Opinión de Josep Asensio: ‘La huelga: otro derecho perdido’

Hace tan solo un par de días miles de profesores, personal no docente y estudiantes eran convocados a la huelga contra la nueva ley de educación impulsada por el ministro Wert pero también contra los recortes que asolan la educación en nuestro país y que lejos de parar, se acrecientan convirtiendo el futuro en algo muy muy negro. Cabe resaltar que por primera vez los padres, verdaderos pilares en la educación, se han unido a las protestas y ésta ha sido a nivel de Estado, a pesar de que las conocidas camisetas son amarillas en Catalunya y verdes en el resto de España.

Sin entrar en el ya conocido baile de cifras, existe un clamor contra una política que quiere destruir por completo todo atisbo de mejora educativa. Parece una paradoja que un gobierno, que un Estado quiera lo peor para sus conciudadanos, pero eso es completamente cierto. Y en eso están de acuerdo Wert, ministro de educación y Rigau, la consellera d’educació. Se suprimen becas, no se sustituye a los profesores y profesoras enfermos, se cierran escuelas y aulas, se aumentan horas al profesorado y alumnos por aula, sin tener en cuenta las necesidades educativas de los alumnos, se eliminan profesores que atienden a niños y niñas con necesidades educativas especiales, y todo esto aderezado con la supresión de pagas al profesorado, disminución de los sueldos y criminalización mayúscula considerándonos “funcionarios”, como si esto fuera un gran insulto.

Me viene a la mente el espléndido programa dirigido por Jordi Évole, Salvados, donde en un viaje a Suecia, descubrió que la educación era para ese país el pilar básico de toda su estructura: los profesores eran los mejores, los que mejor nota tenían, los mejor pagados y preparado, pero también los mejor inspeccionados. Todos los partidos estaban de acuerdo pues se trataba de una cuestión de estado. ¡Qué lejos estamos de esa situación! A ministro puesto, ley nueva, nuevos planes y nuevos métodos que no llegan a aplicarse porque luego llegan otros y lo reforman todo. Mientras tanto, cada uno hace lo que puede y así vamos. La salida actual: viaje a Alemania para trabajar duro y mantener a los bancos alemanes.

La huelga convocada el pasado jueves 9 de mayo, es la culminación a toda una serie de protestas que han evidenciado un malestar creciente en todos los sectores de la educación, universidad incluida, donde también afectan la subida de tasas y la falta de recursos. Pero no se nos debe escapar que la huelga es un derecho que se ha convertido en una tremenda trampa y coacción. La huelga, además de la protesta, significa un hachazo importante a nivel de sueldo, que oscila entre los 80 y los 150 euros que en las actuales circunstancias muchos no pueden permitirse el lujo de perder. Los sindicatos no tienen el poder que sí tienen en otros países, siendo una especie de mutualidades que pueden hasta hacerse cargo de ese perjuicio. Éstos han sucumbido al poder del estado y han estado aceptando sus ayudas, convirtiéndose en lacayos y dependientes: el típico pez que se muerde la cola. Si éstos fueran fuertes no necesitarían ser casi absorbidos por la administración, pero…

No hay que olvidar tampoco que durante mucho tiempo los sindicatos han demandado al gobierno, catalán y español, que el dinero de estas huelgas revertiera en el sector educativo en forma de becas, instalaciones, etc., pero siempre se han negado. En estos tiempos de crisis el gobierno catalán se frota las manos esperando que la huelga sea mayoritaria porque ese dinero va a servir para pagar la deuda creciente y no se ha perdido nada con un día de clase menos. Al no tratarse de un sector productivo no se ha parado nada. De ahí la doble moral de nuestros dirigentes que suspiran por un estado propio pero torpedean la educación con intenciones más que malvadas. ¿Qué importa perder un día de clase si vamos a ganar millones de euros, que nunca van a llegar a manos de los más necesitados? La consellera Rigau no ha tardado en asegurar que la huelga ha sido un fracaso, pero ¿podría usted decirme cuánto dinero ha ganado la Generalitat con esta huelga? La manipulación es inherente a la consellera y seguramente desde su despacho de oro no sabe la realidad de la escuela catalana. Para ella, que hace siglos que no pisa una, la escuela es un parásito que más bien molesta, como un grano que no desaparece. ¿Algún día se acercará a una escuela o instituto para conocer de cerca las dificultades y las alegrías que allí se cuecen? Queda usted invitada, señora Rigau, aunque me temo que preferirá mirar hacia otro lado.

Existen otras alternativas que se ponen en práctica pero que no sirven para cambiar las cosas. Unos profesores trabajaron el jueves y donaron su salario a Cáritas. Muy bonito, muy solidario, pero no muestra el rechazo a los planes del gobierno para cambiar las estructuras. La huelga sigue siendo válida, muy válida, pero se ha convertido en un chantaje, no tan solo en el mundo educativo. Cada vez son menos los que pueden hacerla. Unos por miedo, otros porque ya no creen en ella, otros porque no pueden dejar perder unos euros. El caso es que se imponen otros métodos, otras maneras de protestar que sí hagan tambalear las férreas estructuras del estado que nos agobia a todos. La nueva Ley de Educación, la ley Wert, se aprobará sin duda finalmente , sin consenso, sin alegría, y una nueva pieza del puzzle en el que todos deberíamos encajar se ha perdido para siempre o para muchas generaciones.

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