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Opinión: ‘Viaje con nosotros, si quiere gozar’

Muchas veces me he preguntado por el sentido de los viajes para la gente mayor. Seguramente ellos se los merecen, como premio al trabajo realizado durante tanto tiempo. Pero, claro, cuando se instauraron allá por el año 1988, ya existía el Imserso que cubría ese hueco y cada vez estoy más convencido que los organizados por varios Ayuntamientos no cumplen con la labor social de la que se alardea en sus objetivos.

Varios asuntos escapan a la ética de estos viajes. En primer lugar son caros, porque seis días en un destino en España cuesta 577 euros, mientras que el mismo viaje, pero con quince días a través del Imserso y en temporada alta cuesta 265 euros. Me pregunto quién puede pagar estas cantidades, teniendo en cuenta que normalmente se va en pareja. Consecuentemente, no están delimitados a las personas con menos recursos; no se sabe cuántas plazas se ofertan y además, todos conocemos casos de personas que han viajado dos veces en la misma temporada; y por último, quizás lo más grave, que dos millones de euros salen de las arcas municipales para “pagar” estos viajes, lo que es una aberración mayúscula en los tiempos que corren.

Si a todo esto añadimos que la concejala o concejales “implicados” visitan cada uno de los destinos programados antes de la contratación, con todos los gastos pagados, claro está, que también visitan a los participantes durante la estancia de éstos, que el alcalde también se pasea con su fotógrafo del brazo, que hay sonrisas y lágrimas, de alegría, claro, y que luego les invitan a comer para agradecerles no se qué, entonces ya me huele a timo.

Como digo, el Imserso ya ofrece esos viajes, a menor precio, y, además, desde hace varios años existen vuelos y estancias low cost que los abaratan y mucho. No parece muy correcto aprovecharse de nuestros mayores, impedir que vayan los que menos tienen, y, para mí lo más importante, que con la que está cayendo se destine dinero para el disfrute de unos pocos. Cada vez más colas en las parroquias, en los contenedores de basura, más desahucios, más familias enteras en paro, y cuatro listillos llenándose los bolsillos a costa de los demás.

Quien calla otorga, y los que tienen la llave para acabar con esta sangría deben tener el valor suficiente para poner fin a unos viajes que todo el mundo sabe que tienen otros fines, otros objetivos que nada tienen que ver con el disfrute de nuestras personas mayores, que por otra parte, quedan a merced de la caridad en cuanto surgen problemas de movilidad, de enfermedad o de cualquier otra dolencia que afecte a su vida diaria. Quien calla, consiente.

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