Ahed Tamimi

‘Palestina: el triunfo del activismo’, por Josep Asensio

En memoria de Laith Abu Naim, de 16 años, asesinado por fuerzas israelíes el pasado 31 de enero. Iba desarmado.

Aunque en páginas interiores y en minúsculos recuadros, la prensa ha dado a conocer ya la nominación del BDS (Movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones) al Premio Nobel de la Paz. No es una anécdota, ni mucho menos. Es el resultado del trabajo constante de miles de voluntarios que denuncian día tras día la situación de un pueblo humillado, ultrajado y olvidado por las grandes potencias. El BDS surge como aglutinador de la preocupación de ciudadanos anónimos que, mediante el boicot a los productos de Israel, quiere conseguir que se respeten los derechos humanos en Palestina. No lo tienen fácil. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha significado una bofetada a las ansias de libertad de los palestinos y palestinas y ha supuesto un varapalo al reconocimiento del Estado Palestino, especialmente con el anuncio por sorpresa de la aceptación de Jerusalén como capital de Israel.

No obstante, esta nominación supone de facto un apoyo a la labor de los movimientos pacíficos por el boicot y el triunfo de unas acciones que se van extendiendo por todo el mundo, logrando, incluso, que numerosos ayuntamientos españoles se sumen al boicot, rechazando, por ejemplo, la compra de productos israelíes o negando la contratación de espectáculos o actuaciones que tengan que ver con el estado sionista. Sabadell todavía no se ha sumado (el pleno lo rechazó en noviembre de 2015) y sí otros cercanos como Sant Quirze o Montcada i Reixac.

Israel ha actuado siempre con violencia contra estos movimientos, denunciando ante los juzgados las decisiones de los electos. Así pues, hay algunas causas abiertas en algunos juzgados por estos motivos, pero parece que no van a ser significativas y no van a parar el tsunami que pretende lograr la paz en los territorios ocupados. Porque Israel ya hace tiempo que se dio cuenta de la fuerza de este boicot, anónimo, en la mayoría de los casos, individual, también pero que se extiende por el boca a boca y obliga a algunos comercios y supermercados a cambiar sus productos. Si no fuera así, no intentarían vendernos dátiles made in Israel con la etiqueta made in Algeria. Es un ejemplo de su desesperación: trasladar toneladas de dátiles a Argelia para su envasado para que en la etiqueta no conste el origen del producto. Mercadona, Dia y Carrefour mantienen la venta de productos israelíes, a pesar de las quejas de numerosos clientes, pero éstos se reducen temporada tras temporada.

Las redes sociales juegan un papel muy importante, no solo en lo que supone la expansión del boicot, sino en que esta ocupación, este genocidio, esta limpieza étnica, en definitiva, no sea olvidado, por mucho que se alargue en el tiempo. Cada día nos llegan noticias que nos ponen los pelos de punta y que sirven para que los ciudadanos del mundo tomen conciencia, a pesar de la inacción de sus gobiernos. Los abusos de colonos y del ejército israelí son continuos. Hoy se destruye una escuela y mañana un hospital; hoy se corta el suministro de agua y mañana el de electricidad. La gravedad de la situación es tal que se producen asesinatos selectivos, se niega el paso de miles de enfermos de cáncer a hospitales situados fuera de la franja de Gaza lo que supone su muerte segura. Pero es que, además, según denuncias de los propios médicos palestinos, el cáncer ha aumentado de manera espeluznante en Gaza, como consecuencia del uso de sustancias químicas peligrosas por parte del ejército israelí. No hay tregua para un estado como Israel en profunda decadencia moral, al que no le importa la muerte de personas, de mujeres y niños, y cuyo propósito ya no es la ocupación sino el exterminio en su totalidad de un pueblo que siempre le ha molestado. Por eso cada vez son más frecuentes las acciones contra su patrimonio natural. La contaminación deliberada de los acuíferos, de las tierras, de la propia franja costera, la tala de olivos y otras salvajadas pretenden ni más ni menos que si alguna vez hay un reconocimiento global del estado palestino, éste no sea más que tierra quemada.

Otro de los frentes abiertos con el que tiene que lidiar Israel son los niños y las niñas. A nadie se le escapa ya que los soldados entran en las casas de los palestinos lanzando gases lacrimógenos y destruyendo todo lo que se encuentran a su paso. Pero la lucha que se iniciaba hace unos años en la adolescencia tiene ahora otros actores, los niños y niñas que ven con frustración que sus anhelos de paz y de normalidad son pisoteados. No, no son escudos humanos; son hijos del odio instalado en la zona de manera premeditada pero que sorprendentemente utilizan una violencia de baja intensidad, sin armas, sin piedras, solamente con sus pequeños cuerpos y sus manos ante los enormes tanques y las desmesuradas armas de los soldados. La bofetada que le propinó la joven Ahed Tamimi a un soldado israelí ha dado la vuelta al mundo. Ese mismo día fue detenida y ya se ha convertido en un icono de la lucha contra la exterminación de su pueblo. Quiere estudiar derecho para defender a su familia y a su pueblo. “Ella vale mil hombres”, comentan miles de internautas. Israel ya no sabe cómo reaccionar. Ese tortazo ha sido, además, dado por una mujer, lo que hace tambalear toda su estructura dialéctica y mental. Otra mujer, la cantante neozelandesa Lorde, cancelaba en diciembre el concierto previsto en Tel Aviv después de haber recibido una carta de dos compatriotas en la que le solicitaban que no actuara en Israel. Conocida como defensora de los derechos LGTBi y convencida antiracista, su decición ha activado por primera vez la ley anti-boicot israelí, pero ella respondió en su momento con un contundente “a tupid stunt“. Las mujeres se han convertido en las abanderadas de la lucha contra la ocupación.

No hay que parar. Cualquier acción, por pequeña que sea, debilita hoy más que nunca el camino que emprendió Israel hace décadas. El aislamiento es más que evidente. La Asamblea General de la ONU aprobó el pasado diciembre con 128 votos a favor, 9 en contra y 35 abstenciones una resolución para rechazar el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel. Una victoria para Palestina. El siguiente paso puede ser, debe ser, el reconocimiento de un estado propio. Además del boicot, no lo olvidemos, otros movimientos por la paz pretenden construir puentes entre culturas. También es importante. Israel los rechaza, cómo no, y los define como terroristas. Uno de ellos es Rise Up International, dirigido por Jesse Roberts, y que trabaja por romper tópicos, por apartar el odio a través de la música y de las artes.

Su documental Radiance of Resistance (2016), en el que refleja, en una mezcla de lenguaje documental y arte, la resistencia a la ocupación israelí a través de los ojos, las palabras y las acciones de dos niñas, Janna Ayad y Ahed Tamimi, del pueblo palestino de Nabi Saleh, es ya de visión obligatoria.  Se podrá ver en Sabadell el próximo viernes, 23 de febrero a las 18.30 en L’Obrera (Avinguda de Barberà, 142) y también el día 9 de marzo en un lugar todavía no especificado. “El arte es como un desafío, no siempre es político, pero sí es algo en lo que la gente puede participar. Me he dado cuenta en los últimos seis años, en los que he viajado al mundo árabe y yo no hablo árabe, de que podemos conectar a través de la música y del arte”, dice Jesse Roberts. Lástima que el estado de Israel hace tiempo que está sordo y ciego. Y cada vez más solo…

Foto portada: Ahed Tamimi. 

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