‘El pacto de la vergüenza’, por Josep Asensio

No, no se trata de hacer daño. Se trata de una constatación, mi opinión, con toda seguridad, pero basado en hechos demostrables. Puedo equivocarme, claro está, pero las evidencias son tan claras que el futuro que nos depara ese pacto que ellas llaman “de la concordia”, dista mucho de ser creíble. En 1972, la cantante italiana Mina se hizo famosa por la canción Parole, parole. Pues eso, nada más que eso, palabras, palabras, a las que yo añadiría fum fum, fum, algo a lo que ya estamos acostumbrados en Sabadell.

Confieso que hace tan solo unos días, quería manifestar en este espacio mi apoyo a un cambio de aires, a una recuperación de la confianza, y a no mirar al pasado. Tenía en mi mente diversos párrafos que iba a escribir no con mucha pasión, pero sí con el convencimiento del respeto a lo que las urnas dijeron. Mi opción de pacto entre los dos partidos ganadores no cuajó, quedó descartado y por lo tanto me inclinaba a rechazar ese recelo que nació en mí el mismo día de las elecciones, cuando se supo que Marta Farrés era la ganadora. Estaba dispuesto a borrar de mi mente el pasado de esta militante socialista perteneciente a la gauche divine, a olvidar sus diez años de apoyo incondicional a Manuel Bustos y el pago por parte de Smatsa de algún viaje privado. De verdad que mi intención era mirar al futuro, un futuro muy negro que se cierne sobre nuestra ciudad, en aras de un entendimiento, de búsqueda de sinergias que nos compactaran como ciudadanos de una ciudad enferma. Entendía que hacernos daño no llevaba a ninguna parte y que, consecuentemente, la búsqueda de consensos era y sigue siendo la única vía para que Sabadell salga del hoyo en el que se encuentra.

No obstante, la lectura pausada del pacto firmado entre Marta Farrés y Marta Morell y, especialmente, la asamblea de Podemos del pasado jueves me han vuelto a la realidad. El primero porque, como decía Mina, son meras intenciones, meras palabras sin contenido, un escaparate al más puro estilo Bustos, por mucho que me digan que “el el PSC local ya no queda nadie de aquella época”. Puedo empezar a creer que algo ha cambiado, pero Marta Farrés nace y crece en el bustismo más duro, en el que es difícil olvidar sus diez años de colaboracionismo. ¿Trabajar con corruptos te convierte en corrupto? Claramente no. Lo que te convierte es en cómplice y no lo digo yo; lo demuestran decenas de fotos de Marta Farrés al lado de Manuel Bustos desde el mismo día de la imputación del exalcalde.

El “pacto de la concordia” es una mera lista de intenciones sin contenido real, un canto de sirenas en el que las palabras, bien seleccionadas, nos hacen creer que, ahora sí, los barrios, el feminismo, la ciudadanía, los colectivos diversos, la participación, los servicios públicos, la sostenibilidad, la justicia ambiental y decenas de palabras rimbombantes quedan reflejadas en un papel que, por el mero hecho de ser escritas ya se presupone que van a llegar a buen término. Miren ustedes; Marta Farrés ha ganado las elecciones. Será la primera alcaldesa de Sabadell. Hasta ahí nada que objetar. Pero es que lo va a ser con el apoyo de una concejala que lleva tiempo utilizando métodos antidemocráticos para conseguir sus propósitos personales. Mal comienzo para Farrés que pretende ni más ni menos que renunciar a esas prácticas. Miren hacia Montcada i Reixac, donde En Comú Podem ha rechazado un pacto con el PSC, también salpicado por la corrupción del entorno de Manuel Bustos. Es otro estilo, está claro…

Lo sucedido en la asamblea de Podemos el pasado jueves, pone de manifiesto que Marta Morell ha traspasado ya todos los límites. Su vínculo directo con la secretaría general de Podem Catalunya le ha permitido sancionar y anular a todos aquellos que no la apoyan y que constituyen una mayoría nada desdeñable. Sabedora de esa realidad, tuvo miedo de que se rechazara el pacto con el PSC y logró que no entraran en la sala los díscolos, con el argumento de que no apoyaron a Podemos en las elecciones municipales. ¡Pero si fue ella la que no quiso integrarse en la candidatura de confluencia Sabadell en Comú! ¡Pero si fue ella la que no quiso participar en las primarias! Morell no dejó entrar ni a la prensa, en su línea absolutista. Así cualquiera. Sus ansias de poder y sus contactos han conseguido sus propósitos, que son y van a ser una tenencia de alcaldía con un sueldo de escándalo, muy lejos del de la mayoría de sus votantes. Pero es que, además, esos 53 votos a favor del pacto con el PSC representan tan solo el 6 por ciento de los inscritos en Podemos Sabadell. Una anomalía que vamos a pagar muy caro. Los inscritos de Podemos humillados por Morell tienen a partir de ahora un largo camino en el desierto si quieren devolver la ética a un partido muerto en Sabadell, un partido del que Morell ha sacado tajada solo por el nombre.

Las pintadas aparecidas en la Concordia contra Morell no son intrascendentes. Morell, para el que no lo sepa, militó en las juventudes de ERC, fue una destacada activista de los CDR y participó activamente en el referéndum ilegal del 1 de octubre. Muchos nos preguntamos qué le habrá ofrecido Farrés para que de la noche a la mañana apoye a un partido que votó a favor de la aplicación del artículo 155 en Catalunya y que seguramente retirará la pancarta de los presos de la fachada del Ayuntamiento, con los votos de Ciudadanos. Muchos sabemos, también, la respuesta. Esa opacidad es la que me hace ser pesimista de nuevo. La parafernalia dialéctica, unida a las purgas y depuraciones de los militantes rebeldes en un partido asambleario surgido del 15M es un mal comienzo. Imposible pues apoyar a un extraño movimiento que no está basado en un proyecto de ciudad sino más bien en dos proyectos personales. La suma de cómplice del bustismo y de métodos estalinistas es un cóctel explosivo que igual arregla aceras y plazas pero que señalará y humillará a quien se ponga en contra y dará golpecitos en la espalda a los que callen y otorguen. O sea, un nuevo “estil Bustos” algo más moderno pero basado en sus principios. En todo este desaguisado me gustará saber el papel de Ciudadanos, muy digno en la anterior legislatura, pero que tiene el dilema de apoyar a esa especie de monstruo o de participar en proyectos de ciudad al margen de quien los proponga.

No pinta nada bien el panorama. Quizás vuelva a cambiar de opinión algún día. Los hechos lo irán confirmando.

Foto portada: Gibert (PSC), Farrés y Morell (Podemos), después de firmar su pacto. Autor: David B. 

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