Foto portada: la clínica Vitaldent, al carrer Latorre. Autor: David B.

Opinión de Josep Asensio: ‘Vitaldent: La punta del iceberg’

Todavía es pronto para saber con seguridad el alcance de la trama de blanqueo de dinero y demás fraudes de la empresa Vitaldent, cuyo director y otros gerentes han sido detenidos por la policía. Si bien es cierto que las diversas clínicas franquiciadas se afanan en demostrar su inocencia, su desvinculación inclusive, la realidad es que el lastre es tan importante que puede dejar tocados a miles de trabajadores y profesionales que decidieron en su momento establecer un peligroso vínculo con su presidente, Ernesto Colman.

Este individuo vivía como un rey a costa del pago en negro de una cierta cantidad de dinero que las franquicias le proporcionaban. Casi 18 millones de euros se embolsaba anualmente Ernesto Colman de manera ilícita gracias a la connivencia de esas pequeñas clínicas que nunca fueron capaces de denunciar el expolio, la mala praxis, que, sin duda, afectaba a miles de clientes. Varios coches de lujo, propiedades, aviones privados y dinero, mucho dinero, hacían de Colman un vividor de libro que ocultaba sus vergüenzas en paraísos fiscales, lejos del mundanal ruido.

Si bien es verdad que la denuncia nace de algunas franquicias, lo cierto es que el sistema empresarial de Vitaldent y sus socios parte de una base de claro fraude. Con solo acercarse a Google, Vitaldent se asocia a ‘timo’, ‘mentira’, ‘estafa’, ‘engaño’, entre otros calificativos. Son innumerables los casos que explican las vicisitudes, los problemas, los intentos de soborno, me atrevería a decir, por parte de franquicias que ahora reniegan de aquellos que le ofrecían un paraguas, una marca considerada ‘de prestigio’. Un simple dolor de muelas se convierte en un documento detallado con presupuestos con cantidades inasumibles para muchos pero que las ‘simpáticas azafatas se encargan de maquillar con fáciles préstamos siempre del mismo banco. La salita en la que te reciben es de cuento de hadas y todo, absolutamente todo está decorado para que el paciente caiga en el hoyo del País de las Maravillas siguiendo al conejo que lleva en su hocico el presupuesto de oro. Las cantidades, de entre 1.500 hasta 5.000 euros y más, deben ser abonadas por adelantado en efectivo o ser financiadas y avaladas si el enfermo imaginario tiene una edad avanzada. Y digo imaginario porque algunos pacientes optan por visitar a otros dentistas que desmienten la gravedad escrita por pícaros que pretenden hacerse ricos a costa de los sufridos ciudadanos. Éstos se creen en gran parte el diagnóstico que les es dado porque el halo de felicidad que rodea a la clínica es tan grande que los cantos de sirena de La Odisea quedan pequeños a su lado. La primera visita, gratuita; la radiografía, también, la amabilidad, desbordante. Pero el estacazo final llega por la espalda. Las advertencias de peligro inminente para la salud se convierten entonces en claro chantaje y la coacción es evidente. Sales de allí perplejo, buscando casi ayuda profesional para recuperarte del golpe sufrido.

No es un caso aislado. La picaresca invade todos los terrenos de nuestra vida, pero la irrupción de clínicas dentales de dudosa ética ya fue denunciada por profesionales de toda la vida hace años. Éstas ofrecen en teoría precios ajustados, amplios horarios y multitud de pequeñas clínicas. Algo con lo que no pueden competir muchos de los dentistas que o bien trabajan de manera autónoma o tienen conciertos con diversas aseguradoras. Ahora saltan a la luz las malas prácticas, y lo que es peor, la falta de moral y la vejación al código deontológico del sector.

Evidentemente no todas las franquicias pueden ser tratadas de ladronas o extorsionadoras, pero en el fondo subyace una manera poco ortodoxa de tratar a los pacientes, comerciando con su salud de una manera exagerada y obligando a aceptar y a firmar contratos que atentan contra la libertad de comercio. Lo normal es pagar cuando se ha ofrecido un servicio, como han hecho siempre todos los dentistas. La política de Vitaldent era y sigue siendo como menos, insólita. Como más, engañosa. Quizás la salida a la luz de toda esta trama ilegal sirva para dignificar a los profesionales adscritos a Vitaldent y que quieren, seguramente, aportar luz y taquígrafos a sus prácticas. No estaría mal empezar por cobrar por cada acto médico acabado. Eso sería lo mínimo. Pero lo más importante es que el consumidor denuncie, no se calle, utilice los canales que tiene para manifestar su desacuerdo con aquello que no es de su satisfacción y, consecuentemente, lo dé a conocer a todo el mundo. Solo así podemos apoyarnos los unos a los otros. Vitaldent es solamente un caso; me temo que no será ni el único ni el último.

Foto portada: la clínica Vitaldent, al carrer Latorre. Autor: David B. 

One Comment

  1. TERESA COMELLAS

    el mes gros d’aquest individus és que, al menys els ciutadans no sabem, si tornen els diners que han robat. Si van a la garjola els hem de mantenir , no seria justs que el jutja tires dels seus comptes per pagar les despeses de l’hotelet?