Ameneh Bahramí, quemada con ácido: “Ahora soy más fuerte. No soy guapa ni tengo dos ojos pero tengo otras cosas”

Con 26 años, la vida de la iraniana Ameneh Bahrami dio un dramático giro. La crueldad de un compañero de facultad truncó sus esperanzas con ácido. Mientras intenta recuperarse de las heridas físicas y emocionales de un suceso que la convirtió en noticia de los principales rotativos del mundo, palabras y conceptos como justicia, perdón o venganza luchan en una batalla en su interior.

Bahrami tuvo en sus manos infringir a su verdugo el mismo castigo que él la dio, y decidió pasar página. Ahora seis años después, él está en la calle sin cumplir su condena y ella, centrada en el presente, vive en Barcelona, es invidente y vive en medio de la incertidumbre. La perspectiva del tiempo le hace lamentar haber perdonado y quiere  dar marcha atrás en el caso en los tribunales. 

Ameneh Bahrami, con 34 años, un castellano rudimentario pero comprensible, visita Sabadell para explicar su testimonio en el Día Mundial de los Derechos Humanos. Minutos después de hablar con iSabadell, su testimonio sobrecoge a las 80 personas que llenan la Casa Duran en el acto institucional del Día de los Derechos Humanos.

Viene a Sabadell a hablar de Derechos Humanos en el día mundial justo poco después de la muerte de Nelson Mandela, que es recordado casi universalmente como una persona que llevó a cabo de forma increíble el derecho a poder perdonar. Usted también pudo perdonar…
Sí.

Pudo hacer que la persona que le lanzó ácido a la cara pagase con lo mismo y decidió que no fuese así. ¿En qué pensó en ese momento?
Visto desde ahora pienso que fue una pena haberle perdonado. Pero antes mi caso es el primero de una mujer en Irán que puede aplicar la ley del Talión igual para un hombre que para una mujer. En mi país, Irán, las mujeres valen la mitad que los hombres. Fui de las primeras que pidió y pude acoger el mismo castigo para él.

Ameneh Bahrani

Pero en los últimos minutos, cuando este chico se lanzó al suelo, besó mis pies y todo, lo perdoné. Pensé que pese a todo era un ser humano y para un humano ya era suficiente. Se lanzó al suelo y besó mis pies. Pensé que aqeullo ya era suficiente. Ya está.

Pero una vez perdonado Malij me amenazó de nuevo. Ahora entiendo que no es humano. Es un salvaje en ropa de humano. Por eso ahora lamento haberle perdonado.

Ameneh habla en castellano, aprendido desde que vive en Barcelona. Lo hace de forma directa, casi de carrera, sin tristeza. Incluso sonríe cuando lamenta haber podido perdonar. Desde atrás, sin entender demasiado porque no habla castellano ni tampoco inglés, la observa su padre, llegado de Irán, que tiene el libro autobiográfico de su hija en la mano, Ojo por ojo. En unos meses, Bahrani y su padre volverán a Irán para retomar los trámites judiciales asociados a su caso. Luego ella volverá de nuevo a Barcelona, donde ha fijado su residencia e intenta empezar de nuevo.

¿Le perdonó el castigo a cambio de cobrar una compensación económica para pagar las operaciones que ha tenido que hacerse? ¿Ha cobrado?
No exactamente. Me acogí a la ley del Talión por sus dos ojos. Podía quitarle los dos ojos. Pero luego pedí una indemnización por quemarme la cara, las manos, los brazos hasta arriba -se levanta las mangas y enseña los brazos quemados hasta más allá de los codos-, mi cara, mi pelo y los ojos -se quita las gafas que cubren su rostro-. Este ojo es de cristal, no es normal -es el derecho, en la cuenca del ojo izquierdo no tiene nada. Ameneh perdió parte de la visión después de sufrir unos problemas médicos y ahora es invidente-. Solo le perdoné de la ley del Talión pero quería cobrar la indemnización. Sin embargo, luego Malij no pagó. Y la ley dice que si no paga, debe esperar en la cárcel hasta que pague la deuda. Una vez haya pagado su deuda, podrá salir a la calle. Pero él no me pagó. Y cuando yo vine a Barcelona a operarme, el juez lo dejó libre. Él ahora está en la calle.

Por tanto, él ahora está en la calle y en parte por eso se arrepiente de haber perdonado. Y por ello publicó el libro Ojo por ojo, publicado hace unos meses y en el que vuelve a pedir poderle aplicar la ley del Talión.
Yo otra vez he ido al juzgado. Quiero devolver a Malij a la cárcel y acogerme de nuevo a la ley del Talión.

Usted vive en Barcelona ahora. En aquel momento usted y su agresor estudiaban en la universidad. ¿Cómo pasó todo?
Yo estudiaba electrónica y él también. Pero no era mi amigo ni mi novio. Nada. Solo compañeros. Él tenía cinco años menos que yo. No íbamos al mismo curso pero coincidimos en una clase. Yo sólo conocía su cara, no su nombre.

Su madre me llamó diciendo que su hijo quería casarse conmigo. Le dije que no le conocía. Luego le dije que no quería casarme con él. Y me empezó a amenazar con que me iba a matar. Después me dijo que iba a hacer cosas para que yo sufriese toda la vida. Su madre me dijo que él era el hombre y que podía hacer todo lo que él quisiera. El hombre tiene permiso para hacer lo que quiera. Ella me dijo que me casase con él o se me rompería la vida. En aquel momento, yo trabajaba en una empresa de género médico y estudiaba a la vez. Al salir de la empresa, tenía un hombre detrás y pensaba que quería adelantarme. Le dejé pasar pero de golpe me asusté. Era Malij con un jarro de ácido. Me lo lanzó a la cara. Al principio pensé que era agua caliente y que era un loco. Pasaron unos minutos y me di cuenta que no era agua. Era ácido. Estuve seis meses en Irán y después vine a Barcelona a tratarme. Ahora hace ocho años de esto.

