“Las guías de turismo de Murcia, “qué hermosa eres”, presentan la localidad de Torre Pacheco como un destino rural rodeado de campos de cultivo, molinos de viento e importantes yacimientos arqueológicos. […] Lo que enseñan las redes está lejos de ese ideal: convocatorias de cacerías de inmigrantes, encapuchados con bates y hierros destrozando coches y locales de kebab… Miedo y muchos melones por recoger. Los marroquíes son mayoritarios, unos 5.600; seguidos por los ecuatorianos, unos 1.600, y los británicos, más o menos 1.400. Los carteles de muchas inmobiliarias de la zona están íntegramente en inglés, pero eso no ataca la españolidad porque los jubilados británicos vienen para gastar y no a trabajar. Hay cinco campos de golf registrados en el término municipal… Usan otros palos y se comen los melones”, Isabel García Pagán, periodista.
Soy de los que piensan que hay que ilegalizar a Vox antes de que sea demasiado tarde. Ese blanqueamiento que hasta asociaciones de vecinos de mi ciudad le están dando, con la excusa de que aquí caben todos, pero con un claro objetivo economicista, recaudatorio, no es bueno. Y no lo es porque un partido que alienta la cacería de inmigrantes, de los pobres, claro, no solamente con proclamas en redes, sino con especificaciones claramente delictivas, llamando a portar armas de todo tipo, debe ser inmediatamente ilegalizado. O, como mínimo, ser llevado ante los tribunales y que la justicia actúe. Aunque, tal y como está el tema judicial, mucho me temo que miren hacia otro lado. De hecho, ya ha pasado en Torre Pacheco esta semana. Los provocadores, los que han venido de fuera a incendiar las calles del municipio murciano, han campado a sus anchas, algunos con banderas inconstitucionales, otros con la cara tapada, lanzando piedras y corriendo detrás de los magrebíes que intentaban resguardarse. He visto un vídeo donde se cargan los cristales del coche de una familia de marroquíes que nada tienen que ver con los incidentes, que nada tienen que ver con el asalto y la paliza a ese ciudadano de Torre Pacheco. También cabe resaltar que han sido los jueces los que han conseguido que los empresarios murcianos acusados de abuso sexual a menores no vayan a la carcel “por el retraso del proceso judicial. Otra más. Hace casi un año, en Torre Pacheco, un hombre fue detenido por agresión sexual, abuso y acoso contra al menos cinco mujeres migrantes en situación irregular. Se aprovechaba de su extrema vulnerabilidad, de la barrera del idioma, de la falta de redes de apoyo, amenazándolas con el despido si n accedían a sus demandas. Nadie salió a la calle en Torre Pacheco.
En Torre Pacheco conviven gentes venidas de otras partes del mundo desde hace tiempo. A los empresarios agrícolas de la zona ya les va bien que lleguen indocumentados para explotarlos en sus campos a dos euros la hora, sin papeles, sin derechos. Lo mismo que pasa en los de Almería desde hace décadas. Esas lechugas, esos pimientos, ese brócoli y esos tomates llevan el sello de la esclavitud. Conviene que lo sepamos los consumidores. En Torre Pacheco muchos empresarios, pequeños y grandes, se han hecho ricos de esa manera, pero todo el mundo calla esa circunstancia. Los altercados en Torre Pacheco “son la expresión de un sistema que lleva años podrido por dentro. Un sistema que se sostiene sobre la explotación sistemática de seres humanos, en su mayoría inmigrantes, al servicio de una agroindustria basada en producir alimentos baratos para exportar, a costa de todo lo demás: los derechos humanos, el medio ambiente, etc.”, escribe Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria en su artículo Torre Pacheco: el síntoma de un sistema agroexportador podrido.
No obstante, cuando esas gentes, esos inmigrantes, quieren tener sus lugares de ocio, sus templos o reivindicar algún derecho, entonces saltan las alarmas. Ya no queda tan bien verlos por las calles vestidos de otra manera que no sea la nuestra; ya no gusta tanto sentarse a su lado en una sala de espera de un hospital; ya molesta bastante verlos con tres o cuatro hijos porque imaginamos que reciben pagas, ayudas, van al colegio con los nuestros, se mezclan y vete tú a saber lo que puede pasar. Da pánico pensar que alguno de nuestros hijos entable amistad con uno de fuera, aunque este ya sea español como nosotros.
