Mateu Morral

Mateo Morral, el regicida (1879-1906)

Es quizás el sabadellense más conocido fuera de nuestra ciudad. Aquí ofrecemos la semblanza biográfica de un personaje cuyo atentado contra el rey Alfonso XIII en 1906 tuvo una enorme repercusión nacional e internacional.

Mateo Morral Roca nació el 27 de noviembre de 1879 en el seno de una familia de la alta burguesía. Su abuelo, Jaume Morral Costa, fue un paraire que adquirió el inmueble en la Rambla 109, entre las calles Riego y Gurrea, donde instaló en 1856 la enorme casa-fábrica-vapor de planta baja y cuatro pisos, conocida como Vapor Morral, que sería destruida por un incendio en 1945. Mateo no llegó a conocer a su abuelo pues nació cinco días después de su muerte. Su padre, Martín Morral Badia quien, como hermano mayor (hereu) heredó la parte principal de sus bienes, había contraído matrimonio con Ángela Roca Brujas con la que tuvo seis hijos.

Según las diversas fuentes recogidas por Eduard Masjuan en su excelente biografía de Mateo Morral, particularmente el testimonio de su amigo de infancia y correligionario, Albà Rosell, tuvo una infancia triste y atormentada. Su madre, católica integrista, lo aborrecía por creer que no era hijo suyo,  que se lo habían cambiado cuando estaba con la nodriza, y le sometió a una completa marginación y desprecio. Por el contrario, su padre era de ideas progresistas y ateo, militó en el ala izquierda de la Unión Republicana e incluso llegó a presidir algunos mítines anarquistas. Por ello, no era bien visto por la burguesía local dominada por las ideas integristas de Sardà i Salvany. No obstante, según un pacto no escrito la madre mandaba en los asuntos domésticos y el padre en los asuntos de fuera de casa.

Mateo no cursó la enseñanza primaria en las Escuelas Pías como le correspondía por clase social, sino entre los seis y diez años asistió a la escuela particular laica de Jaime Montblanch por expreso deseo de su padre, mientras sus hermanas fueron a un colegio de monjas por voluntad materna. Albà Rosell, que fue compañero de clase, recuerda que Mateo, a diferencia de sus hermanos, pasaba hambre y pedía comida a los otros niños. Acabada la enseñanza primaria ingresó en las clases de dibujo técnico y mecánica del Ateneo Sabadellés donde destacó como estudiante aventajado.

Formación en el extranjero

Al cumplir los 13 años, en 1892, en parte por decisión paterna para completar su formación y en parte por los deseos de su madre de alejarlo del núcleo familiar, fue enviado a vivir con un comerciante de lanas de Reims (Francia) con quien la empresa mantenía relaciones comerciales. Allí la familia le proporcionó una pensión escasa y no manifestó ningún interés por su bienestar ni por sus progresos educativos.

De hecho, al cabo de unos años le retiraron la pensión, que Mateo no reclamó, y tuvo que trabajar para sobrevivir. Por su cuenta se trasladó a Leipzig, donde se empleó como obrero y en su tiempo libre estudió mecánica y la lengua alemana. En Alemania se afilió a la federación obrera metalúrgica y a un grupo anarquista antimilitarista; también, se impregnó de las doctrinas neomalthusianas sobre el control de la natalidad y la “procreación consciente”.

El empresario anarquista

A principios de 1899, con 20 años, regresó a Sabadell atendiendo el llamado de su padre, a raíz de la muerte de su madre y la grave enfermedad de su hermano mayor, Jaime. A petición paterna se hizo cargo de la dirección y la gestión comercial de la empresa, procediendo eficazmente a la renovación de la maquinaria, los métodos de trabajo y administración aprendidos en el extranjero.

Paralelamente contactó con los círculos anarquistas de la ciudad, lo cual en principio levantó suspicacias entre algunos trabajadores dada su condición de empresario, pero que pronto se disiparon. Así, participó activamente en la preparación de las huelgas generales de 1901 y 1902, colaboró y financió la publicación ácrata local La Protesta y su sucesora, El Trabajo. Del mismo modo fue de uno de los promotores, en 1904, de la constitución de la sección española de la Liga neomalthusiana y de su órgano de prensa Salud y fuerza. Aprovechó sus viajes comerciales por la geografía peninsular para difundirla y fue uno de los introductores del preservativo en España.

