El ministre de Foment, José Luis Ábalos, acompanyat del president de la CEOE, Juan Rosell, i el president de la Cambra de Comerç espanyola, Josep Lluís Bonet, en l'acte a favor del Corredor Mediterrani el 27 de setembre del 2018. (HORITZONTAL)

‘Corredor mediterráneo: el negocio de los de siempre’, por Josep Asensio

Desde hace años, los ciudadanos no paramos de escuchar las bondades de una infraestructura necesaria en todos los sentidos y que será la panacea para el desarrollo de toda el área mediterránea y que conectará Algeciras con la frontera francesa y desde ese punto a toda Europa. España es el país con más kilómetros de alta velocidad de todo el mundo lo que no deja de sorprendernos a diario, dado nuestro bajo nivel de vida. Cuando se inauguró la primera línea Madrid-Sevilla, en pleno apogeo del felipismo, la Expo y las Olimpiadas, muchos criticaron el carácter propagandístico del apego de Felipe González a Andalucía. Ya en ese momento era evidente que la línea preferente era la de Madrid-Barcelona, pero esta tuvo que esperar hasta el 2008.

Desde entonces, el AVE ha acumulado pérdidas y muy pocas ganancias, la mayoría debidas a promociones de todo tipo. Los usuarios que quieran, además, aprovecharse de estas ofertas deben renunciar al reembolso del billete en caso de necesidad. No olvidemos que el trayecto Barcelona-Madrid con un billete sin descuentos está entre 100 y 130 euros, algo más caro que el puente aéreo en líneas de bajo coste. La empresa ADIF no ha tenido más remedio que ajustarse al máximo percibiendo la huida de los viajeros al transporte aéreo o por carretera.

Así pues, después de la conexión de Madrid con Sevilla y con Barcelona, y quizás mucho antes, se vio la necesidad de conectar toda el área mediterránea con trenes de alta velocidad que suplieran de algún modo la lentitud exasperante de los que circulaban entre Barcelona, Valencia y Alicante. Llegó el Euromed, que supuso un cambio significativo, pero Murcia quedaba todavía en el culo del mundo, desde Madrid y desde la capital catalana. Fueron precisamente los empresarios murcianos y los del levante almeriense los primeros en reivindicar una línea de alta velocidad paralela a la de viajeros con el objetivo de dar salida a los productos agrícolas de aquella zona, y abaratar los costes que supone trasladarlos en camiones de gran tonelaje. Años después lograron el apoyo de los de la zona oeste de Andalucía, de los catalanes y de los valencianos que, encabezados por Juan Roig han tomado el poder en esta petición.

Ha habido un trabajo exhaustivo de concienciación desde 2016, con la creación del canal de comunicación El Corredor Mediterráneo, antes de la importante reunión celebrada en Barcelona el pasado 27 de septiembre. Además de la petición de firmas de apoyo (solo han logrado 124.000), se han desarrollado actuaciones en Tarragona, Murcia, Almería, La Encina (Alicante), Valencia, Madrid, Los Barrios (Campo de Gibraltar), Málaga, Granada, Cartagena, Lorca, Alicante, Castellón, Reus y Martorell. La idea era sumar a diferentes agentes sociales en la causa de la alta velocidad mediterránea.

Imposible citar aquí a todos los presentes en ese acto, pero sí que es significativo recordar algunos nombres: Juan Roig, presidente de Mercadona, Juan Rosell (CEOE) y José Luís Bonet (Cámara España), Joaquim Gay de Montellà (Foment del Treball-Catalunya), Javier Godó (Grup Godó), Jordi Gual (Caixabank), Josep Oliu (Banc Sabadell), Agnès Noguera (Libertas 7), Josep Terradellas (Casa Tarradellas), Miguel Torres (familia Torres), José Sevilla (Bankia), José García-Carrión (García Carrión)… A pesar de una puesta en escena grandilocuente y de una evidente intención de hacer partícipe a la sociedad civil, la realidad es que éste es un movimiento puramente empresarial, con claras intenciones de negocio y en las que están detrás familias muy poderosas en todos los ámbitos, pero, casualmente, relacionados, otra vez, con la inversión inmobiliaria. Todos ellos han tratado de convencer a autoridades políticas, cívicas, cámaras de comercio y autoridades portuarias, de la necesidad de la infraestructura, pero han olvidado a los usuarios.

El Corredor iría de Algeciras al centro de Europa pasando por el arco mediterráneo.
El Corredor iría de Algeciras al centro de Europa pasando por el arco mediterráneo.

Cabe recordar que, aunque éstos demandan un mejor servicio, los precios entre Barcelona, Valencia, Alicante y Murcia son muy competitivos y los Euromed han significado una modernización evidente. A Alicante se puede llegar en menos de cinco horas por 60 euros de media y a Murcia, en siete horas por menos de 80, a esta última capital en modernos trenes Talgo. Y si, además, cogemos una promoción, el viaje puede salir por tan solo 25 euros. A pesar de la duración del viaje, el precio lo hace atractivo. Con la llegada del AVE mucho me temo que éstos se van a doblar o triplicar, impidiendo que los usuarios medios puedan utilizarlo, y tengan que recurrir al transporte por carretera, como ya pasó cuando se puso en marcha la línea de Barcelona y Madrid. Barcelona-Murcia en 9 horas y media por 45 euros y Barcelona-Madrid en 7 horas y media por 30 euros en autocar.

Así pues, es evidente que el AVE mediterráneo constituye un progreso a todos los niveles y así lo refleja el diario La economía en Doce efectos del Corredor Mediterráneo, el gran proyecto europeo del siglo XXI, especialmente los concernientes al ahorro energético y de una reducción 900.000 toneladas de emisiones de CO2 al año, según cálculos realizados por los empresarios valencianos. Pero la constante referencia a una comunidad autónoma concreta (la valenciana), la machacona idea del negocio para empresarios y el olvido quizás premeditado de los viajeros, me lleva a pensar que este proyecto interesa a los de siempre, a los negociantes que quieren llenarse los bolsillos a costa del erario público para después no revertirlo en sus trabajadores. Esos mismos empresarios que apoyan el ‘progreso’, están en contra de los avances en materia laboral de los empleados de sus empresas, en contra de la subida de salarios,  y quieren que sea el estado, es decir, nosotros con nuestros impuestos, los que sufraguemos una obra que, en definitiva, va a quedar muy bonita, nos va a dignificar en el mundo pero que no podremos utilizar a menudo porque no está a nuestro alcance. ¿Me equivoco?

Foto portada: el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, el presidente de la Cámara de Comercio de España, Josep Lluis Bonet, en el acto a favor del Corredor, el 27 de septiembre. Autor: ACN.

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