“María Corina Machado no se ha caracterizado por defender en todo momento una salida pacífica al laberinto de su país, como sugiere el acta del premio. A raíz del reciente bombardeo de EEUU a una embarcación en aguas internacionales del Caribe que dejó 11 muertos, manifestó que ‘falta poco’ para la caída de Maduro”.
Marco Schwartz, periodista
“El editor y escritor Enrique Murillo, que sabe bien de lo que habla, lo ha dicho sin rodeos: ‘El problema no es el Premio Planeta, sino la sociedad que lo corea’. Es verdad, el espectáculo no está en el escenario, sino en el coro: periodistas que fingen sorpresa, críticos que callan, jurados que asienten. El Planeta es puro circo, sí, pero lo preocupante es que siga llenando la carpa. Durante décadas nos han vendido el Planeta como el “gran galardón de las letras españolas”. Nos lo han vendido y, sin rechistar, les hemos comprado el discurso un año tras otro a los inventores de este imbatible instrumento de marketing”.
Juan Tortosa, periodista y filólogo
Creo que muchos de nosotros estábamos temblando imaginando la posibilidad de que el comité encargado de otorgar el Premio Nobel de la Paz eligiera a Donald Trump. Llevaba meses pidiéndolo a gritos, supuestamente porque iba a acabar con el genocidio en Gaza y otros conflictos. De repente, se lo lleva María Corina Machado, luchadora por los derechos civiles de los venezolanos según unos, y considerada como conspiradora y pelele del gobierno de Estados Unidos según otros. La verdad es que Machado no oculta su admiración por Donald Trump. Así, quien dice ser la valedora de la democracia en Venezuela, corrió a decirle al narcisista Trump que lo sentía mucho, que era él el que se lo merecía. Compartieron risas y amabilidad. El presidente norteamericano, fiel a su línea, le respondió que, si se lo merecía, pues que se lo regalara y punto.
No dejo de sorprenderme al ver que ese galardón se lo ha llevado una persona que nada ha luchado por la paz. Muy al contrario, porque alienta una intervención militar en su país para acabar con Nicolás Maduro y calla ante la agresión de Trump a esas supuestas narcolanchas en las que ha asesinado fuera de cualquier legalidad a casi treinta personas. Un asesinato en aguas internacionales de ciudadanos venezolanos que Corina Machado aplaude en la intimidad, esperando que por fin Trump se decida a atacarlos en tierra, es decir, el preludio de una invasión. Así estamos.
Recuerdo que hubo una época en la que los ganadores de esa distinción fueron Martin Luther King o el Dalai Lama. En este 2025 había 244 personalidades y 94 organizaciones, entre las que se encontraban organizaciones humanitarias, figuras políticas y activistas de la sociedad civil, como las Células de Intervención de Emergencia formadas por voluntarios y que actúan preferentemente en Sudán; también la organización Reporteros sin Fronteras, que hubiera sido, en el caso de haber ganado, un homenaje a la libertad de prensa y a quienes arriesgan su vida para informar, tras un año negro para el periodismo, especialmente en Gaza, donde se contabilizan más de 210 periodistas asesinados en dos años. También la Corte Penal Internacional o Standing Together, organización israelí-palestina pacifista que lucha contra la colonización y por la igualdad entre ambas poblaciones.
Juzguen ustedes mismos. No tengo la menor duda de la instalación en nuestra sociedad de una especie de síndrome de putrefacción que lo va corrompiendo todo. Estoy convencido de que el año que viene ese Premio Nobel de la Paz será para Donald Trump, el genocida amigo del exterminador de palestinos. El chantajismo y el matonismo se han instalado ya en todo el mundo. La ética ha muerto.
Y paralelamente a todo esto, resulta que el tertuliano que ama a las hormigas ha ganado el Premio Planeta, otro de los subterfugios que nos venden como el gran galardón de las letras españolas y que es, en realidad, un negocio. Hubo un tiempo en el que los ganadores del Planeta eran escritores.
Ya el año pasado no tuvieron ninguna vergüenza en dárselo a Sonsoles Ónega, periodista fiel a Atresmedia, donde, qué casualidad, Planeta es el accionista mayoritario. Todo queda en casa. Nunca hubo concurso.
“Podrían hacerlo de otro modo, mejor, más honesto: una gala de premios de autores famosos, a modo de reconocimiento, como el Nobel, pero decidieron disfrazarlo de paripé; crear la ilusión de que todos podemos participar, que tenemos las mismas oportunidades que los autores que tienen en nómina, cuando lo cierto es que nunca las tuvimos. El premio está dado mucho antes de que abran siquiera la convocatoria. Por eso sale a librerías tan rápido, porque han tenido muchos meses para preparar la obra: corrección, envío al autor, nuevos cambios, maquetación, diseño de portada, galeradas, distribución…”, argumenta la escritora Eba Martín Muñoz.
Juan del Val representa ni más ni menos que la constatación de esa podredumbre del espíritu literario, de esa artificialidad de unos empresarios que ya hace tiempo que perdieron cualquier sensibilidad hacia la literatura de calidad en favor del marketing y del negocio. Hasta el propio Juan del Val ha dicho que es el momento de la “literatura para la gente” y que hay que dejar de lado la “literatura para la élite”. ¡Menudo narcisista!
He leído todos tus libros, Juan. Me gustó Delparaíso, pero Bocabesada me pareció más de lo mismo, la repetición de estándares elitistas, ricos pobres de espíritu que caen en la cocaína y el sexo para huir de sus frustraciones. Casoplones con piscina y criadas llenos de machistas y gentes egoístas. Quizás un reflejo de ese tándem empresarial que formas con tu mujer.
No me voy a leer este último, Juan, porque este trofeo te lo han dado a ti y no a tu libro. Y, principalmente, por respeto a los casi 1.500 participantes en el Premio Planeta de este año y que han tenido una mínima esperanza de que les tocara a ellos ese millón de euros y un poquito de fama de la que tú disfrutas desde hace tiempo como niño mimado que eres. Creo sinceramente que esas personas se acaban de dar cuenta de que todo está amañado, que la cúpula del Planeta elige al ganador para vender libros y, consecuentemente, no hay ningún rigor en el jurado. Todo viene desde arriba. Como presidente de un premio literario humilde que soy, te puedo asegurar que el nuestro, este sí, no conoce al ganador hasta el último momento. Se lleva tan solo 2.000 euros que, naturalmente, son mucho más limpios que tu millón. Como la mayoría de los que se convocan en España. Sencillez frente a idolatría, honradez frente a desfachatez. Integridad frente a putrefacción.
El Premio Nobel de la Paz y el Planeta comparten este año la vergüenza de la manipulación más burda, la obscenidad de la prostitución de sus principios, de unos valores que muchos de nosotros considerábamos intocables. De hecho, van de la mano de esos extremismos que expanden odio por las redes, que alientan el hostigamiento, la intimidación o la amenaza bajo el supuesto paraguas de la libertad. No, Corina, no, Juan, vuestras formas no son las mías. Venceréis, pero no convenceréis.
Foto portada: l’escriptor Juan del Val, guanyador del Planeta. Autor: ACN.