A finales de 1905 organizó, en el teatro del Centre Lírich Dramàtich i Artístich de Sabadell, la representación de la obra Les Avaries de Eugéne Briux, acompañada por la conferencia del médico barcelonés, Narcís Serrallach quien explicó las funciones del preservativo como método para prevenir las enfermedades venéreas y evitar los embarazos no deseados. Esta fue, para gran escándalo de la Iglesia católica y la burguesía local, la primera que vez en Sabadell se hablaba públicamente de estos temas. Para los neomalthusianos el control de la natalidad era un elemento fundamental para la liberación de la mujer y la emancipación de la clase obrera. Por esas fechas fue detenido en Sabadell un distribuidor de la obra Generación Voluntaria del teórico neomalthusiano Paul Robin, traducida por Mateo Morral, por lo cual le fue incoado un proceso del que resultó absuelto.

Personalidad y vida sentimental

Los testimonios de sus amigos y compañeros trasladan la imagen de un joven culto, reservado y algo melancólico. A diferencia de los jóvenes de su clase social, clientes habituales de cabarets y prostíbulos, bebedores y fumadores, Mateo Morral se distinguió por una austeridad, rayana en el ascetismo, amante de la naturaleza y las excursiones campestres. La única afición burguesa fue la caza de la que era un gran apasionado. Así solía acudir al coto de Can Camps, junto con algunos amigos, donde se familiarizó con el uso de las armas de fuego.

En 1901, acompañado por su amigo José Vila, realizó un periplo por Francia, Alemania y Gran Bretaña donde en Londres se entrevistó con el teórico anarquista Enrico Malatesta, retomó los contactos con sus amigos del pasado y con diversos grupos ácratas. Morral fue un gran admirador de la obra del geógrafo anarquista Élisée Reclus y del teórico ácrata Piotr Kropotkin. A veces asistía de oyente a las clases del catedrático de Ciencias Naturales Odón de Buen que nos ha dejado este testimonio:

Tenía más el aspecto de un místico, reservado, impenetrable, pero nada sombrío, respetuoso hasta el extremo que en alguna excursión a que se asoció, jamás se sentaba en la mesa ni comenzaba a comer antes que los demás lo hicieran (…) Atendía a las explicaciones con fervor y nadie podía imaginar que un hombre así fuera capaz de preparar fríamente, y realizar después, un acto terrorista”.

También fue colaborador activo de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer, con quien trabó una gran amistad, prácticamente desde su fundación, en 1901. Además fue, junto con Rosell y otros, impulsor del teatro reivindicativo que representaba obras de Ibsen o Mirebeau o de creación propia. Este grupo de jóvenes libertarios fundó el grupo teatral Gente Nueva, y posteriormente la Agrupación Dramática Ibsen que ponía en escena obras de contenido social, algunas de las cuales se representaron en el Centre Lírich Dramàtich i Artístich o en el Teatro Euterpe. Morral, Rosell y media docena de militantes anarquistas actuaban, aunque a veces contratasen actores profesionales. El grupo estableció estrechas relaciones con la Agrupació Avenir de Barcelona y recorrían con sus representaciones los sábados y festivos las poblaciones de la comarca.

Respecto a su vida sentimental se sabe que en Alemania mantuvo relaciones amorosas con Olga Brandt, como atestiguan un paquete de cartas en inglés, alemán, francés y castellano. También se dice que estuvo enamorado de la exuberante y frívola Soledad Villafranca, maestra de educación infantil en la Escuela Moderna y amante de Ferrer i Guàrdia, a quien envió tres postales mientras estaba preparando el atentado en Madrid. En la época algunos sostuvieron que esa pasión frustrada le había conducido a realizar el atentado; una versión desmentida por Rosell. Más sólida fue su relación con la anarquista rusa Nora Falk, quien en los últimos años de su vida fue su compañera inseparable, con quien convivió cuando rompió con su familia, de quien se sospecha le ayudó a preparar el atentado contra el monarca y que desapareció sin dejar rastro después del intento de regicidio.

Los atentados de París

El fracaso de las huelgas generales de 1901 y 1902 y la impaciencia respecto los resultados de la labor educativa sobre la clase obrera, provocaron en ciertos sectores del anarquismo el proyecto que un acontecimiento extraordinario, como el asesinato del Rey, precipitase la proclamación de la República Social.

