“Ahora que sabemos probado que Gerard Piqué dedica tiempo y energía a hacer lo contrario de lo que predica –que el fútbol pertenezca a los jeques y no a los aficionados a cambio de mucho dinero–, existe la tentación de apearlo del Olimpo de los héroes y reubicarlo en el cenagal de los villanos. Del cielo al cieno. ¡Qué escándalo! ¡Un central en activo comisionista y manoseando los torneos que después él y su equipo van a disputar! Los valores del fútbol pisoteados. Una Supercopa negociada con los sauditas para blanquearles la reputación cuando aún estaba presente en la memoria del mundo el cuerpo troceado vivo y hasta la muerte del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia en Estambul. No caigamos en el exceso. Con Piqué únicamente ha pasado que, como todo hijo de vecino, su biografía no resiste las exigencias que el guion impone al pretendido héroe. Lo leído y escuchado solo demuestra, a fin de cuentas, que estamos ante un futbolista aferrado a los valores de su tiempo, lo que viene a significar que se trata de un señor excepcionalmente normal. Otra cosa es que la normalidad, puesta ante el espejo, nos resulte entre poco y nada atractiva, aunque tenga los ojos azules. Piqué llevaba razón cuando escribió que el futbol es de los fans. Pero olvidó la coda que hace cierta la afirmación: solo cuando los micrófonos están abiertos. Ahora sí. Hoy más que nunca”
Josep Martí Blanch, periodista
A mí me hace mucha gracia ese vocabulario de los audios de Piqué y Rubiales, en los que destaca ese compadreo típico de los truhanes, llamándose mutuamente Rubi y Geri, vaya par. Oye tú crack, tío, de la hostia, Dios, dice Piqué con ese acento catalán que lo delata; y responde Rubi con el suyo en un andaluz también característico. Amigos de conveniencia. En cuanto puedan, se clavan un puñal por la espalda. A ver quién sobrevive. Vaya par, un presunto indepe o un indepe que no ha salido del armario y un ni se sabe, ambos criados por la misma loba de la codicia, de la chulería más chabacana. Arrogantes y soberbios de libro, dispuestos a dar la cara con esa altivez propia de los que tienen mucho que ocultar, pero que saben, nunca mejor dicho, tirar balones fuera. Me río yo del tal Rubi, patético y grotesco a la vez, señalándose como víctima, temiendo que alguien le ponga unas bolsas de cocaína en el coche, denunciando la ilegalidad de las escuchas, quizás del robo de su móvil, incapaz de responder a las preguntas que sobrevuelan por ahí, incapaz de deshacerse de ese entramado de mierda que, junto a su compi Geri, lo inunda todo.
Y me acuerdo de tantas cosas… Especialmente de un Piqué engreído, vanidoso, endiosado. De aquel que se encaró con unos municipales porque querían, osaban, ponerle una multa, diciéndoles que le tenían envidia porque era famoso, porque era rico. Vaya niño pijo. Y su subida a los cielos de la ambición, de la usura, de la mezquindad humana, en definitiva. Niño caprichoso por naturaleza, pedía a gritos, pero en secreto, poder jugar los juegos olímpicos con la selección sub-21 y luego el mundial de Catar. Qué casualidad que Catar también fuera la apuesta para jugar la Supercopa de España sin comisiones millonarias para el niño mimado de por medio. Y vuelvo a escuchar los audios y queda reflejado ese pobre niño rico que suplica, con voz delicada y sutil, que se le tenga en cuenta, que lo mimen, que hasta el rey emérito pueda ejercer de intermediario con los reyes o quién quiera que sea allí. Ni idea de lo que sucede en Arabia Saudí. La periodista Susanna Griso se lo ha dicho bien claro:
“Arabia Saudí es un país que financia el terrorismo, pero lo ignoramos cuando nos interesa. En este país las mujeres carecen de derechos fundamentales; ni pueden conducir ni asistir a un partido de fútbol, y para realizar determinadas acciones necesitan el permiso de un hombre”.
O sí que lo sabe, mostrando y demostrando una insensibilidad que asusta. La democracia no existe allí, pero Piqué, como buen indepe “no declarado oficialmente”, cree que donde no existe es en España. Pronto se le han olvidado sus principios. Quizás los muestra en la intimidad. Los millones que ingresa con España son más importantes que el prestigio que pueda tener en su hábitat natural. ¿Sabrá este fantasma qué es la ética?
