Evolución del movimiento vecinal de Sabadell

‘L’estat de la ciutat (XVI)’: Perspectivas del movimiento vecinal

L’ESTAT DE LA CIUTAT

La reciente renovación de la junta directiva de la Federació d’Associacions de Veïns (FAV) de Sabadell nos invita a reflexionar sobre el pasado y el futuro de estas entidades cívicas. En un contexto dominado por el severo impacto de la crisis financiera en las condiciones de vida de los barrios.

El nuevo equipo está presidido por Amador Ruiz, flanqueado por Juan Guil en la vicepresidencia, Manuel Navas en secretaría y comunicación y el ex presidente de la FAV Ernest Espinós en la vocalía de vivienda.

Se trata de una dirección con experiencia política y sindical. Ruiz fue cuadro sindical en Telefónica y militante de EUiA, Guil, secretario comarcal de CC.OO durante casi dos décadas, militante del PSUC Viu y concejal de EUiA en el Ayuntamiento de Sabadell durante ocho años, Navas dirigente de la histórica huelga del metal y de la AV de Torreguitart, está vinculado a Entesa, Espinós, con una larga trayectoria política y sindical milita actualmente en la CUP.

Todos ellos pertenecen a la generación de la transición, nacidos en la década de 1950, e hicieron sus primeras armas políticas en la etapa final de la Dictadura.

El nuevo presidente de la FAV, Amador Ruiz. Foto: J.d.A
El nuevo presidente de la FAV, Amador Ruiz. Foto: J.d.A

La composición de la junta expresa la correlación de fuerzas en el interior de la FAV y la alianza entre EUiA y Entesa, frente a ICV y PSC las otras formaciones con implantación en el movimiento vecinal. Así los ecosocialistas dominan las asociaciones de vecinos de La Creu de Barberà o Can Puiggener y los socialistas las de Can Rull o Can Llong.

Esta renovación no ha estado exenta de polémica, el anterior presidente de la FAV, Alejandro Oruña, abandonó el cargo entre acusaciones de presiones partidistas que apuntaban hacia Entesa y que fueron desmentidas por el nuevo presidente.

Manifestación por la sanidad pública. Foto: Plataforma en Defensa de la Sanidad.
Manifestación por la sanidad pública. Foto: Plataforma en Defensa de la Sanidad.

En cualquier caso, la nueva dirección parece decidida a imprimir una orientación más combativa al movimiento vecinal, en consonancia con el severo impacto social de la crisis financiera sobre las condiciones de vida en los barrios populares.

La etapa heroica

El libro del historiador Xavier Domènech Sampere –Quan el carrer va deixar de ser seu. Moviment obrer, societat civil i canvi polític. Sabadell (1966-1976), Abadia de Montserrat, 2002- nos proporciona valiosos datos e indicaciones sobre los orígenes y la expansión del movimiento vecinal en la ciudad bajo el franquismo.

Las primeras asociaciones vecinos fueron a las de Ca n’Oriac, Torre-romeu y Merinals, surgidas gracias a la cobertura legal de la Ley de Asociaciones de 1964 y que, al iniciarse la década de 1970, se habían implantado en la mayoría de barrios de la ciudad. Desde el principio, los líderes vecinales fueron personas procedentes del movimiento obrero y curtidas en las luchas sindicales, como en los casos de los militantes del PSUC y CC.OO, Ginés Fernández en Campoamor o Francisco Morales en Ca n’Oriac, que serían concejales del partido comunista catalán en el primer mandato de Antoni Farrés.

En el análisis de Domènech Sampere, después de una fase de nacimiento y consolidación, en un momento de expansión demográfica y urbanístisca de Sabadell,  a finales de los 60, cristaliza una estructura dual de ciudad:

Un Sabadell oficial, amb un consens actiu o passiu davant d’un règim que tenia l’Ajuntament com a centre polític, i un Sabadell alternatiu al primer, generat des dels suburbis i l’esquerra, que havia articulat formes de relació diferents dels canals oficials amb mitjans de comunicació propis (…) Si el centre del Sabadell oficial es trobava en el casc històric de la ciutat, el barri de Ca n’Oriac era el centre d’aquesta ciutat alternativa” (pp.136-137).

En efecto, Ca n’Oriac, separado 2,6 km. del casco urbano por gran espacio virgen, fue uno de los primeros suburbios que aparecieron en los años cuarenta, pero que no creció hasta bien entrados los cincuenta y que, en 1966, ya contaba con 14.393 vecinos. Conocido popularmente como Kansas City, la ciudad sin ley, el agua corriente no llegó hasta 1961, el alcantarillado hasta 1965 y la pavimentación, sólo de la Avenida Matadepera, hasta 1971 con motivo de la visita del príncipe Juan Carlos.

El populoso barrio, habitado mayoritariamente por trabajadores especializados (71,6%), se convirtió en el epicentro de la oposición democrática, tanto por parte de las fuerzas políticas y sindicales antifranquistas que celebraron allí sus primeras asambleas, bajo el paraguas protector de la parroquia, como por parte de los mismos militantes del barrio. Prueba de ello fue la aparición de la revista Can Oriach, en abril de 1966, que pronto se convirtió en el portavoz de la oposición democrática de la ciudad y objeto de diversas multas gubernativas.