Los historiadores aun discuten sobre las circunstancias de los atentados contra Alfonso XIII de esos años. El primero, preparado por el médico andaluz Pedro Vallina, anarquista, neomalthusiano y amigo de Mateo Morral, se vio frustrado al ser detenido el grupo el 25 de mayo de 1905. El  segundo se produjo cinco días después, el 31 de ese mismo mes en la rue de Rohan, tras asistir a la ópera Sansón y Dalila. La bomba estalló a un palmo de la rueda trasera del carruaje, hiriendo a un oficial y a unos soldados. En este segundo atentado, cuyos autores nunca fueron descubiertos ni enjuiciados, parece ser que intervino Mateo Morral. Prueba de ello sería que poco después se alistó en la legión extranjera en Argelia, desertando a los dos meses

La ruptura con la familia

A su vuelta de Argelia, a finales del 1905, se produjo la inevitable ruptura con su padre, que devino definitiva en enero de 1906 tras un frustrado intento de reconciliación. Desde finales de 1904 se había ido desvinculando de la empresa familiar para entregarse a la agitación anarquista y se había convertido en uno de los principales activistas ácratas de Sabadell y Catalunya. Además, no ocultaba su intención de socializar la fábrica en cuanto estuviera en su poder y, mientras tanto, incitaba a los obreros de su empresa a plantear reivindicaciones salariales.

Desde la ruptura con su familia se encargó de las ediciones y la distribución de publicaciones de la Escuela Moderna. Tras vivir unos meses con Nora Falk en una pensión de la Plaça de Catalunya de Barcelona, en abril del mismo año alquiló un piso en el edificio de la Escuela Moderna (calle Bailén 56, 3º-2º) a nombre de Mateo Roca y donde se instaló con Falk.

El atentado de Madrid

Aún no se ha aclarado si organizó el atentado de Madrid solo o con el apoyo de un grupo anarquista de Barcelona. El cualquier caso, el 20 de mayo de 1906, partió a Madrid desde la estación de Gracia, tras despedirse de sus amigos. Adoptó la falsa identidad de Manuel Martínez, comerciante en lanas, y se instaló en la pensión de la calle Mayor número 88, ubicada frente a la Iglesia de San Jerónimo donde se celebraría la ceremonia nupcial. En los días previos al atentado, adquirió una serie de productos químicos para completar el material que traía de Barcelona para fabricar la bomba. El 26 de mayo inscribió en un árbol del Parque del Retiro la frase: “Ejecutado será Alfonso XIII en el día de su enlace. Una irredento: Dinamita”. También frecuentó algunos cafés literarios donde conoció a Pío Baroja, Azorín y Valle-Inclán.

El 31 de mayo, envuelto en un gran ramo de flores, arrojó el artefacto explosivo al paso del carruaje real pero fue desviado por un cable de tendido eléctrico cayendo al lado del vehículo. La potente bomba, que no ocasionó heridas a la pareja real, provocó 26 muertos y un centenar de heridos, 20 de los cuales se quedaron ciegos.

Al parecer el plan de Morral era tomar el tren a Barcelona y refugiarse en Francia. Para ello se presentó en la redacción del semanario anticlerical El Motín, editado por el veterano republicano José Naskens, a quien no conocía personalmente pero muy respetado en los círculos antimonárquicos, a quien pidió ayuda. Éste le acompañó casa del exteniente republicano, Bernardo Mata, en el barrio de Las Ventas a quien se presentó como un periodista perseguido. Allí pasó la noche y se le proporcionaron ropas de obrero para pasar desapercibido. El mediodía del 2 de junio llegó a la estación de Torrejón de Ardoz, donde se interesó por los trenes hacia Zaragoza, aunque la sospecha que pudieran identificarlo le condujo a abandonar el lugar. Su situación era desesperada con una descripción suya ampliamente difundida y una recompensa  de 25.000 pesetas, toda una fortuna en 1906.

Tras vagar por los campos, ese mismo día regresó a la estación, donde preguntó de nuevo y fue cenar a un ventorro próximo. Allí el guardia jurado de una finca trató de identificarlo, Mateo le disparó con su pistola y lo mató instantáneamente. A continuación se suicidó con un tiro en el pecho. Recientemente el diario ABC tras revisar la autopsia ha puesto en duda esta versión y sostiene que Morral no se suicidó, sino que le disparó otra persona. El cadáver fue conducido a Madrid el 3 de junio, tras ser protegido de los furiosos vecinos de Torrejón, que pretendían despedazarlo.

