Foto portada: els ministres de Sánchez i el president de govern, aquest divendres a La Moncloa. Autor: ACN.

‘Oportunidad, que no oportunismo’, por Josep Asensio

De vértigo, de auténtico vértigo, lo vivido en España la última semana, en un encadenamiento de circunstancias casi perfectas para alcanzar ese cambio necesario y que la sociedad reclamaba. Ni Rajoy ni el propio Sánchez se esperaban el desenlace final, ni la prensa, ni los analistas políticos más conocedores de la realidad que se cuece en los despachos de los ministerios y en las sedes de los partidos. Seguramente nadie preveía este epílogo a años de corrupción, de humillación constante a los ciudadanos mediante leyes que no hacían otra cosa que presumir de represión en todos los sentidos, con nulos consensos y muchas dosis de arrogancia. Seguramente tampoco nadie vaticinaba que el voto de la periferia, como lo han llamado desde Madrid, iba a dar al traste con una perpetuación de un Rajoy ya en una decadencia enfermiza. Y sucedió. Los partidos nacionalistas (ahora denominados independentistas, a excepción del PNV) tumbaron a un PP lleno de corrupción hasta las trancas, pero todavía con una fuerte implantación territorial. Y apareció por una vez el sentido de estado en la figura de Pedro Sánchez que, no lo olvidemos, ha sido puesto allí de manera momentánea, con el objetivo de regenerar la vida política (una vez más) y devolver la honestidad a unas instituciones que se acostumbraron a conductas morales muy sombrías. Es preceptivo en estos momentos recordar la trayectoria de un hombre que fiel a sus principios, decidió dimitir antes de dar su voto para que gobernase el PP, resucitó de sus cenizas y teniéndolo todo en contra recibió el apoyo de las bases para dirigir el partido. Yo mismo me equivoqué pensando que estaba “muerto” hace un año.

Sánchez, en Campoamor. Autor: David B.
Sánchez, en Sabadell, el año pasado. Autor: David B.

Muy difícil resumir en un artículo de estas características lo que puede dar de sí esta nueva etapa. Viendo lo sucedido en los últimos días, la política se asemeja cada vez más a un partido de baloncesto donde no podemos prever el resultado hasta el último segundo. De todas formas, personalmente querría destacar varios aspectos que me parecen esenciales para la buena marcha del nuevo inquilino de la Moncloa. En primer lugar, es necesario poner de manifiesto que los dos actores de la penosa situación en Catalunya, Puigdemont y Rajoy, están definitivamente aniquilados, dos presidentes fuera de juego. El primero fue el máximo culpable de lo que vino después, de los presos, de la aplicación del 155, por ignorar y hacer caso omiso de la legislación vigente; el segundo, por no saber o no querer entender que la justicia no es la única senda y que el diálogo tiene que producirse en un conflicto de estas características. La llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno pone fin a dos políticos que no han sabido estar a la altura, a dos personajes a los que les ha interesado la confrontación y su perpetuación para no conseguir nada más que la fractura social que impera en las calles y en las entidades de Catalunya.

Por otro lado, el PP, representa a una España que no es la real. Pedro Sánchez ha querido dar visibilidad a esa realidad prometiendo su cargo sin Biblia y sin crucifijo, como debe ser en un estado aconfesional como el nuestro. No es un detalle banal; quiere mostrar el respeto hacia todos los ciudadanos independientemente de sus pensamientos religiosos. Algunos articulistas ya claman al cielo, nunca mejor dicho, y ven en esta acción el fin de los privilegios a la Iglesia. No lo creo, al menos de momento. Porque Sánchez sabe que tiene una mayoría débil y diversa que tiene que domar para no tener que convocar elecciones de manera inmediata.

Rajoy, el martes ante la ejecutiva del PP, presentó la dimisión como presidente del partido. Autor: ACN.
Rajoy, el martes ante la ejecutiva del PP, presentó la dimisión como presidente del partido. Autor: ACN.

Personalmente pienso que Sánchez va a optar por sentar las bases de una regeneración democrática que consiga al menos en pocos meses esa dignificación que España necesita. Muy probablemente recibirá propuestas de todos los sectores que estaban en lucha contra las políticas retrógradas del PP, pero no podrá llegar a todos los rincones, y no por falta de anhelo, sino porque la mayoría del PP en el Senado hace imposible la aprobación de leyes no consensuadas. Presiento, en primer lugar, que Pedro Sánchez va a intentar derogar los artículos más polémicos de la Ley Mordaza y va a construir un gobierno con fuerte carga social, dando salida a los más de 300.000 dependientes que esperan sus ayudas y recuperando la sanidad universal. Es muy probable que también tenga en su agenda la derogación del llamado impuesto al Sol y que avance en temas de medio ambiente y que impulse leyes de recuperación de la memoria histórica, imprescindibles para cerrar esa etapa negra de nuestra historia. Y también me apetecería que pusiera la semilla de la supresión de las prebendas a la Iglesia Católica. Nadie entiende ya que sus inmuebles no paguen el IBI y que no se autofinancien como cualquier otra entidad. Reciben dinero de los contribuyentes, pero no tienen los mismos deberes. Esto debería cambiar.

Finalmente, Pedro Sánchez está obligado a abordar el problema de Catalunya. Y lo hará, porque tanto ERC como el PDeCAT facilitaron su nombramiento. Es probable que recupere las cartas de Mas y de Puigdemont donde se plasmaban las quejas del gobierno catalán y empiece a trabajar a partir de esa lista. Pero queda claro una vez más que el límite es la Constitución. Aquí, una vez más el sentido de estado debe primar y creo que Marta Pascal jugará un papel esencial y no tanto Quim Torra, que vuelve por la senda del “fem República”, del “treballar per la independencia” y “som 1’octubre”, en una clara muestra de que es un mero altavoz de los restos marchitos de Puigdemont.

Pedro Sánchez no lo tiene fácil. No obstante, florece en la ciudadanía un sentimiento de alegría, por la muerte súbita del partido más corrupto de Europa y por la sensación de que se va a producir un cambio en las maneras de hacer política, más acorde con los tiempos que corren. Un tiempo donde el diálogo, el consenso, la puesta en común y el debate conformen la vida diaria parlamentaria. Pedro Sánchez aporta un bagaje ético intachable, rechazando conductas corruptas de su propio partido, especialmente en Andalucía. Ahora tiene que abrir la maleta y demostrar que está dispuesto a ofrecer una alternativa creíble. Es, también, la vuelta del talante y la elección de su gobierno demuestra que lo ha clavado. Empieza con buen pie.

Foto portada: els ministres de Sánchez i el president de govern, aquest divendres a La Moncloa. Autor: ACN.

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