El punto de inflexión de este proceso de crecimiento suele datarse en 1973, a raíz a la masiva oposición al proyecto de la Gran Vía, a partir de la cual se creó el Secretario Provisional de Asociaciones de Vecinos de Sabadell. Uno año después, en octubre de 1974, se constituyó, en el bosque de Togores, la Assemblea Democràtica de Sabadell organismo unitario de la oposición que reunía entidades cívicas y culturales, asociaciones de vecinos, sindicatos y partidos de la oposición al franquismo, donde el PSUC y sus organizaciones sectoriales era la formación claramente hegemónica.

La lucha contra la dictadura pasaba de los reducidos círculos de la clandestinidad a la protesta de masas como se evidenció en la huelga general política (febrero de 1976) y la huelga del metal (septiembre 1976).

 Institucionalización y decadencia

La victoria del PSUC en las primeras elecciones municipales democráticas (1979) desde la Segunda República, significó la confirmación política de esa hegemonía social e ideológica. La estrecha sintonía entre el equipo de gobierno y el movimiento vecinal, ambos dirigidos por el PSUC, propició, durante el primer mandato de Farrés, la búsqueda de un modelo de relación original que chocaba con la arquitectura institucional de democracia representativa de la Constitución de 1978.

Durant aquesta primera etapa de l’Ajuntament elucubràvem al voltant de models com ara el de crear els consellers de barri i un senat d’entitats i fèiem reunions amb associacions de veïns a les quals assistien 1.500 persones. Els veïns preguntaven i el Toni s’explicava; allò va ser democràcia directa. Jo calculo que van participar en aquelles assembles al voltant de 30.000 persones.” (Entrevista a José López, “Pepito”, Antoni Farrés i Sabater, tal com l’hem conegut, Amics del Toni, Sabadell, 2012, p. 121)

 Finalmente, se impuso el modelo denominado de Participación Ciudadana, con la creación de los consejos de distrito y la red de centros cívicos. Un modelo mixto que, en teoría, combina elementos de democracia representativa y participativa, pero que, en la práctica, condujo a la construcción de un pesado aparato de gestión burocrática.

Paella organizada por la AA.VV de Torre-romeu, las pasadas fiestas de barrio
Paella organizada por la AA.VV de Torre-romeu, las pasadas fiestas de barrio.

Diversos factores incidieron en la decadencia del movimiento vecinal desde finales de la década de 1980.  Por un lado, el ayuntamiento de izquierdas había cumplido con las principales reivindicaciones históricas respecto a las graves carencias en infraestructuras y servicios básicos de los barrios; ello cuestionaba el modelo reivindicativo de sus orígenes y que había dado sentido a su existencia. Por otro lado, los efectos sociales de la crisis industrial provocaron la desmovilización de las organizaciones obreras y un profundo desencanto respecto a las instituciones de la monarquía parlamentaria y la vida pública en general entre amplios sectores de la ciudadanía.

El movimiento vecinal experimenta un proceso de lento pero imparable envejecimiento. No se produce la renovación generacional y en muchos casos continúan dirigidas por los mismos líderes vecinales que encabezaron la oposición a la Dictadura. Las asociaciones de vecinos, cada vez más dependientes de las subvenciones del ayuntamiento, se dedican a poco más que organizar las fiestas del barrio y talleres en los centros cívicos o gestionar las vocalías de entierro.

Una protesta de la FAV contra el ayuntamiento. Foto: J.d.A
Una protesta de la FAV contra el ayuntamiento. Foto: J.d.A

A pesar de esta debilidad estructural, la investidura de Manuel Bustos como alcalde de Sabadell (1999) abrió un periodo –donde continuamos inmersos- marcado por la dura lucha por el control del movimiento vecinal entre el PSC y los tres fragmentos del viejo PSUC: ICV, EUiA y Entesa. Con episodios de infausta memoria, como en Can Deu, donde un grupo de dirigentes socialistas de fuera del barrio, entre ellos Joan Manau, se hicieron socios de la asociación de vecinos para asegurarse su control político.

La actual polémica por la cesión de un local municipal a la FAV resulta ilustrativa de las malas relaciones entre el equipo de gobierno y el movimiento vecinal.

Nuevos escenarios

Los recortes de la Generalitat en sanidad provocaron el verano pasado la movilización de diversas asociaciones de vecinos como la de Poblenou en protesta por el cierre estival de su CAP o de los barrios del norte afectados por la clausura del servicio nocturno de urgencias del CAP de Ca n’Oriac. Unas luchas donde confluyeron la Plataforma de Defensa de la Sanidad Pública, impulsada desde hacía años por la FAV, con los jóvenes del 15-M y que culminó con la acampada frente al CAP de Ca n’Oriac en agosto de 2011.

Amador Ruiz, en la entrevista concedida a iSabadell, indicó la revitalización de las asociaciones de vecinos a raíz de la coincidencia con el 15-M en las luchas por la sanidad y la educación públicas. Así señaló la incorporación de muchos de ellos en el movimiento vecinal organizado.

Entrada del CAP Ca n'Oriac, el verano pasado. Foto: La Vanguardia
Entrada del CAP Ca n'Oriac, el verano pasado. Foto: La Vanguardia

La degradación de las condiciones de vida en los barrios, donde se notan con mayor dureza las consecuencias sociales de la crisis, y la composición de la nueva junta directiva de la FAV,  apuntan hacia un regreso del movimiento vecinal a sus orígenes reivindicativos, en un contexto sociopolítico bien distinto.

Ahora no estamos bajo un dictadura, sino en un régimen democrático. La crisis no afecta a una rama de la economía, como entonces ocurrió con la industria, sino que es sistémica pues ha estallado en los centros de poder financiero del sistema capitalista.

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