Repercusión en Sabadell

El intento de regicidio tuvo una enorme repercusión mediática, a escala nacional e internacional, pues fue registrado en fotografías y películas con una amplia difusión. Inmediatamente empezó la búsqueda policial de cómplices. Ferrer i Guàrdia fue encausado, pero sería absuelto por falta de pruebas. No obstante, su vinculación con Morral sería determinante para su ejecución en 1909 por los hechos de la Semana Trágica. Naskens fue condenado a nueve años por haber ayudado a Mateo en su huida, aunque sería indultado dos años después.

En Sabadell la sorpresa fue mayúscula. La prensa local abominó del frustrado regicida y el 7 de junio una representación de todas las instituciones y asociaciones de la ciudad acudió a Barcelona para entregar un manifiesto de repulsa al gobernador civil. Sin embargo, otro de felicitación a los soberanos por haber salido ilesos no fue suscrito por las organizaciones obreras y republicanas locales.

Su padre le repudió públicamente el 3 de junio en una entrevista publicada por el diario El Liberal de Barcelona:

Mi hijo Mateo murió el día 3 de enero para mí, y no sé, no quiero saber nada de cuanto pueda referirse a ese sujeto que lleva aún sus nombres. Ignoro lo que haya podido hacer, dónde ha estado desde el día que lo arrojé de mi casa para nunca jamás permitirle otra vez la entrada”.

Desde entonces Martín Morral dejó de hacer vida social y acabó viviendo solo con una criada. Alguna noche aún se le podía ver en la Rambla con algunos de los pocos amigos que conservó. Murió el 30 de diciembre de 1933, lo suficiente para ver la rehabilitación de su hijo en tiempos de la II República.

Tres días después del atentado empezaron en Sabadell las detenciones de anarquistas como Joan Moliné, Josep Moreno, Lluís Rusiñol y Josep Martínez. Sus amigos íntimos y compañeros, Josep Miquel y Vicenç Sampere, fueron detenidos, interrogados y torturados. Además se procedió a la clausura de la Escuela Moderna de Barcelona y muchas otras que dependían de ella en otras localidades catalanas como el Colegio Moderno el Sabadellés.

Personaje literario

La figura y el trágico destino de Mateo inspiraron a escritores como Pío Baroja cuya novela La dama errante (1908) está basada en el atentado de la calle Mayor y donde el personaje de Nilo Brull es un trasunto de Morral. El 27 de noviembre del mismo año, Baroja publicó un artículo en el diario El Mundo que le valió acusaciones de apoyo al terrorismo:

España hoy es un cuarto oscuro que huele mal; pero la pobre juventud de los rincones españoles quiere salir del ahogo y, como no puede, de cuando en cuando se entrega a la desesperación. Ahí está Mateo Morral: rabioso, enfermo, furioso, pero joven, el único joven que ha habido en España desde hace tiempo”.

En 1918 Valle-Inclán le reivindicó en su poema Rosa de Llamas:

¡Tú fuiste en mi vida una llamarada
por tu negro verbo de Mateo Morral!
¡Por tu dolor negro! ¡Por su alma enconada,
que estalló en las ruedas del Carro Real!

En su obra teatral Luces de bohemia volvió a homenajearle en una escena añadida en 1924 donde Mateo, un anarquista catalán, dialoga en la cárcel antes de ser ejecutado con el protagonista Max Estrella.

En 1931, con el advenimiento de la II República, Alfonso XIII fue declarado culpable de alta traición y algunas calles, como en Sabadell, que llevaban el nombre del monarca pasaron a denominarse Mateo Morral, como lo fue la madrileña calle Mayor en plena guerra civil.

Bibliografia

CASTELLS, Andreu. Sabadell, Informe de l’oposició. O tot o res 1904-1918. Edicions Riutort, Sabadell, 1978.
ESTEBAN, José. Mateo Morral, el anarquista: causa por un regicidio. Editorial VOSA, Madrid, 2001.
NÚÑEZ FLORENCIO, Rafael. El terrorismo anarquista (1888-1909). Editorial Siglo XXI, Madrid, 1983.
MASJUAN, Eduard. Un héroe trágico del anarquismo español. Mateo Morral, 1879-1906. Icaria, Barcelona, 2009.

 

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