‘Demasiado tarde’, por Josep Asensio

El próximo viernes, 27 de septiembre, diversas organizaciones y entidades convocan una ‘huelga mundial por el clima’, con el objetivo de concienciar y concienciarnos de la que se nos avecina, de las consecuencias de la barbarie humana y de la necesidad de un cambio de modelo socioecológico que no comprometa la supervivencia de la vida tal y como la conocemos.

Hace décadas que los científicos advierten a los políticos, que son los que verdaderamente tienen la llave de la modificación, de la necesidad de una drástica reducción de los gases de efecto invernadero para empezar a poner las bases de una economía basada en la supervivencia humana y no en la destrucción del planeta. Pero la burocracia, la avaricia de los gobiernos, la negación, incluso, de esta evidencia y la dificultad en poner de acuerdo intereses varios, han provocado una situación que, lejos de tener visos de salida, se asemeja cada vez más a una destrucción sin paliativos, a un desastre global con efectos en todo el planeta; unos efectos que se cebarán con los más pobres, que provocarán muertes, desplazamientos de personas, de animales, escaseces de todo tipo… si alguien no lo remedia antes.

Imagen aéria de las inundaciones, en Molina de Segura (Murcia), el 13 de septiembre del 2019. Autor: ACN.
Imagen aérea de las inundaciones, en Molina de Segura (Murcia). Autor: ACN.

Hace tan solo un par de semanas pudimos comprobar uno de los efectos del cambio climático en el levante español. Una gota fría que, aunque esperada, se comportó de manera inusual, permaneciendo en ese área más tiempo de lo normal y actuando de forma virulenta. Los registros acumulados de agua fueron espectaculares (casi 500 litros/m2 en Ontinyent), así como la devastación provocada en una zona donde, además, existe una permisividad absoluta en la construcción de viviendas, polígonos industriales, zonas agrícolas y carreteras.

Ni los propios habitantes de esos lugares eran conscientes de lo que iba a pasar y, a pesar de las llamadas a la prudencia, fueron muchos los que fueron a trabajar como si se tratara de una lluvia pasajera que amainaría en pocas horas. No fue así. Los campos anegados, la rotura de canalizaciones, de vías férreas y de carreteras, la subida espectacular de los cauces de ríos y ramblas son, sin ninguna duda, consecuencia de la acción humana, de la estupidez más pasmosa, de una increíble negligencia  y de una indiferencia mortal. ¿Qué van a hacer ahora las autoridades? ¿Edificar de nuevo sobre lo devastado para que vuelva a ser pasto de las avenidas dentro de un tiempo? ¿Calcular los efectos de lo sucedido para planificar de manera más sostenible, menos lesiva para sus ciudadanos y para toda la comunidad?

Lo sucedido en Almería, Murcia y Alicante no es casual. Los científicos alertan de la vulnerabilidad de las regiones mediterráneas como consecuencia del aumento de la temperatura del planeta y una superior en dos grados tendrá un desenlace muy grave para la vida en ese territorio, donde la economía sufrirá un declive que hará prácticamente imposible la permanencia allí.

De hecho, la DANA que asoló la Región de Murcia y parte de la provincia de Alicante, se originó como consecuencia del contraste térmico entre la masa de aire frío asociada a la borrasca, proveniente de los restos del huracán Dorian, y las aguas del Mediterráneo, que alcanzan su cenit a finales de agosto. Muy probablemente nadie pensaba que un huracán tan lejano pudiera tener una última etapa destructora en España. Pues seguramente debemos ir acostumbrándonos a estos fenómenos que, a pesar de ser anunciados por los meteorólogos, se desconoce su intensidad hasta su llegada.

La periodista Elisa Beni hace un retrato de la situación del planeta a partir de lo acaecido en el levante en su artículo Armageddon climático. Nos culpa a todos por nuestra falta de concienciación que se transmite irremediablemente a nuestros políticos, que se entregan, que sucumben y que claudican ante los poderosos, ante las corporaciones empresariales que basan su economía en la destrucción del planeta para obtener pingües beneficios sin percatarse (o sí) de que la humanidad es una sola y que ellos también sufrirán las consecuencias de la hecatombe.

“No hay perdón para los oligarcas que no son conscientes de que ellos mismos pagarán en sus carnes y en sus fincas y sus propiedades y sus yates y sus industrias el llanto de la tierra”, sentencia. Beni se adentra en el mundo de las responsabilidades laborales en el caso de una emergencia de este tipo y afirma que “necesitamos nuevos protocolos y nuevas normativas en las que se asegure que la vida humana es un bien que prima sobre cualquier cuestión económica o lucrativa”.

Entidades de todo tipo llaman a movilizarse por la emergencia climática el día 27. Curiosamente, ninguna concentración en Murcia. Durante toda la semana se anuncian acciones de todo tipo para conseguir esa participación masiva de la humanidad. El manifiesto pretende obligar a los gobernantes a abandonar los combustibles fósiles y a apostar por las energías renovables, rechazando también las supuestas bondades de la energía nuclear. Denuncian también las políticas comerciales que ahondan en la problemática de los gases de efecto invernadero, así como la vulnerabilidad de los países más pobres. En definitiva, sugieren y apremian a los políticos a poner en marcha un cambio, a efectuar un giro radical donde primen los intereses de las personas, en una línea humanista difícilmente digerible por las grandes empresas que dominan el mundo que tienen el “usar y tirar” como base de sus postulados.

Dos vecinos de Oriola intentan mover su coche en una calle inundada. Autor: ACN.
Dos vecinos de Oriola intentan mover su coche en una calle inundada. Autor: ACN.

Desgraciadamente (y quisiera equivocarme), llegamos tarde. Todo indica que lo que tenemos delante es una catástrofe que se va a llevar por delante a la raza humana. Es posible que sobrevivan los más ricos, pero aún así, basta saber en qué condiciones. Durante la Guerra Fría, el miedo era a una guerra nuclear que obligara a los supervivientes a vivir durante un tiempo (y quizás hasta la muerte) en búnkeres.

Lo que está por venir ni lo imaginábamos hace un par de décadas. Es muy probable que dentro de 20 años echemos en falta las olas de calor de 2019. Lo peor es que seguimos a la nuestra, sin darnos cuenta del peligro que tenemos encima. Algunos hablan ya de 15 años como punto de no retorno, pero la realidad es que cualquier cambio a nivel planetario, por pequeño que sea, acarrea una dificultad insalvable.

Estamos sumidos en un bucle sin posibilidad de salida. Declarar la ‘emergencia climática’ para plasmarla en un papel me parece una estupidez. Aun así, si hay algún lugar para la esperanza. La huelga del día 27 podría ser el principio.

Foto portada: un hombre atraviesa una vía inundada en el pueblo murciano de San Javier, el 13 de setembre del 2019. Autor: ACN.

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