Selección Española

Opinión de Josep Asensio: ‘El riesgo de la prima’

Parece mentira el juego que puede dar una sola palabra. Las diferentes acepciones de un término no son infinitas, pero añadiéndoles masculinos y femeninos, singulares y plurales, junto con frases hechas pueden, no tan solo culturizarnos, sino también facilitarnos la comunicación entre las personas.

La palabra prima la aprendemos cuando somos niños. Aunque utilizada en masculino y en plural, “que van a venir tus primos” es una de las frases que antes se nos queda en la mente, para alegría de unos y angustia para otros. Luego está “la prima”, aquella por la que muchos hemos suspirado pero nos hemos guardado en secreto nuestros sentimientos por aquello de los lazos familiares. Más tarde, en mis tardes domingueras de fútbol, aprendí aquello de las primas a terceros. Ese tercero era o bien el árbitro, o el equipo contrario u otro cualquiera que jugaba en otro campo pero que era esencial para el equipo que pagaba. Me imagino a esta prima bien aposentada en el negro maletín de un directivo dispuesta a satisfacer los designios del destino.

Con la edad aprendes que los seguros están llenos de primas que te las venden como facilitadoras de la vida, pero que en muchos casos te la complican, resultando que la prima que pagaste con esfuerzo no cubre aquello que pasó. Prima más que mentirosa, porque las aseguradoras se cubren las espaldas para que hagas el primo y ellas vivan a cuerpo de rey.

Tan solo hace un par de años descubrimos a la prima común de todos los españoles, aquella que no conocíamos pero que parece que es esencial en nuestras vidas puesto que la herencia que nos está dejando es tan potente que nos vamos a acordar siempre de la madre que la parió.

La prima de riesgo, nos sobresaltó a todos en el verano de 2012 alzando la voz contra su olvido y haciendo mucho daño. Después de advertirnos de lo cruel que puede llegar a ser, ha vuelto al redil y se ha tranquilizado. Pero sigue ahí, al acecho, no sea que no cumplamos con lo que nos dictan y vuelva a actuar.

Finalmente, y aunque siempre han existido, aparece, como un enorme puñetazo en el estómago, la prima que van a cobrar los jugadores de la selección española de fútbol si ganan el Mundial en Brasil y ésta también llega en verano. Nada más y nada menos que 700.000 euros por jugador y supongo que también los directivos, lo que si lo multiplicamos por toda la expedición, a razón de 25 personas mínimo, hace un total de 17.500.000 euros. No tan solo se ha perdido la razón, también la ética y la vergüenza. La casta futbolera se ríe a carcajada limpia de todos nosotros, pero en especial de aquellos que sufren la precariedad laboral, el paro, la miseria y el hambre. Los ya millonarios jugadores van a recibir una prima, una prima vergonzante y maloliente, solamente por hacer su trabajo, cuando la mayoría de los españoles no cobrarán nunca eso por su ocupación y mucho menos una prima por hacerlo mejor si cabe.

Selección Española
Presentación de la equipación de la selección española.

Todos sabemos de los chanchullos en el deporte rey. Ellos saben más que nadie de primas y otros quehaceres nada limpios. Dinero negro, blanqueo de ese mismo dinero, cuentas en paraísos fiscales y otros manejos están a la orden del día en los grandes clubes españoles y europeos. Bien es verdad, y hay que decirlo, que jugadores con y sin carisma han donado gran parte de sus beneficios a obras sociales, pero la mayoría nos pasa por la cara a los pobres de siempre su magnífico deportivo y su magnífica chica, sus fotos en la mansión de lujo y sus prendas de satén.

Hasta el gran Messi, investigado por Hacienda y la Guardia Civil, sucumbe a las miserias humanas transfiriendo parte del dinero de sus partidos benéficos a cuentas en paraisos fiscales. ¿Aún queda gente que lo admira? Mientras tanto, nosotros, embrutecidos, idiotizados y ofuscados, seguimos aplaudiéndoles y levantando nuestras banderas pidiendo más espectáculo futbolístico cubriendo veladamente el cinismo de la situación.

Nuestro aplauso cómplice sustenta sus vanidades y seguramente recubre nuestras frustraciones. Glorificando a esos seres inútiles nos adentramos en un mundo de pasiones y emociones difícil de gestionar porque recibimos la crítica por todas partes, independientemente de nuestra actuación. Si no nos alegramos de un triunfo ‘nacional’ y criticamos que esos personajillos cobren una pasta, nos tacharán de traidores; si aplaudimos, seguimos a la masa y formaremos parte de la manada, por ahora mayoritaria. Pero esa manada puede cambiar de bando rápidamente y ahí está el riesgo para esos chulos que nos recuerdan nuestra penuria.

Los centros comerciales se han lanzado a la caza del forofo: gorras, banderas, bufandas y toda clase de merchandising hortera y vulgar llenan los estantes, además de televisores de alta definición y hasta en 3D, con sus gafitas correspondientes. Es fácil sucumbir a la tentación y hay que ser muy fuerte para no caer en las garras del entusiasmo colectivo. No sé si lo conseguiré…

La demagogia se impone en estos casos y es sencillo enarbolar la bandera de la crisis para criticar la prima de la selección española. Pero es obligado recordar que la preocupación de muchas personas, de entidades y colectivos es saber cómo dar una comida caliente a los más de medio millón de niños que durante las vacaciones escolares no van a poder hacerlo. Esos niños y niñas que disfrutan de una beca de comedor es muy probable que también se emocionen al ver a su selección, sin ser conscientes de la magnitud de la tragedia y sin cuestionarse nada. No es demagogia; es la realidad que se cierne sobre nuestra sociedad y que, a pesar de los datos manipulados y manipuladores, va a más. Esos semidioses siguen ahí gracias a nuestras continuas muestras de apoyo. Mientras no les demostremos nuestro rechazo seguirán chupando del bote y de todos nosotros. Dejemos que jueguen en paz y que ganen su sabrosa prima. La petición en change.org ya está lanzada. ¿Cuántos de ellos la destinaran a paliar el sufrimiento de esos escolares sin comida?

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