Esta agresión marca un antes y un después en su vida. Era una persona independiente, con ilusiones académicas. Explica en el libro que su máxima ilusión era estudiar y ser una profesional.
Sí. Yo no quería casarme porque quería estudiar. Ser profesora de universidad. Doctorarme. Pero todo se me rompió. Me cambió la vida que había hecho en 26 años. Había intentado muchas cosas para trazar mi vida pero el ácido lanzado en mi cara lo rompió todo. Intenté arreglarlo y lo intento cada día. Pongo mucha energía. Ahora veo las cosas de otra manera. Cuando llegué aquí, encontré un país nuevo, una nueva lengua y sigo una nueva forma de ver la vida. Quiero olvidar lo que pasó y seguir adelante.

Buena parte del tiempo desde que vive aquí lo pasa intentando recuperarse.
Sí. Me han hecho 25 operaciones. Cuando vine a Barcelona, estuve dos años en los que podía ver. Pero con problemas económicos por falta de ayudas de los gobiernos. Acabé en un albergue y por mi estado cogí una infección en mis ojos. Me hizo perder la vista. Pero hace unos años pude ver Barcelona y aprender castellano. Mis médicos son una maravilla [nombra los médicos del Instituto de Microcirugía Ocular, la clínica Creu Blanca y la Vall d’Hebrón]. Me ayudaron mucho en estas 25 operaciones. [El oftalmólogo] Ramón Medel en muchas no me cobró porque nadie me ayudó ni asociaciones ni gobiernos y él lo hizo sin cobrar.

¿El gobierno de Irán se responsabilizó de alguna manera del caso?
Al principio sí. Pero cortan el pago y después vuelven a pagar de vez en cuando. En 2007 me cortaron el pago. Por eso perdí la vista. Tuve que vivir en una habitación poco preparada y cogí una infección. En 2010 y 2011, cuando perdoné a Malij, me volvieron a pagar. Pero el último año tengo una operación de 6.800 euros y ellos dicen que ya no pagan. Aún así, solo han pagado para las operaciones, nada para vivir ni subsistir.

¿Ha vuelto a Irán?
Sí. Cada año al juzgado. Voy y vengo. La semana que viene quiero ir a Irán para volver al juzgado.

Después de todo lo que ha pasado, ¿cómo ve el futuro?
He sufrido tanto que no me gusta pensar en lo que pasó. Quiero olvidar. Pero tampoco quiero pensar en el futuro. Quiero vivir hoy. No tengo nada para pensar en el futuro. No tengo nada para vivir. No sé con qué dinero viviré. No tengo trabajo. Ningún gobierno me ayudó. No tengo piso ni para medicinas. Siempre tengo problemas. Cuando vuelva de Irán querría hablar con el rey Juan Carlos o el presidente del gobierno por si puedo tener ayudar para un piso o para estudiar.

¿Quiere estudiar?
Quiero acabar. Quiero hacer una carrera que pueda seguir. Estudiar mucho. Tengo todos los papeles de la universidad en Irán y quiero convalidar todo lo que puede para entrar la universidad en Barcelona. Pero tengo tantos problemas para sobrevivir que no puedo pensar en otras cosas: alquiler, dinero para medicinas, dinero para comer… No puedo pensar en otras cosas.

Empecé hablándole de la capacidad de poder perdonar. Visto con el paso del tiempo y su situación, ¿cómo entiende el concepto de justicia?
Intento terminar de nuevo en los juzgados. Sigo para acabar la historia en el juzgado. No quiero dejarlo estar. Quiero seguir hasta el final. Me acogí a la ley del Talión para poner ácido en su cara y fui la primera que pudo haberlo hecho. Quiero seguir esto porque yo le perdoné. Y después una chica quiso aplicar la ley del Talión y ya no la dejaron porque dicen que yo hice cancelar la ley. Yo no cancelé nada. Quiero acabar en el juzgado y volver a la ley del Talión.

Ameneh BahraniYa para acabar. En unos minutos hablará y explicará su caso ante varias personas. Cuando lo hace, ¿qué mensaje intenta hacer llegar al público? ¿Qué quiere que saquen de sus palabras?
He sufrido tanto… Mi mensaje es que la vida es difícil pero que la mente puede hacer que no lo sea tanto. Hay que pensar en positivo y así se pueden arreglar de forma fácil las cosas difíciles. Hay que soñar y hacer que los sueños no sean tan difíciles. La mente y la energía positiva hacen que se pueda hacer cualquier cosa. Así, cuando vengan los problemas, te hacen más fuerte y más tranquila.

Ahora yo soy una persona más fuerte que antes. Antes tenía dos ojos y poca cosa más. Era guapa y tenía dos ojos. Ahora no soy guapa ni tengo dos ojos pero tengo muchas otras cosas. Sé muchas otras cosas. Sufrir tanto hace que también se arreglen otros problemas y salgas de ellos más fuerte. Me gusta esta Ameneh que se sienta aquí. No tengo miedo a nada. No me gusta pensar en el futuro pero siempre intento que la vida en el futuro sea mejor. Pongo toda mi energía en la vida. Estoy alegre. Detrás de mí hay una historia dura pero he podido salir adelante.

En Irán se dice que cada día sale el sol. Cada día. Pero cada día sale el sol de forma diferente. Cada día sale el sol, más fuerte que ayer, con más energía. Y va cambiando. Como cambia la vida cada día…

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