Foto portada: un ciutadà passejant pel Parc Central del Vallès. Autora: L.Marín.

‘Refugios climáticos: de Córdoba a Vitoria pasando por Sabadell’, por Josep Asensio

Que a estas alturas todavía haya gente que niegue el cambio climático es, como poco, peligroso. Y digo esto porque en las calles se encuentra a cierto tipo de personas que afirma, sin evidencias de ninguna clase, que calor ha hecho siempre, que el hombre no tiene nada que ver con el clima, que no es verdad que los acuíferos se estén secando… Y esas mentiras can calando en otras que han entrado en esa vorágine de fake news y prefieren cerrarse en sus mundos. Entonces, el egoísmo y la hipocresía hacen acto de presencia y lo que vale es el día a día, el poder comer y sobrevivir a costa de maltratar al planeta, sin importarnos lo más mínimo si colaboramos a la extinción global.

Creo que no somos todavía conscientes de lo que se nos viene encima. Es verdad que estamos expectantes, porque las temperaturas son más altas que el año anterior, de eso no hay duda, y nos informan los analistas que este verano va a ser “abrasador”. Pero ahí seguimos, planificando nuestras vacaciones como si nada pasara, como si siempre fuera lo mismo; y no lo es. En cierta manera, parece que vivimos en un carpe diem perpetuo, donde no importa el futuro. Y si este llega en forma de cataclismo, pues qué se le va a hacer. Y, ciertamente, si sobrevivimos, veremos partidos de fútbol en los estadios a las diez de la noche, y amplias zonas del Mediterráneo abandonadas porque será imposible resistir temperaturas de 50 grados. Y no se podrá trabajar en los campos de Andalucía ni en los de Murcia a pleno sol. Y subirá el nivel del mar; y no estaremos preparados. La venda en los ojos es tan tupida que no nos deja ver nada. Hasta hemos asimilado el aumento de las muertes como consecuencia de las olas de calor. Ya no nos afecta nada.

Mientras no haya una actuación de todos los gobiernos del mundo, cosa más que improbable, los parches de las diferentes administraciones pueden salvar vidas. No es una panacea; es como reciclar, que depende de cada uno, de nuestra modesta y mínima implicación, mientras observamos cómo los estados lanzan toneladas de tóxicos a la atmósfera después de cumbres por el clima que no sirven para nada.

Y, como digo, algunos ayuntamientos se han puesto las pilas para intentar remediar ese asfixiante calor de las ciudades atrapadas por cemento y asfalto y que se avecina achicharrante, especialmente para aquellas familias que no puedan mantener una temperatura normal en sus casas. ¿Quién hablaba de ‘refugios climáticos’ hace diez años? ¿A alguien se le escapa que la palabra ‘refugio’ tiene una connotación catastrofista que da miedo? Y ahí estamos, intentando salvar los muebles, con esas pequeñas acciones, muy loables, pero que muestran una vez más la vulnerabilidad de los más pobres. Y miro hacia Córdoba y me da pena que una ciudad que ya en abril ha llegado a los 39 grados, no disponga de planes de protección para sus habitantes en lo concerniente al calor. Ya el año pasado, Ecologistas en Acción Córdoba reclamaba al Ayuntamiento que pusiera a disposición de la ciudadanía edificios públicos refrigerados en los que pudieran pasar las horas de más calor los vecinos y vecinas que no dispusieran de una vivienda confortable desde el punto de vista térmico. Nada se hizo y nada se espera para este año.

En el otro lado de la balanza, Vitoria. “Un total de 449 refugios climáticos para hacer frente a episodios de temperaturas extremas, tanto por frío como por calor, en 238 espacios interiores de la ciudad y 211 lugares exteriores, con el objetivo de garantizar el confort térmico de la ciudadanía y mitigar el impacto del cambio climático sobre la salud de las personas”.

Toda una declaración de intenciones que incluye centros cívicos, instalaciones deportivas, centros educativos y culturales, locales y centros comerciales, iglesias y centros religiosos. Lo novedoso de la capital del País Vasco es, por una parte, el interés de su consistorio en conseguir una implicación del sector privado para que ponga a disposición de la ciudadanía espacios interiores de descanso con buena climatización (unos 25 grados), y por otra, que todos ellos, los públicos y los privados, tengan itinerarios confortables, es decir, estén a poca distancia de conjuntos residenciales y se acceda a ellos por zonas sombreadas. Así pues, el ayuntamiento de Vitoria está elaborando un plan en el que pretende que supermercados, cines, teatros, y otros centros de titularidad privada, se adhieran a esta iniciativa para poder ofrecer muchas más zonas de confort climático.

Resulta paradójico que Córdoba, con 325.000 habitantes y ese calor asfixiante ya desde el mes de mayo, no disponga de ningún ‘refugio climático’ oficial y Vitoria, con 250.000, tenga casi medio centenar. Sabadell, con 210.000, tiene tan solo 40, la mayoría en espacios exteriores (parques y plazas), incapaces de mantener temperaturas confortables. Los interiores son solo públicos (centros cívicos y bibliotecas) y no se abren los fines de semana. En agosto, muchos de ellos cierran o tienen horarios reducidos. El año pasado, las temperaturas en Sabadell llegaron a los 35 grados diversos días ya en el mes de junio, viéndose superados en julio y en agosto. En este último mes, la ola de calor duró más de 15 días. Este año, en esos tres meses, el calor se prevé, también en nuestra ciudad, abrasador. De momento, el ayuntamiento ha previsto colocar toldos en once centros escolares, un 22 por ciento del total, y dotar de piscinas de 500 litros a otros diez, algo que no cuadra demasiado con la escasez de agua y las restricciones que se avecinan. Lo suyo sería la prohibición absoluta de juegos de agua en los Casals de verano.

De momento nada se sabe de refugios climáticos en nuestra ciudad. Es urgente implicar al sector privado para añadirlos a los públicos y que estos estén más cerca de los ciudadanos que lo necesiten. Y toldos, muchos toldos en ciertas calles que van a resultar un auténtico infierno en las horas centrales del día. Vamos tarde. No me quiero imaginar el Passeig de la Plaça Major cualquier día de julio o agosto.

Foto portada: un ciutadà passejant pel Parc Central del Vallès. Autora: L.Marín.

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