El avance silencioso del baloncesto en silla de ruedas

El eco de los rebotes del balón se fusiona con las palabras de los entrenadores y las carreras sudorosas de los agotados jóvenes. Los diálogos efímeros y distantes de los pocos aficionados que están observando el entrenamiento desde las gradas del pabellón del Norte de Sabadell ambientan un día más en la rutina semanal de los jugadores de baloncesto del CE Sant Nicolau. Son las 5 de la tarde de un miércoles otoñal, un día frío y gris de esos de peli, sofá y manta. No llueve pero puede empezar a chispear de un momento a otro.

La puerta de entrada al moderno recinto se abre y por ella aparece un joven sobre una silla de ruedas junto a otro que camina a su lado. Como cada martes, miércoles y viernes, Marc Subirón se desplaza en su coche adaptado desde Barcelona hasta Sabadell para acudir al entrenamiento de su equipo de baloncesto en silla de ruedas (BSR): el Club Esportiu Sant Nicolau. Tiene 21 años y sufre una enfermedad congénita minoritaria llamada Síndrome de Kniest, una displasia ósea que afecta a las articulaciones del cuerpo, reduciendo su movimiento articular. Tiene afectación en rodillas, cadera, espalda, codos y muñecas, aunque mayoritariamente en el tronco inferior.

Marc Subirón
Marc Subirón, al fondo de la imagen, en un partido. Autor: Iris Comella

Hace cuatro temporadas que practica el BSR y ha pasado por equipos de la talla del Joventut de Badalona antes de recalar en el CE Sant Nicolau. Marc practicó otros deportes adaptados como el tenis, la bici o la esgrima antes del baloncesto, pero según explica “la mayoría de los demás deportes adaptados son individuales, mientras que el BSR es un deporte colectivo donde confluyen muchos tipos de discapacidades, y eso lo hace especial respecto al resto”.

El origen: un deporte para veteranos de guerra discapacitados

Para conocer los orígenes de este deporte hay que echar la vista atrás unas cuantas décadas y cruzar el charco hasta llegar a Estados Unidos. En el año 1946, exjugadores americanos de baloncesto tradicional que habían sufrido lesiones de guerra pero seguían con las mismas ganas de practicar un deporte plenamente atlético dentro del marco grupal de equipo inventaron el baloncesto en silla de ruedas. Fue concretamente en el Estado de California donde nació la Asociación Nacional de Baloncesto en Silla de Ruedas (V.W.B.A., por sus siglas en inglés) y donde se disputó, extraoficialmente, el primer Campeonato del Mundo.

El BSR se considera deporte Paralímpico desde los Juegos Paralímpicos de Roma de 1960. Unos años más tarde, en 1969, esta disciplina deportiva llegó a España, aunque de un modo bastante discreto. Tras varios años de formación en nuestro país, ahora es cuando se está empezando a disfrutar de un deporte que quiere aumentar su popularidad entre los aficionados, y que ya se practica en más de 75 países.

El seleccionador español de baloncesto en silla de ruedas, Óscar Trigo, dirige al grupo más exitoso de la historia de este deporte adaptado en nuestro país. España está en el tercer lugar del podio a nivel europeo y ya prepara la clasificación para el Mundial Paralímpico de 2016, que se disputará en Río de Janeiro (Brasil).

Quiero ser el primer entrenador que ha ganado dos bronces y que ha estado en dos Paralimpiadas habiéndose clasificado previamente. Son pequeños retos personales que tengo como entrenador”, declara el seleccionador con una sonrisa de ilusión y confianza en los labios.

Óscar trabaja como profesor de Educación Física en Sabadell, y lleva muchos años en el mundo del deporte, habiendo dirigido disciplinas muy diferentes entre ellas, como el hockey patines (Club Hockey Mataró), el baloncesto tradicional (CB L’Hospitalet), el baloncesto en silla de ruedas (FC Barcelona y CE Sant Nicolau) o la preparación física del tenis. Además de ser el máximo responsable de la selección absoluta desde hace más de cinco años (empezó en julio de 2008), Trigo también dirige al primer equipo de BSR del club sabadellense Sant Nicolau. Dos funciones radicalmente opuestas en términos de responsabilidad y objetivos, pero que combina teniendo claro lo que debe hacer con cada equipo.

