Foto portada: la Rambla de Sabadell. Autor: M.Tornel.

‘Migraciones: inmigraciones / emigraciones’, por Manuel Navas

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas, sociólogo

Sin entrar en las ansias expansionistas de reyezuelos y dictadores psicópatas de todos los colores, territorios y épocas, una de las características de la especie humana, desde que irrumpimos en el planeta, son las migraciones en búsqueda de mejores condiciones de vida y/o escapar de tragedias. Al respecto, conviene recordar que los últimos datos conocidos apuntan a que los humanos modernos procedemos de una sola población que vivió en África hace unos 200.000 años y que, pasito a pasito, durante miles de siglos hemos repoblando la tierra primero, troceándola con fronteras después y construyendo el mundo actual.

Sin duda es una mala noticia para el supremacismo ario el que nuestra primera madre fuese negra y que todo el universo, incluida la especie humana, seamos energía que no entiende de color o género, como lo es para quienes se empeñan en poner puertas al campo pretendiendo atajar un fenómeno tan antiguo como el andar (migraciones han existido, existen y probablemente existirán por múltiples motivos: guerras, hambre, desastres naturales, expolio de los países pobres… ), así como para el esencialismo de quienes creyéndose el pueblo elegido olvida que nada nos viene dado sino que todo (la cultura, la lengua, etc.), es fruto de interacciones humanas producidas a lo largo de la historia y que, por lo mismo, nada es eterno.

Factores que deberían ser suficientes para entender y asumir los cambiantes contextos y evitar caer en la paranoica ofensiva antinmigración emprendida por los chamanes de los países receptores para tapar con cortinas de humo la realidad de un sistema económico injusto, en base al relato insostenible de acusar a la inmigración de todos los males contra quienes cargar (y engañar) nuestras frustraciones. Una historia repetida mil veces y de mil formas distintas.

Con semejante bagaje, los comentarios xenófobos y racistas, en este caso relacionados con la inmigración, reflejan un provincianismo fascistoide fruto de la ignorancia de unos y la manipulación sin concesiones de otros con especial gravedad cuando provienen de dirigentes políticos. Y llegados a este punto recordar que Catalunya no ha quedado al margen de la ola de extrema derecha con partidos como Aliança Catalana, VOX o Frente Nacional que enarbolan un discurso estructuralmente discriminatorio y que, en la línea del PP asumiendo buena parte de los postulados de VOX, tenemos a JxC con los de Aliança Catalana, sea porque los neoconvergentes no quieren perder votos del catalanismo más retrógrado, sea porque, como todo etnicismo, está preñado del sesgo supremacista. O por ambas cosas.

Abordar el fenómeno, lejos de proclamas xenófobas, obliga a separar el trigo de la paja y analizar las causas de la inmigración y no sólo de las consecuencias: a) que el problema no es el origen de las personas, sino su nivel económico, son pobres; b) descartar el falso debate inmigración-delincuencia y/o que se llevan las ayudas, etc. (Verificat o Antirumors, etc., llevan años aportando datos que lo desmienten); c) no centrarnos en hechos consumados y analizar las consecuencias, del expolio/explotación de los países ricos y multinacionales, en orden al desarrollo humano y autóctono de los países “pobres”;… En definitiva, no mirar el dedo, sino la luna que el dedo señala. No obstante, es muy probable que cada cual seguirá creyendo lo que ya pensaba y lo reforzará con los datos de un digital facha, de un whatsapp que le envió a un amigo o lo que ha visto en Twitter..

Y centrándonos en Catalunya, el problema de la inmigración no es la delincuencia, ni el uso del catalán, ni la escuela, ni siquiera la integración. De hecho, un xenófobo con un árabe millonario (no uno llegado en patera), o a un ucraniano blanco con ojos azules (no con distinto color de piel) o una sinagoga o iglesia evangélica (no una mezquita), no tiene problema. Lo hay si el inmigrante es marroquí o colombiano, no si es alemán o canadiense. Blanco y en botella. Es preciso dar un giro en el enfoque del debate.

Para hablar de la inmigración no caben discursos paternalistas o ingenuos y por supuesto ni xenófobos y racistas bajo el paraguas del populismo, ni los de tipo utilitarista (los informes señalan que, por la baja natalidad, la UE necesita 60 millones de inmigrantes/trabajadores antes del 2050. En España 300.000 cada año). Hablar de la inmigración con propiedad implica ponernos de acuerdo en las causas del problema y adoptar decisiones tendentes a paliar este gigantesco drama humano más allá de medidas reactivas ante situaciones extremas. Significa hablar de un sistema económico y modelo de dominación basado en una redistribución de la riqueza y recursos injusto y un desarrollismo infinito incapaz de satisfacer las necesidades y la supervivencia de la especie humana y del planeta. Hablemos en serio de migraciones sin marear la perdiz y, mientras tanto, denunciemos los discursos xenófobos (vengan de donde vengan) que se presentan como oráculo al problema.

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Foto de portada: la Rambla de Sabadell. Autor: M.Tornel.

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