“Comparar a un gran tenista (ahora el mejor del mundo) con cualquier trabajador por cuenta ajena regido por un convenio colectivo, sometido a unos horarios y a un salario determinado es una falta de respeto hacia los trabajadores”.
Juan Gastón, analista social
Hay que reconocer que Antonio Garamendi, el presidente de la CEOE, es sincero. Le ponen un micrófono delante y suelta lo que verdaderamente piensa. No miente, no intenta deshacerse de las preguntas delicadas o embarazosas. Al contrario, se muestra tal y como es, tal y como ha sido educado, sin practicar la más mínima empatía con nadie. No tiene vergüenza ni para callarse un poco este personaje que gana más de 400.000 euros al año y que tiene la desfachatez de decir que los españoles son vagos. Es verdad que no ha dicho esa palabra, pero sí una frase que es aún peor, que los españoles “no quieren trabajar”.
Podría haber acabado ahí; pero no, ha seguido diciendo que falta una cultura del esfuerzo, que hay que saber sufrir y perder, y que “hay un problema de actitud de los trabajadores en España” y que “falta gente porque mucha no quiere trabajar”, para acabar diciendo que “¿Tú crees que Carlitos (Alcaraz) trabaja 37 horas y media a la semana? No”. Así, sin ninguna vergüenza. El espejo de todos los españoles debe ser Carlos Alcaraz, mimado y subvencionado desde la infancia, según Garamendi. ¿Se ha dado cuenta de que esta generación de jóvenes es la que más se está esforzando en llegar a final de mes? ¿Es consciente de que los está insultando con sus palabras? Claro que lo es.
Es usted, señor Garamendi, un auténtico sinvergüenza. Ahora ya lo escribo junto; y un auténtico indecente. Usted no es nadie para dar lecciones a ningún trabajador que se levanta temprano, cumple con sus 40 horas, no le pagan las que hace extras, se toma un paracetamol para seguir adelante por miedo a que lo despidan, regresa a su habitación de mierda porque los suyos especulan con la vivienda, sobrevive con lo puesto y tiene todas las dificultades del mundo para llegar a fin de mes.
Tiene usted menos empatía que el palo de una escoba. Sus declaraciones son siempre infames, despreciativas y arrogantes. A veces pienso que se cachondea de todos esos trabajadores que no tienen más remedio que claudicar para poder cobrar una miseria a final de mes. Creo también que muestra usted un total desconocimiento de la realidad del mundo del trabajo en España. Somos un referente a nivel mundial muy a su pesar. ¿Acaso cree que nos visitarían millones de turistas extranjeros si se percataran de que los trabajadores españoles son unos vagos y no hacen bien su trabajo? ¿No es verdad que, especialmente en el mundo de la hostelería, los asalariados y los autónomos se parten el pecho y lo que haga falta por ofrecer el mejor servicio, aunque eso suponga trabajar sin descanso?
Me duelen sus palabras porque están dichas para hacer daño, para señalar a un colectivo que le da de comer a usted y que tiene derechos, así en plural. Tienen unos derechos a los que usted se opone sistemáticamente porque seguramente nunca crió directamente a sus hijos y no tuvo que quedarse con ellos en casa cuando estaban enfermos. Esa cultura del esfuerzo que usted demanda a los demás, me imagino que la cultivó muy poco, dada su soberbia y su chulería. No es la primera vez que muestra su lado más machista. Esta misma semana ha vuelto a despreciarnos a todos, tachando de “ocurrencia” la propuesta de la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, de ampliar a diez días el permiso por el fallecimiento de un familiar y también el de cuidados paliativos. Su respuesta, riéndose a carcajada limpia, muestra el lado más despreciable y ruin de su persona, además de una inhumanidad y una crueldad que lo convierten a usted en un verdadero monstruo sin corazón. Un violador de los derechos humanos que espero pague por sus palabras. Pide elecciones, después de manifestar su desprecio a las propuestas de la ministra. Es evidente por qué.
Yo podría darle algún consejo, claro, pero nunca me va a escuchar. Aun así, le sugiero que se pase algún día por algún establecimiento y mire con sus propios ojos si es verdad lo que dice. Porque es de ser muy mala persona hablar sin saber y afirmar con contundencia hechos que no están ni contrastados ni confirmados. Es usted un especialista en mentir, en manipular, en dar una imagen de España que no representa para nada la mayoría social. Acérquese, por ejemplo, a una peluquería. Seguro que la actitud de los que trabajan allí es de ser unos vagos. Claro que sí.
Tenemos suerte de que usted viva en otro planeta, aunque desde allí nos envía de vez en cuando declaraciones nocivas que yo creo que son perfectamente planeadas. No me imagino que sean fruto de la improvisación. Porque en el fondo usted aprendió desde pequeño que era esencial para su triunfo personal dividir a los trabajadores para que impedir que se unieran en defensa de sus derechos. Porque, señor Garamendi, usted sabe perfectamente que sus argumentos están en consonancia con los de la extrema derecha, esa que también piensa que hay que trabajar y callar, cobrar, aunque sea poco, y lamerle el culo al empresario, que es, en definitiva, el que nos da de comer. Sin ustedes no seríamos nada, ¿no? Así que menos reivindicaciones y más esforzarse, que para eso hemos venido a este mundo. Ese es su lema, ¿no?
Sepa usted que, ante tanta afrenta, ante tanto desprecio, surge la voluntad de seguir luchando, de seguir uniendo esfuerzos para desmontar sus ideas. Va a costar porque tienen ustedes a mucha gente detrás que, con su dinero y sus titulares, intentan convencernos de que somos pobres porque queremos, que ganamos demasiado y que también nos quejamos sin motivo. Un pack y un señalamiento indigno y rastrero. A usted querría verle levantarse a las cinco de la mañana para ir a coger un carretón y una escoba y ponerse a limpiar las calles de Madrid. ¿Cuál sería su actitud? No me lo diga, que ya lo sé. ¡Sinvergüenza!
Foto portada: el presidente de la CEOE, Garamendi. Autor: ACN.
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