Opinión de Josep Asensio: ‘Típicos tópicos’

Parece que cada cierto tiempo alguien quiera ponernos en nuestro lugar en el mundo. A pesar de pequeños esfuerzos para demostrar aquello que somos en todos los ámbitos, algo o alguien se propone con un golpe de efecto silenciar todo nuestro bagaje literario, arquitectónico, lingüístico y cultural. Y qué mejor manera de anular la diferencia que recordar los tópicos que nos humillan y que tanto daño hacen al desarrollo de cualquier comunidad que, como si de legañas se tratara, deseamos desaparezcan para siempre de nuestros ojos.

No es casual que sea precisamente un alemán, periodista en este caso, el que nos haya recordado a todos, pero especialmente a sus compatriotas, que España es el país de la siesta por excelencia. Basándose en un supuesto decreto ley del mismísimo José Luis R. Zapatero, prohibiendo la siesta en las empresas, a todas luces inexistente, y recordándonos la España de toros, flamenco y pandereta, ha logrado ahondar en nuestras miserias socavando los entresijos de nuestra sociedad.

Si bien es verdad que algunos sectores turísticos y hoteleros venden la “marca España” con una mezcla de folklore diluido en alcohol, sol, playa, sexo y juerga a raudales, muchos organismos, locales o autonómicos, se esfuerzan en rechazar esos tópicos para fortalecer los derivados del descanso, la cultura y el patrimonio. Su único propósito es que el visitante se sienta a gusto y pueda comprobar por él mismo que la mayoría ni somos toreros ni tocamos la guitarra.
No es fácil desprenderse de esos tópicos que perduran en Europa como una losa. De hecho, yo mismo los sufro cada vez que viajo a Francia, donde todavía se extrañan que no coja ni un capote ni baile flamenco. Afortunadamente también nos relacionan con la Alhambra, Gaudí, El Prado, Carlos Ruiz Zafón, Almodóvar y otros, con lo que uno respira aliviado al ver que algo empieza a cambiar lentamente.

Los tópicos sintetizan injusta y dolorosamente una comunidad, un país, sin ninguna base creíble o estadísticamente comprobada y en la mayoría de los casos se efectúa deliberadamente, para ejercer una presión insana y malintencionada hacia esos habitantes, para desmotivarlos, para enjaularlos y encorsetarlos y, por lo tanto, impedir su crecimiento. Por increíble que parezca, los propios afectados se van creyendo lo que tanto les dicen, viéndose perfectamente reflejados en esos tópicos a sabiendas que son completamente falsos y exagerados. Se produce entonces un efecto boomerang que dificulta el poder salir de ese círculo vicioso, dotándolo, si cabe, de mayor fuerza y protagonismo.

Ignoro si el periodista alemán ha escrito ese artículo con una intencionalidad particular y en conexión con su gobierno, pero ha conseguido aniquilar el ímpetu de millones de personas y de muchas administraciones que desde hace años trabajan para dar una imagen más acorde con la realidad. Alemania representa hoy en día una muy seria amenaza para el desarrollo de los países del sur de Europa. A golpe de tópico, ha conseguido que nos creamos que griegos, portugueses, italianos y españoles seamos unos vagos que solo queremos dormir la siesta y vivir de los fondos europeos.

Evidentemente nos pasamos la vida durmiendo, bebiendo y orinando por las calles. Además insultamos a los transeúntes, vomitamos por los rincones y trabajamos cada vez menos. A eso añadimos nuestro bajo nivel cultural y el desprecio a lo que nos da la gana. Se me ocurre que eso no lo hacemos nosotros sino los alemanes que nos visitan. Y no es ningún tópico. Es la pura realidad de una parte importante de los turistas germanos que dejan muy poco dinero y sí muchos fluidos de todo tipo.

Ante este ataque descarado solamente se me ocurre boicotear los productos alemanes que nos invaden a través de pequeños supermercados carentes de sensibilidad hacia el país donde se asientan. Quizás es una opción poco meditada o mucho, según se mire, pero hace tiempo que descubrí que hay una colonización alemana premeditada que pretende aniquilar la producción española. Ellos eligen qué quieren de nosotros, pero nos imponen sus productos. Alemania nos obligó a cerrar las industrias, a bajar los sueldos, a empobrecernos y a cerrarnos en nuestros propios tópicos. Es una acción completamente intencionada que, como en otros ámbitos, el consumidor puede neutralizar mirando el origen de lo que compra. Un fuerte y contundente boicot a los que nos amenazan y nos anulan tendrá sin duda más efecto que un artículo inconsciente y estúpido publicado lejos de nuestras fronteras.

Foto portada: Plaza de toros ‘La Maestranza’ de Sevilla. Autor: David B.

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