Opinión de Manuel Navas: ‘El amianto mata’

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas, Coordinadora del Moviment Veïnal del Vallés

Decía el sociólogo alemán Ulrich Beck que nos hemos instalado en la sociedad del riesgo para referirse al cambio de paradigma que trajo bajo el brazo la sociedad posindustrial, donde los riesgos económicos, políticos, sociales, ambientales, etc., escapan de los controles institucionales y por supuesto de la soberanía popular. Es lo que tiene el desarrollismo sin fin cuya lógica conduce a un camino de difícil retorno donde todo se filtra por el beneficio económico. Una evidencia que cínicamente se niega desde el poder para tapar desorden global e insostenible al que nos han llevado. Ulrich apelaba a los movimientos sociales como nueva fuente de legitimación para poner freno a la infinita estupidez humana que diría Einstein, y acabar con la pasividad que promueve consignas de carga ideológica como: “esto es lo que hay y no hay más”.

Los efectos de la sociedad del riesgo son múltiples y entre ellos, en nuestra comarca, tenemos el amianto (uralita), un material cancerígeno para producir fibrocemento sobre el que existe un enorme desconocimiento entre la población, debido a una falta de información, auspiciada por las grandes empresas que han dominado el tráfico y la explotación de este mineral, con la impagable colaboración de médicos, técnicos (con honrosas excepciones), legislación y administración.

Una industria que para fuentes sindicales, ha supuesto la mayor tragedia laboral del siglo XX sin nos atenemos al número de muertes, enfermedades, sufrimientos, etc. Basta recordar que para la OMS existen 125 millones de personas expuestas y que anualmente se estiman en 107.000 muertes por cáncer de pulmón relacionados con ese veneno (las fibras que desprende el mineral se incrustan en los pulmones y provocan graves dolencias respiratorias y cáncer de pleura y pulmón); que la propia UE vaticina que hasta el 2030 se producirán medio millón de muertes de cáncer por la exposición al amianto y que en nuestra comarca, donde estuvo ubicada la empresa Uralita, la población que se conocen datos (Cerdanyola), ostenta el macabro récord de ser el municipio de España con mayor prevalencia de cáncer de pleura, ¡cada semana! se detecta un enfermo por amianto. En el resto de municipios no se saben/no contestan sea porque no existe un seguimiento o porque de existir se desconocen.

Algunos datos imprescindibles para una información básica sobre el potencial peligro: a) el amianto como material cancerígeno se conoce desde 1977, pero en Cerdanyola cesó de fabricar placas de amianto-cemento en marzo del 1997; b) la latencia de la enfermedad es de 20-40 años (desde su incubación hasta que se detecta. Se trata de una enfermedad asintomática, no se detecta hasta que se realizan las pruebas); c) poco importa que se trabaje con amianto porque existe en los tejados de uralita en las casas, en depósitos, canalizaciones, recubrimientos, edificios públicos, etc. El problema es que el amianto es incorruptible pero el cemento, que es lo que lo compacta, se va descomponiendo por las inclemencias del tiempo (lluvia, sol, viento, etc.), generando la dispersión de fibras que respiramos.

Con semejante escenario, es inconcebible que los poderes públicos que tienen la obligación de “organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de prestaciones y servicios necesarios” (art. 43 CE78), no estén a la altura de las circunstancias (ahora la Generalitat plantea actuar protocolos para eliminarlo de las escuelas públicas. Bien, pero insuficiente a todas luces). Desde el movimiento vecinal de la comarca, instamos a los ayuntamientos a que no escatimen esfuerzos para paliar las graves consecuencias evitable: impulsando campañas informativas sobre el peligro al que estamos expuestos, facilitando la retirada del mismo a los particulares; que se elaboren censos de edificaciones y equipamientos públicos y privados, de canalizaciones y de recubrimientos, etc., que contengan el producto cancerígeno y urge que desde el ámbito socio sanitario de la comarca y responsables directos de salud, (siguiendo el ejemplo de CAP Fontetes de Cerdanyola) investiguen, sin prejuicios ni presiones y con recursos suficientes, los casos de mesotelioma que se producen en las distintas poblaciones, estableciendo un órgano ad-hoc entre administración y entidades vecinales y ciudadanas, para marcar líneas estratégicas de investigación, la recogida de datos y el establecimiento de los protocolos necesarios, su implementación y la evaluación periódica de resultado. La salud de una comarca infectada por la sinrazón del sistema, merece todos los esfuerzos disponibles.

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