Opinión de Josep Asensio: ‘Lorca tres años después: la vergüenza’

Han pasado justo tres años del terrible terremoto acaecido en la ciudad de Lorca. Todos recordamos las imágenes en directo de edificios y cascotes cayendo aquel 11 de mayo de 2011 y la desolación poco después. El barrio de La Viña fue el más afectado, pero toda la localidad apareció llena de heridas que obligaron a demoler gran parte de los inmuebles afectados.

Ya en aquel momento surgieron las primeras críticas a la construcción desmesurada y a la burbuja inmobiliaria. El terremoto demostró sin tapujos que las viviendas construidas en los últimos diez años fueron más vulnerables a los movimientos de tierra, mientras que las que habían sido levantadas cincuenta años atrás aguantaron los envites del terreno. De todo este tema ya no se habla; es más, se ha corrido una gruesa cortina para tapar esas vergüenzas de los empresarios y, en este contexto de crisis grave y profunda, los lorquinos sobreviven como pueden. Muchos de ellos, al disponer de segundas viviendas en Águilas, a 35 kilómetros, se trasladaron a vivir allí, otros pudieron finalmente acceder a sus hogares, mientras que muchos, todavía muchos, siguen en barracones de unos 40 metros cuadrados. Otras cien familias malviven en la calle y cientos de comercios no han podido abrir sus puertas.

El dinero de las ayudas a las familias afectadas por este terremoto llega con cuentagotas. Mientras los seguros tan solo cubren el 14 por ciento de los daños, el gobierno central y el autonómico juegan con los ciudadanos, acusándose mutuamente de retenerlo y darlo cuando conviene, es decir, cuando hay alguna contienda electoral, por ejemplo. Tres años después, más de 3000 personas siguen desplazadas y solamente el 4 por ciento ha vuelto a sus casas. La indignación no es patente y los lorquinos sufren las embestidas de una prensa regional que alaba el trabajo “bien hecho” de la administración, en línea con las recientes palabras de Rajoy en las que se mostraba “muy contento” con la situación económica de nuestro país.

Es significativo que la propaganda manipuladora surte efectos en una población resignada y que acude esencialmente a los familiares y a Cáritas para resolver sus problemas diarios. No es desdeñable tampoco el entramado de trabajo ilegal que se produce en el campo de Lorca todos los días. Decenas de furgonetas recogen a diario a cientos de trabajadores en diversas partes de la ciudad para llevarlos a recoger esencialmente brócoli y alcachofa a cambio de salarios de miseria que son pagados en mano al final de la jornada. Aunque antes de la crisis eran sobre todo ecuatorianos, cada vez más se acercan nativos en paro y sin recursos.

Lo más sorprendente de toda esta historia es que las ayudas a la rehabilitación del patrimonio monumental lorquino han llegado sin sobresaltos. Diversas iglesias ya han sido rehabilitadas, mientras que los servicios básicos para las personas siguen sin funcionar. Los subsidios para alquiler son pagados hasta tres meses después, lo que dificulta la adecuación al presupuesto de las personas ya con problemas económicos. La apuesta de las administraciones y también de empresas privadas no está siendo por los ciudadanos, sino por todo lo relacionado con la institución religiosa. Hasta la Generalitat Valenciana ha contribuido con 360.000 euros a la recuperación de la iglesia de San Cristóbal a través de la fundación La Luz de las Imágenes, cuya gerente está imputada en el caso Gürtel por adjudicar a dedo contratos a la red de Francisco Correa. Otra más; hace casi un mes se celebraron las procesiones de Semana Santa, uno de los acontecimientos más importantes en la ciudad. Los diferentes pasos desfilaron con todo el ‘glamour’  y los mantos de las vírgenes, santos y apóstoles lucieron sus mejores galas; las flores no eran de plástico y el orgullo lorquino destacó un año más por encima de otras ceremonias similares murcianas. No se escatimó ni un euro para poder demostrar al mundo la grandeza de su fiesta por antonomasia, mientras se escondían las vergüenzas a propios y foráneos.

Hay quien dice que tenemos lo que nos merecemos, que nos encontramos en esta encrucijada porque o bien no sabemos qué hacer, hacia dónde tirar, o bien caemos en el sueño eterno de la resignación. Los sentimientos poseen una enorme fuerza que hace a veces que no veamos la realidad. Si alguien se atreviera a poner en duda el dinero destinado a las procesiones de Lorca, mientras los escombros siguen en las calles y el dinero para las rehabilitaciones se concede pero no llega a sus destinatarios, sería tachado de sacrílego, de demagogo y, por supuesto, de mal lorquino.

El alcalde de Lorca campa a sus anchas, con una mayoría vergonzosamente absoluta y con discursos políticamente correctos salidos de la secretaria de su despacho y donde pomposamente se dice lo que se quiere oír. El lorquino de a pie sobrevive y malvive con cuatro euros mal contados o con el dinero negro que entra en casa y, a pesar de que algunos se atreven a denunciar el expolio, la verdad es que la renuncia a la manifestación por el agravio cometido es evidente. Seguramente es un reflejo de la sociedad española actual. Muchos protestan pero la mayoría calla ante la agresión. Tenemos lo que nos merecemos y los lorquinos aún más.

2 Comentaris

  1. Lo que ocurre en Lorca se pude extrapolar a cualquier parte de nuestra querida España ¿que pueblo o que ciudad no ha caído en ese conformismo o resignación de la que nos habla hoy Asensio? Y aunque siendo problemas distintos los que padecemos lo cierto es, que los políticos y su s lamentables gestiones son similares en todos sitios (con independencia de quien gobierne), como similares son nuestros miedos o nuestro conformismo a la hora de defender nuestros derechos.

    Por lo que lo peor que nos está pasando es, que es tal el acumulo de derechos que nos está robando que hasta hemos llegado a encontrarlo normal. Lo que demuestra, la amnesia de la que goza el pueblo. Pero sobre todo, la carencia de ‘principios’ que demostramos desde el momento que sabiendo como sabemos, lo que son los políticos ( y en todos los partidos) hacemos oídos sordos a sus mentiras Y aun peor, acudimos como corderos a votarle sabiendo que al minuto siguiente de las elecciones sus ‘falsas promesas se habrán convertido en lo que venden ‘ en humo’.

    Pero eso sí, los criticamos y al mismo tiempo dejamos que pisoteen nuestros derechos. Así que más que conformismos o resignación, se le podría llamar ‘cobardía’.

  2. Josep Asensio vuelve a crear opinión política y cívica. Gracias, Josep. Artículos como este son de peso. Son profundos.

    Por otra parte, agradezco a Juan Quirós su visión tan clara de uno de los problemas de este país. La apatía política del ciudadano que es aprovechada por el gobernante espabilado de turno para defraudarle.

    Sin embargo, en algún momento -amigo Quirós- otros comentarista te hemos debatido el “todos son iguales”. Ni todas las personas somos iguales, ni todos los médicos son iguales, ni todos los políticos son iguales, etc. etc. etc.

    Yo soy de los que continuaré pensando toda mi vida que no es lo mismo el POLÍTICO que ha sido torturado, encarcelado e, incluso, fusilado por defender una democracia real en este país, que aquel GOBERNANTE que se ha encontrado una democracia frágil y la ha acabado de hundir robando y defraudando.

    No se puede confundir la víctima con el verdugo. Este es uno de los errores de la ciudadanía. Por eso muchos votan a ciegas y cometen los errores que tú mismo estás denunciando.

    Saludos a la “peña”.