‘Los mundos paralelos de la sanidad pública’, por Manuel Navas (FAV)

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas, presidente de la Federació d’Associacions Veïnals de Sabadell (FAV Sabadell)

El ultimo Consell de Salut de Sabadell convocado a instancias de la FAV con la intención de abordar la gravísima situación que padecemos con la segunda ola de coronavirus y la campaña de vacunación contra la gripe estacional, ni de lejos cubrió las expectativas. Se pretendía que explicasen los objetivos que la Generalitat de Catalunya ha marcado en este escenario y qué instrumentos (recursos) piensan utilizar y cómo se concretan en Sabadell para saber a qué atenernos y salir de la incertidumbre que estamos sumidos. Ni l’Institut Català de Salut (ICS) ni CatSalut estuvieron a la altura.

Dado que, si no existe un buen rastreo, las medidas que se adopten para evitar el contagio no sirven de mucho, parece lógico conocer cuántos rastreadores de los contratados por la Generalitat de Catalunya con Ferrovial por 18 millones de euros, estaban actuando en Sabadell y en qué criterios se basan (¿OMS, arbitrarios?) y son suficientes para destinar seis rastreadores a una población de 30.000 personas por ejemplo. Sin respuesta.

Dado que la sociedad civil y profesionales de la sanidad venimos denunciando desde hace años que los recortes la han precarizado y que la pandemia ha destapado la incapacidad del sistema sanitario para hacer frente a la pandemia por falta de recursos, también es lógico que los políticos responsables (que para eso cobran excelentes sueldos), determinen y cuantifiquen los recortes de personal y económicos durante la última década y expliquen qué piensan hacer para recuperar los niveles de plantilla y recursos económicos eliminados y planifiquen con perspectivas de futuro para lograr una sanidad 100×100 pública y de calidad. Sin respuesta.

Y lo mismo con temas como la atención telefónica o visitas domiciliarias como parches para suplir la falta de personal y de recursos, olvidando que necesitamos ser atendidos presencialmente por nuestro médico de familia o la eliminación de la pediatría de los CAP, etc. La falta de objetivos y recursos es un dislate que la población no nos merecemos y que desnuda el nivel del Govern de la Generalitat. Y a mayor escarnio, son políticas contrarias a lo que el ICS declara sobre lo que deben ser los Equipos de Atención Primaria de los CAP: un conjunto de profesionales de medicina de familia, pediatría, enfermería, odontología, trabajo social y de atención al ciudadano, preparado para ofrecer una atención integral que incluye la atención y la promoción de la salud y la educación en los hábitos saludables, la prevención de enfermedades y la orientación en la asistencia social. Mundos paralelos, en el que ellos viven y en el que vivimos el resto de mortales.

Y a ello, se añade la interrupción total o parcial de los tratamientos de la hipertensión, la diabetes, el tratamiento del cáncer, las emergencias cardiovasculares, oftalmología, odontología, traumatología, los servicios de rehabilitación, los referentes a la salut mental, etc., que provocan un brutal incremento de la listas de espera, sumado a miedo de los pacientes a acudir a los centros de salud por temor al contagio, está generando un aumento de muertes como efectos colaterales de la pandemia, algo que, al igual que las 6.000 muertes en las residencias y las que pudieron ser evitadas de haber existido recursos para hacer frente a la COVID-19 (aquellos lodos -los recortes- trajeron estos barros), debe anotarse en el debe de la Generalitat que tiene competencia exclusiva, y que junto con la de Madrid, están a la cabeza de comunidades que más recortes ha realizado en la sanidad pública.

Y como nadie asume responsabilidades por la nefasta gestión y la aplicación de políticas neoliberales, porque al parecer, los recortes o no dotar de recursos a la sanidad suficientes e incluso el propio virus forman parte de designios divinos, habrá que pedírselas a Dios.

Foto portada: acceso al CAP Can Rull, esta semana. Autora: Alba García. 

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