos, con el objetivo de erradicar esta lacra para ir construyendo un futuro donde todos y todas, independientemente de su género, podamos vivir sin miedo y en igualdad.
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Foto portada: manifestació pel 8M a Sabadell, fa un parell d’anys. Autor: David B.