Hay que tener muy clara la realidad donde estás. En la selección tengo unos objetivos cuantitativos, quedar entre los cinco primeros de Europa para entrar en el Mundial, mientras que aquí en Sabadell son objetivos competitivos y también formativos. En el Sant Nicolau enseñamos a competir, porque los jugadores no vienen a pasar el rato sino a formarse. Tenemos niveles de formación diferentes en función de los conocimientos deportivos de cada jugador. No se puede comparar nada con la Selección porque todo quedará por debajo, por lo que hay que mirarlo con ojos diferentes”, explica el entrenador, sentado en las escaleras del pabellón del Norte que llevan hacia los vestuarios, mientras observa como sus jugadores van llegando para cambiarse antes del entrenamiento.

Preguntado por los motivos que lo llevaron hace dos años a aceptar la oferta de dirigir la sección de BSR, nueva dentro del organigrama del club sabadellense, a pesar de dirigir el máximo nivel de este deporte dentro de la selección, Trigo lo tiene claro:

Acepté la oferta porque hay un vacío en el deporte adaptado que es la formación de los jugadores. Para mí es un proyecto ilusionante el poder formar a la vez jugadores de a pie y en silla de ruedas dentro del organigrama del club. Un proyecto que, además, me sirve para añadir una variante al trabajo que he hecho durante todos estos años, puesto que siempre me he dedicado a la competición y ahora tengo un objetivo formativo, distinto y motivador”, cuenta el míster con una sonrisa de satisfacción en los labios y una mirada alegre y sincera.

Antes de continuar debemos hablar sobre una de las máximas dificultades que sufren éste y el resto de los deportes adaptados.

¿Deporte integrador?

¿Realmente son aceptados como deportes competitivos o la gente los ve únicamente como un modo de integrar a las personas discapacitadas en la sociedad y el mundo del deporte?

Creo que hay dos partes. Cuando alguien padece una discapacidad primero debe rehabilitarse para poder reemprender su vida normal y su actividad laboral o estudiantil y puede usar el BSR como medio para lograrlo. Una vez ha conseguido esto y es una persona completamente normal, el BSR adquiere un papel totalmente competitivo”.

Por su parte, el jugador Marc Subirón argumenta con gesto incierto y algo molesto:

Yo vengo a entrenar para ganar el sábado. Cuando entro en la pista tengo los mismos valores que cualquier jugador de un equipo tradicional”.

Trigo argumenta pausadamente y de forma muy clara algo que ha repetido infinidad de veces, y que no se cansa de reiterar una y otra vez:

Sí que podemos hablar de un primer proceso formativo del deportista adaptado que es rehabilitador, puesto que muchas de las personas que empiezan con el deporte adaptado lo hacen desde el hospital. No podemos hablar, sin embargo, de integración, puesto que estos jóvenes no han tenido ninguna problemática que los haya excluido de la sociedad, nunca se han desintegrado, simplemente sufren algún tipo de discapacidad. Por tanto no es integración dentro de la sociedad, sino inclusión dentro de la sociedad deportiva”, explica.

En este sentido, el míster tampoco cree que el trabajo de la parte psicológica tenga una importancia mayor en los deportes adaptados que en los convencionales: “Tiene la misma importancia. Son jugadores de rendimiento que quieren jugar y quieren ganar. Siempre hay que trabajar la parte psicológica para optimizar el rendimiento de los jugadores, pero en la misma medida que en los deportes de a pie”, defiende Trigo.

El paso adelante del CE Sant Nicolau

La sección de baloncesto en silla de ruedas del CE Sant Nicolau hace únicamente dos años que existe y nació por la voluntad de un miembro de la Junta, Santi Pi. “Actualmente el grupo de trabajo está formado por 13 jugadores, entre los cuales hay diferentes niveles técnicos. Se trata de un equipo muy heterogéneo, ya que conviven jugadores de entre 14 y 40 años, pero todos comparten una gran pasión por aquello que hacen”, anuncia el director deportivo de la entidad, Cesc Cabeza, que explica que la creación de esta sección tuvo un objetivo doble. Por un lado les permitió completar la formación integral de sus deportistas. Por el otro, el hecho que el equipo esté plenamente integrado dentro de la estructura de club les permite normalizar la práctica deportiva a las personas con alguna discapacidad.

Queremos acercar el deporte a aquellas personas que, después de una experiencia traumática, pueden encontrar en el BSR un deporte de motivación, movimiento y normalidad”, declara el director deportivo.

