‘Año nuevo, viejas políticas’, por Manuel Navas (sociólogo)

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas, sociólogo

Año nuevo, viejas políticas La FAO estima que la hambruna causa un genocidio de más de ¡25.000 personas diarias! (no hay Auschwitz ni Mauthausen capaz de albergar a los más de nueve millones asesinados anualmente por esta causa); el centenar largo de conflictos armados y el drama de las masacres y refugiados (la hipocresía y avaricia sin fin de países ricos y multinacionales como instigadores de las barbaries por intereses económicos y/o geoestratégicos); el aumento de la brecha entre ricos y pobres (el fiasco de quienes prometían el fin de la historia con la llegada de la globalización neoliberal); las imposición de medidas anticrisis ordenadas por los causantes de la crisis (el contrasentido de ver a los zorros guardando el gallinero); el desastre medio-ambiental al que están abocando al planeta; etc. y en el terreno político, el viraje hacia la derecha en toda Europa sin excepción y los EEUU entre otros, cierra la cuadratura del círculo de un panorama mundial desolador.

Nuestro pequeño mundo ha vivido un año marcado por una revolución nacionalista, donde una mayoría social soberanista (que no independentista), reivindica poder decidir el modelo de relación entre Catalunya-España. El talante autoritario de los partidos defensores de un marco constitucionalista desfasado y retrógrado y su incompetencia para dar soluciones políticas a problemas políticos, ha provocado la adopción de medidas disparatadas diversas y de represión extrema.

La judicialización de la política como muestra de su arrogancia; la antidemocrática decisión del 7 y 8 de septiembre del Parlament de Catalunya (en contra del Estatut y letrados del Parlament); el ridículo del PP afirmando que no habría votación el 1-O; la venganza represiva a pie de urnas; la imputación de centenares de alcaldes; la declaración unilateral de una independencia imposible en este contexto; la aplicación consensuada entre el PP-PSOEC’s del artículo 155 y todos sus derivados; los vaivenes de Puigdemont para convocar elecciones condicionado por las acusaciones (las “155 monedas de plata”) desde ERC y la CUP (“botifler”); la prisión por delitos de dudosa tipicidad de dirigentes políticos y sociales; la “espantá” de Puigdemont; las flagrantes contradicciones ente el TC y el TS; las luchas interna del independentismo para capitalizar la revolución nacionalista; el finiquito del patrimonio exclusivista del “Catalunya un sol poble”; la fractura social generada por la guerra de banderas y el aumento de discursos cargados de catalanofobia e hispanofobia; la victoria del bloque de la derecha en las elecciones del 21-D (C’s -super-españolísta- y PDeCAT -super-catalanista e independentista de última hornada- pertenecen al mismo grupo político europeo que comulgan con el neoliberalismo que social y económicamente nos está machacando y llevando a un caos mundial sin precedentes), al respecto, alguna autocrítica necesitan los estrategas de ERC que en dos ocasiones, en poco tiempo, ha regalado a los exconvergentes las elecciones;…. son algunas de las notas de esta situación.

Y mientras tanto, siguen tapando sus corruptelas, pelotazos empresariales; paraísos fiscales; el fraude fiscal; el regalo de centenares de miles de millones a la banca; el enriquecimiento injustificable y las condenas de la realeza; el tres por ciento y otras prebendas en Catalunya (de los tres jordis encarcelados solo ha sido liberado el condenado por ladrón: Jordi Pujol i Ferrusola); su burlesca división de poderes; su inacabable tolerancia con el franquismo; el desmantelamiento del Estado de Bienestar (recortes en sanidad, enseñanza, servicios sociales, prestaciones, pensiones, etc.) promovidos desde la Generalitat y el Gobierno Central; los obscenos aumentos de las facturas de la electricidad, agua, gas, peajes, carburantes (favores compensados con las puertas giratorias); el aumento de abonos y billetes del transporte público; el vergonzoso pacto PP-CEOE-sindicatos mayoritarios para un aumento miserable del Salario Mínimo, y una larga lista de atracos, manipulaciones y políticas al servicio de los intereses de una minoría contra la mayoría de la población ante lo que, los partidos de derecha que ondean banderas, giran la cabeza sin pudor alegando que “ahora no toca” movilizarse contra tales tropelías: no está en su hoja de ruta defender los derechos sociales.

El denominador de este desorden establecido es el sistema económico. Un poder absoluto que suplanta la soberanía popular y que, entre tanta cortina de humo interesada, despeja cualquier duda sobre la vigencia de una lucha de clases terriblemente desigual y encarnizada, donde las clases poderosas, en su irrefrenable codicia de obtener beneficios hasta el infinito y más allá a cualquier precio, parece ganar una partida que juegan con las cartas marcadas. Pero la historia, lejos de haber llegado a su fin, no ha hecho más que empezar: el pueblo tiene la palabra.

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