Y entonces vienen los energúmenos a decirnos que hay que echarlos, que violan a nuestras mujeres, a nuestras hijas, a nuestras nietas, que roban, que delinquen, que llenan nuestras calles de teterías y de bares que no pertenecen a nuestra cultura; y que se lo llevan todo, los pisos, las ayudas; que imponen la lengua árabe en las aulas de nuestros colegios. Qué sé yo… Cualquier cosa vale; hasta que incendian nuestras iglesias o que quieren acabar con las procesiones. Y la gente se lo cree. Y la gente no piensa que su nivel de vida es mejor porque esos a los que ahora ya no quieren se levantan a las cuatro de la mañana a recoger las lechugas y los tomates. ¿Quién lo hará si los echan? Además, cala entre esos pobres que lo son por culpa de otros pobres de otras razas, de otras religiones; cala también el discurso de que si no son bien atendidos en los ambulatorios, en los hospitales, es por culpa de esos que vienen, que son más pobres que ellos, sin darse cuenta que los de arriba, los ricos de siempre, se frotan las manos viendo cómo se matan entre ellos. A los ricos les va muy bien que penetren esas mentiras.
La gran incongruencia de Torre Pacheco es esa. Viven gracias a ellos, pero no quieren que se integren. Solo para trabajar, en negro la mayoría, claro. Los quieren hacinados en barrios, en pedanías, lejos de los de raza pura, de los españoles, lejos de los que los esclavizan, lo que es un gueto de toda la vida. Y la mezquita, en cualquier polígono industrial, lejos de la ciudad, no vaya a contaminarse la cruz de la iglesia o la santísima virgen.
En Torre Pacheco gobierna el Partido Popular en minoría desde 2023. Es importante saberlo. En la legislatura anterior, el alcalde fue un independiente que gobernó con el PSOE. Durante esos cuatro años se pusieron en marcha talleres de convivencia, de conocimiento mutuo. Una experiencia que logró de alguna manera la aceptación por parte de los dos colectivos, el de los pachequeros y el de los que llegan a trabajar, de la necesidad de respetarse, de relacionarse para entenderse. Fue importante e inexcusable en una ciudad donde más del treinta por ciento de sus habitantes son inmigrantes y una gran parte son muy mayores. Son estos los que seguramente no acaban de entender esas llegadas masivas de personas para trabajar en los campos. Ignoro si esos conatos de humanismo siguen en marcha, aunque sí que es cierto que en Torre Pacheco actúan desde hace años asociaciones como Murcia Acoge y CONVIVE Fundación Cepaim con una labor encomiable en favor de los más vulnerables. En las elecciones generales de 2019, el partido de extrema derecha quedó en primer lugar con un 38,31% de los votos. También hay que tenerlo en cuenta. Gran parte de la población de Torre Pacheco no quiere esa integración que se reclama desde otros sectores. Así vamos, así se azuza el fuego del odio.
La delincuencia no viene de la inmigración. Los actos delictivos lo son como consecuencia de muchos factores. En Torre Pacheco existe un problema desde hace tiempo que las autoridades no han sabido o no han podido atajar. La timidez con la que su alcalde está intentando atajar esta problemática es, no solo patética, sino connivente con los postulados de Vox. El urbanismo de Torre Pacheco es complejo. Decenas de caminos complican seguramente cercar el pueblo para impedir que entren energúmenos venidos de otros lugares. Eso es esencial para que la violencia no llegue a más. Las llamadas a la calma de marroquíes y de los imanes de las mezquitas que desean la paz y la convivencia no han tardado en llegar. Vox los quiere fuera, así de sencillo. Vox no desea la paz. Por eso es importante que los que pueden hacer, que hagan, que los lleven ante los tribunales. Y de ahí, a su ilegalización. ¿Acaso no es terrorismo incitar a la violencia, incitar a llevar armas contra cualquier inmigrante, contra cualquier persona?
Se han cumplido veinticinco años de los sucesos de El Ejido. Vox ha convocado una concentración con el lema ¡Defiéndete! (del inmigrante, claro). Van directos. En Torre Pacheco quieren lo mismo. Echar gasolina a un fuego que se ha mantenido estable durante tiempo. Alguien tiene que actuar. El alcalde, dubitativo; el gobierno murciano, acobardado, amedrentado e intimidado por uno de los máximos exponentes racistas y xenófobos de la Región de Murcia, un exjugador de baloncesto crecido en sus arengas a la violencia, José Ángel Antelo. Si hay muertos en Torre Pacheco, los responsables serán ellos. Quien no actúa es cómplice.
Foto de portada: Policia Municipal de Torre Pacheco, en un dispositiu de seguretat recent pels disturbis al municipi. Autor: Ayto Torre Pacheco.