A diferencia de otros clubes, donde se usa la sección adaptada para mostrar de cara al exterior la faceta solidaria o como un puente para popularizar el nombre de la entidad, en el Sant Nicolau se le da un trato igual que a cualquier otro equipo. “Queremos que sea un equipo más, no un satélite como pasa en la mayoría de entidades. Nuestros jugadores de BSR visten los mismos colores que el resto de jugadores del club y juegan en el mismo pabellón. Son un equipo más de los 25 que tenemos y, como tal, queremos que los chavales convivan con ellos, que vivan de cerca el entusiasmo con el que afrontan todos los entrenamientos y partidos”, cuenta Cabeza.

Diferencias con el baloncesto de a pie

Llegados a este punto sería interesante conocer cuáles son las diferencias entre el BSR y el baloncesto tradicional. “La mayor diferencia es que a cada jugador se le evalúa según una escala de puntos que va del 1 (la mayor discapacidad) hasta 4.5 (la menor). Los cinco jugadores que haya en pista no pueden superar en ningún momento un total de 14.5 puntos. Si lo hicieran, el entrenador del equipo infractor sería castigado con una técnica”, explica el auxiliar de mesa ACB Lluís Espinosa, un árbitro catalán que empezó regularmente en el mundo del baloncesto en 1994 y acarrea un gran abanico de anécdotas y experiencia a sus espaldas.

La otra gran diferencia es la silla de ruedas. Es parte del jugador, por lo que hay algunas novedades para regular su uso. Por ejemplo se considera falta levantarse de la silla (lifting) o levantar las ruedas traseras sin tener las manos puestas en ellas (raising). Tampoco está permitido cruzarse ilegalmente en la trayectoria del rival sin darle tiempo a detenerse o cambiar de dirección. Otra curiosidad lógica es que no se calculan los pasos para determinar una violación del reglamento, sino los impulsos, siendo dos el máximo permitido”, argumenta Espinosa.

Para Marc Subirón la característica definitoria del BSR es el hecho que sea un deporte donde pueden convivir muchos tipos de discapacidades distintos (espinas bífidas, amputaciones, lesiones medulares…) y donde cada jugador debe entrenar para mejorar y superar sus dificultades, además de intentar aprender conceptos tácticos. Gracias al sistema de puntuación que explicaba Espinosa, atletas con discapacidades severas como los parapléjicos pueden jugar y competir en igualdad de condiciones junto a otros con alguna lesión crónica que no les afecte en su día a día, pero les impida participar en los deportes tradicionales.

El caso de Pau Omedes

Es el caso de Pau Omedes, que está sentado junto a Marc en la cafetería del Pabellón del Norte, con quién comparte equipo. Pau sufrió un accidente de moto que le provocó una artrodesis con fractura conminuta en el tobillo. Se trata de una lesión crónica que le permite caminar con normalidad, pero no puede correr ni hacer esfuerzos bruscos. Por ese motivo, con una puntuación de 4.5 dada su mínima discapacidad, Pau juega a BSR. Omedes cuenta las sensaciones que tiene alguien que no necesita una silla de ruedas para desplazarse cuando compite en un deporte donde los compañeros y rivales sí que sufren alguna discapacidad física.

Al principio crees que no deberías estar jugando con ellos, pero con el tiempo te das cuenta de que también formas parte del equipo y, de algún modo, sufres una discapacidad que no te permite jugar al baloncesto de a pie”, explica Omedes, que acepta que “la convivencia semanal con los compañeros me ha aportado valores deportivos como el sacrificio, la capacidad de superación, la cooperación, la competitividad y el cuidado del cuerpo en términos de estiramientos y descanso. Extradeportivamente, he asumido valores como el compañerismo, la amistad y la salud”.

Su entrenador en el Sant Nicolau también valora la importancia de la empatía en la figura de todo entrenador.

La única manera de poder sentir lo mismo que un jugador de BSR es sentándote en una silla de ruedas. Yo he entrenado muchas veces sobre una de ellas, la he movido, he aprendido a botar y a tirar… Es importantísimo sentarse en la silla para ver cómo funcionan los movimientos, las sensaciones de las manos y la capacidad de impulso y de frenada”, argumenta Trigo.

Las características y elementos principales que forman la columna vertebral del BSR son la silla de ruedas, la canasta y la pelota. Se trata de elementos que pueden recordar a otros deportes convencionales como el baloncesto de a pie y el hockey sobre patines. Esta opinión la comparte Óscar Trigo, que cree que el BSR “tiene la capacidad de impulso del hockey patines, la capacidad motriz que tiene el jugador de frenar y arrancar con las ruedas y, de hecho, lo que diferencia a un gran jugador de BSR es su habilidad con la silla de ruedas. También el concepto de espacios: tanto en el hockey patines como en el BSR hay que saber encontrar y usar bien los espacios para atacar. Del baloncesto de a pie tendría todo el resto de aspectos: el mismo reglamento (con alguna variante), las mismas dimensiones del campo y de zona de triple, la canasta a la misma altura… pero cada vez se están distanciando más y el BSR está apropiándose de aspectos propios”, valora Trigo.

