Alarma

‘¿Directo a la seguridad?’, por Josep Asensio

No sé si recuerdan la dura campaña de publicidad de empresas de seguridad, bueno, de una en concreto, donde se afirmaba que miles de ocupaciones estaban haciendo estragos en segundas residencias y, consecuentemente, nos instaban a contratar uno de esos seguros maravillosos.

Paralelamente, varias cadenas de televisión vinculadas a los mismos empresarios de esas empresas influían en los espectadores, ofreciendo imágenes de pisos ocupados, de manifestaciones de vecinos y, lo que es peor, relacionando la llegada de pateras a las costas españolas con esas actuaciones. Muchos picaron, creyendo que ocupación y allanamiento de morada eran lo mismo y que la policía no actuaba nunca si no se tenía contratado un seguro de esos que te salvan hasta de la muerte.

Este es el testimonio de la visita de dos comerciales de venta de alarmas a una de esas viviendas que el propietario, ausente durante gran parte del año, quería contratar, conociendo antes, las condiciones y sus posibles ventajas. Previamente, nuestro atrevido personaje, ha contactado por teléfono con la empresa, le han asegurado que le mandaran por wasap las fotos de las personas que visitaran su piso y que vendrán con sus acreditaciones correspondientes. No solo eso, su vestimenta, rojo y blanco deslumbrantes, no ofrece ninguna duda. Con sendos maletines negros se introducen en la morada del pobre sufridor. Antes, les sugiero que echen un vistazo al artículo Sembrar alarmas para vender alarmas, donde comerciales de estas empresas denuncian esas tácticas y el chantaje al que son sometidos.

Buenos días. Mi nombres es… y el de mi compañera … Vaya, vaya, aquí tenemos el claro ejemplo de la vivienda desprotegida. No sé cómo ha tardado usted tanto en llamarnos. Pueden entrar por aquí y por aquí; incluso por aquí. ¿Y esta puerta? ¿Dice usted que es acorazada? Pues piense que los ocupas disponen de una especie de plastilina que introducen en la cerradura y ya tienen la copia de la llave. Van a la ferretería y ya está. Entran en su casa y ya es suya. Aquí iría una cámara, aquí otra. En cuanto entran, el sensor avisa a la policía y en menos de cinco minutos están aquí. No, no. Se equivoca, si piensa que esto es allanamiento de morada y que la policía los va a echar de inmediato si usted alega ser el propietario. No hay diferencia según la ley entre una ocupación de un piso de banco o vacío y una segunda o primera residencia. Pero no se preocupe, aquí estamos nosotras para ofrecerle la seguridad de una empresa de demostrado prestigio. Este es el kit que le va a ahorrar muchos dolores de cabeza. Vive usted en Madrid, ¿no? No tiene por qué preocuparse. Si alguien intenta entrar en su vivienda de la playa todo estará controlado. ¿No es aquí donde en los últimos meses han llegado decenas de pateras? Sepa usted que, si logran escapar de la Guardia Civil, lo primero que hacen es dar una patada en la puerta a cualquier vivienda vacía y allí se meten. Luego, no tienen más que empadronarse en la localidad y, bueno, ya sabe el resto: paga para siempre, sanidad gratuita, vamos, a vivir el sueño español.

Mire, el precio de la instalación de seguridad básica, con dos cámaras, asesoría por parte de nuestros abogados, central conectada las veinticuatro horas con la policía son 700 euros. Aparte la cuota mensual, 40 euros. Aquí incluimos un geolocalizador por si usted, que ya es mayor (tiene 56 años), se perdiera en medio de un bosque, cayera por un terraplén o fuera fulminado por un infarto en mitad de la calle. Ojalá no le pase nunca, pero sepa usted que estará protegido para siempre con nuestro pack. A ciertas edades hay que pensar en nuestras vulnerabilidades.

Un momento. Voy a llamar a mi jefe para preguntarle si puedo hacerle una rebaja. Me ha caído usted bien. Buenos días, jefe. Aquí tengo a un señor mayor (repito, tiene 56 años) que quiere contratar nuestros servicios. Su piso es muy jugoso para los okupas. Le pido permiso para ofrecerle un descuento. Sí, sí, es en esa localidad donde han llegado muchas pateras últimamente. Sí, sí, han escapado decenas de ellos que estarán esperando a ocupar cualquier vivienda. Yo he visto a algunos. Muy bien, gracias. Mi jefe me dice que se lo puedo dejar todo por 400 euros. Es una ganga. Piense que no va a tener que preocuparse nunca más.

Espere, voy a hacer un último intento. Jefe, teniendo en cuenta la edad de esta persona, ¿podríamos rebajarle todavía un poco más? Muy bien, gracias. Está usted de suerte hoy. 300 euros si nos lo contrata ahora mismo. La verdad, no quisiéramos que desaprovechara esta oportunidad. Se le ve muy buena persona y me dolería mucho saber que no firmara el contrato y en unos días esos miserables entraran en su casa.

El propietario ha permanecido en silencio durante todo el lamentable espectáculo. Las dos comerciales lo han llamado viejo, han mentido vilmente sobre la legislación española en referencia a este tema, lo han tratado poco menos que de tonto, han vomitado discursos claramente racistas y se han paseado por su vivienda sin su consentimiento.

Sin exaltarse, les conmina a salir de ella, no sin antes advertirles de que como vuelvan a hablar llamará a la policía. Ellas bajan la cabeza y se marchan. Inmediatamente después se mete en internet y descubre los vínculos de la empresa con ciertas cadenas de televisión, con fondos de inversión estadounidenses de dudosa ética profesional, con dirigentes políticos del PP e incluso con ministros franquistas, algunos de ellos en la cárcel. Vocales de los consejos de administración de estas importantes cadenas, también lo son de esas empresas de seguridad que tienen en sus genes la mentira y la manipulación como principio publicitario. En sus spots sobresalen individuos angelicales, de dulces miradas y espléndidas casas, donde un “cariño, han ocupado la casa de los vecinos”, es correspondido con otro “cariño, no te preocupes, ahora mismo llamo a… para que podamos vivir en paz”.

Parece que la campaña orquestada en verano pasado por esta dualidad empresarial ha menguado, especialmente gracias a las redes, que han sabido contrarrestar esa manipulación exponiendo y explicando con detalle que la legislación protege a los propietarios de segundas viviendas. Nuestro audaz personaje ha denunciado las prácticas comerciales a la propia empresa y a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Pero no ha logrado nada. Al final, ha entendido que solo estar bien informado puede salvarle de buitres sin escrúpulos. Y estándolo, puede volver a caer. La eterna tela de araña de la que es casi imposible salir.

Foto portada: un técnico instalando una alarma. 

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