Y como cada día salen cosas nuevas que confirman lo abominable de la personalidad de Piqué, no se pierdan el zasca de Sergio Ramos cuando el jugador del Barça buscaba apoyo para desbancar a David Aganzo de la de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE):
“¿Nosotros pidiendo la dimisión de un presidente de la AFE que realmente el que lo está moviendo es Rubiales? No sé, yo creo que nosotros aquí, es un tema suyo, para que lo resuelvan ellos”.
Piqué, como buen chivato, le pasó ese audio a Rubiales, ya podemos imaginar con qué intención.
Y me viene a la mente todo lo sucedido con su empresa llamada Andorra CF. Otra vez llamadas, presiones a su colega Rubi, reclamándole la plaza que dejaba el desaparecido CF Reus, también un grupo fácil, lejos de los catalanes (otra vez la renuncia a sus principios por la avaricia del dinero y de la recompensa). Y me sorprende su ascenso en 2019 a Tercera División desde la Primera Regional catalana, lo cual le posibilitó optar a remplazar al Reus en la Segunda B cuando la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) estableció el precio de esa plaza en 452.022 euros. Otros clubs aspirantes insinuaron un trato de favor hacia el club del compi Geri, y ahora, una vez destapado el caso de la Supercopa, parece más evidente que sí que fue así. ¿Debería ser automáticamente apartado de la competición el Andorra? Claramente sí.
Y las contradicciones aumentan día tras día. Mientras Piqué criticaba la Superliga de Florentino, él pensaba en esos 24 millones que se iba a embolsar en cuatro años de Supercopa de España en Arabia Saudí, si no hay un giro del guion inesperado y vuelve al lugar de donde nunca debió salir. Las palabras de su socio, Ibai Llanos, que se ha visto envuelto en la polémica, son demoledoras:
“Yo lo que no haría es llevarme una competición española a Arabia Saudí, nunca, en mi puta vida, independientemente del dinero que me paguen”.
Y la historia sigue. Algunos quieren ver a Piqué y a Rubiales como víctimas de un sistema donde hay mucha presión, donde lo importante es posicionarse, ganar y ganar a toda costa. Yo los veo más como unos presuntos delincuentes bien asesorados por abogados igualmente codiciosos, que se ríen de nosotros porque saben que la bandera, el himno y los sentimientos patrios lo pueden tapar todo ante unos ciudadanos, unos espectadores, que siguen adormecidos con esa droga, incapaces de reaccionar. Y ellos lo saben. Esas sonrisas cómplices de Rubi y de Geri no son más que la constatación de una realidad que se ha perpetuado en nuestra especie durante siglos. El mangoneo, la demagogia, el soporte implícito de buenos abogados, esos audios vergonzantes, esa altivez de Piqué capaz de tocar todas las teclas del poder, nos tendrían que servir para reflexionar sobre nuestro papel en todo este asunto. Es mentira que no podamos hacer nada. Si nos lo miramos desde la barrera, desde nuestro sofá, estos mangantes seguirán construyendo su castillo de bajeza a nuestra costa. Muchos pensarán que lo que les tengo es envidia, por su dinero, por su posición, por su atractivo personal (esto es subjetivo). Se equivocan. De la mezquindad nunca se puede tener envidia. Si acaso, tristeza, al percatarse de que seres sin alma deambulan a nuestro alrededor despreciando a todos los que les apoyan, llenándose los bolsillos con alevosía, con arrogancia, envalentonados gracias a nuestra inacción. Quizás valdría la pena que respondiéramos a estos ataques porque, aunque pudiera parecer que no va con nosotros, nos atañe mucho más de lo que creemos. A estos pintas hay que darles su merecido y este pasa porque acaben en los juzgados. Mientras, nuestro desprecio es el remedio más plausible. En Anoeta, el pasado viernes día 23 lo entendieron perfectamente. La pitada monumental a Piqué es un inicio de ese desprecio imprescindible. Los culés no pudieron hacer lo mismo porque la pasada semana Geri no saltó al terreno de juego. A ver si Xavi lo dejó en el banquillo por si lo pitaban hasta en su casa…
Foto portada: el futbolista Gerard Piqué y el presidente de la RFEF, Luis Rubiales.