Escasa difusión en los medios

Como se ha comentado, la selección española de baloncesto en silla de ruedas es el tercer mejor equipo de Europa, por detrás de Gran Bretaña y Turquía (primero y segundo, respectivamente), ya que consiguió el bronce en el pasado Europeo del mes de julio, disputado en la ciudad alemana de Frankfurt.

Baloncesto en silla de ruedas
Un partido disputado en Sabadell. Autor: Iris Comella

El país está disfrutando de la mejor generación de jugadores de la historia de este deporte en nuestro país, un grupo que a través de la humildad y el trabajo deja huella allá por donde pasa. Triunfos, medallas y trofeos conseguidos en la oscuridad del panorama comunicativo. Nadie habla en los medios de comunicación sobre este deporte, a pesar de que sus protagonistas no se cansan de aportar motivos suficientes para que se hable de ellos. La pregunta es: ¿por qué? La respuesta, la tiene muy clara el árbitro de mesa ACB Lluís Espinosa:

Por una razón muy sencilla: porque no es un espectáculo. Es simplemente un deporte. Pero no por el hecho de que sean minusválidos sino porque no venden, como tampoco lo hace el baloncesto femenino o el baloncesto de base”, afirma Espinosa.

Los medios de comunicación hablan de aquello sobre lo que la gente quiere informarse, de aquello que la gente reclama. El BSR, al igual que todos los deportes adaptados, no venden porque no son conocidos, pero ¿tiene esto algo que ver con la visión que tiene la sociedad de las personas discapacitadas? ¿Se las acepta realmente o se las margina?

Subirón, con el dorsal número 5, en un partido. Autor: Iris Comella.

Marc Subirón lleva toda la vida sobre su silla de ruedas, pero eso no le ha impedido nunca lograr sus objetivos. Juega en una liga tan competitiva como la Liga Nacional de BSR y está cursando la carrera de Derecho para ser abogado.

No creo que nadie discrimine intencionadamente, pero sí que hay discriminaciones involuntarias. Lo peor que se puede hacer es pensar que las personas discapacitadas somos personas inútiles. Es un concepto muy erróneo, puesto que cuando una persona ya se rehabilita y recupera su vida normal puede ser una persona tan productiva como cualquier otra. Queda mucho trabajo por hacer, ya que la gente que realmente entiende este ámbito es, por desgracia, gente que ha tenido un familiar o amigo en silla de ruedas y se han concienciado de ello”, lamenta el joven.

Más allá de las trabas que existen en la convivencia en sociedad, también hay limitaciones a nivel urbanístico, es decir, aquellas dificultades que una persona en silla de ruedas se puede encontrar al desplazarse por la ciudad. Marc, que reside en Barcelona, cree que a nivel urbanístico ha habido muchos avances desde que él era pequeño hasta ahora. Según él, una persona en silla de ruedas se puede desplazar por la capital catalana bastante bien, a pesar de que siempre hay alguna zona no adaptada y que queda mucho por mejorar en ese ámbito.

Después de merendar en el bar del Pabellón del Norte de Sabadell, Marc y Pau se dirigen a la zona de vestuarios para ponerse la indumentaria de entrenamiento. Unos minutos después entran a la pista en igualdad de condiciones, ambos sobre una silla de ruedas, y empiezan a jugar al baloncesto. En el vestuario han dejado la falta de difusión en los medios, las dificultades y las discapacidades. El chirrido de las ruedas se fusiona ahora con los rebotes del balón, y las caras de felicidad y el buen ambiente reinan en la cancha del amplio pabellón. Sobre la pista son un grupo de deportistas que encestan, se mueven y circulan el balón. Disfrutan jugando al baloncesto. No importa nada más.

2 Comentaris

  1. ¡Gran reportaje! Tu aportación es, sin duda, un soplo de aire fresco: ¡Un periodista deportivo que se adentra en algo más allá de los deportes masificados! Enhorabuena.

  2. José Manuel Martín

    Extraordinario artículo …. un gran trabajo para que el avance del BSR sea cada vez menos silencioso !!!