Felipe González

Opinión de Josep Asensio: ‘¡Váyase, señor González!’

Felipe González apuesta por una coalición PP + C’s + Gas Natural con la abstención de los que siguen creyendo en lo del socialismo”.
(Aparecido en Twiter el 27 de enero de 2016)

No podía yo imaginar que la famosa frase pronunciada hace más de dos décadas por José María Aznar me sirviera para encabezar este artículo. En esos momentos, el denominado ‘Debate sobre el estado de la Nación’ discurría de manera tensa, al saltar a la luz el escándalo de Filesa, después de doce años de mandato socialista. El ‘Váyase…’ se convirtió entonces en recurrente y fue aplicado por multitud de políticos que querían resumir brevemente su falta de argumentos aplicando una especie de paráfrasis entendible por el gran público. Hasta una exitosa serie, Aquí no hay quien viva, la adaptó al personaje de Emma Penella, Doña Concha, con una sonoridad y una singularidad que todavía nos hace sonreír.

¡Quién te ha visto y quién te ve!, dirían muchos. De aquel Felipe González empático, implicado con la mayoría social de un país olvidado en Europa, ninguneado por las grandes potencias, queda ya muy poca cosa, quizás unas cenizas que se revuelven cuando alguien de su partido o de otro que a punto estuvo de superarlo en las elecciones generales, dice exactamente lo que él preconizaba allá por la década de los 80. “Si no lo veo, no lo creo”, exclamaría más de uno. Aparentemente lejos del mundanal ruido, en su retiro de oro y diamantes, de yates, hoteles, sueldo de lujo y reuniones de consejos de administración, todavía subyace en su triste quehacer esa animadversión hacia lo que representen los valores del socialismo más real. Sí, por increíble que parezca, su cerebro ha dejado de funcionar en modo ‘pueblo’ para pasar a modo ‘el pueblo no importa’. No solamente eso, sino que su prestigio ha sido adsorbido por un agujero negro lleno de vanidad, orgullo y pedantería. Sus últimas y penúltimas declaraciones no hacen más que corroborar su, por una parte, falta de tacto, con el consiguiente desprecio al trabajo comedido de Pedro Sánchez, y por otra, su deficiente sentido de Estado del que se vanagloriaba cuando ocupaba el cargo de Presidente del Gobierno.

Porque, todo hay que decirlo, es bastante humillante y vejatorio que casi todos los medios de comunicación, capitaneados por El País, se ensañen con el candidato socialista proponiendo fórmulas que de una manera o de otra perpetúan a un Partido Popular destrozado por los casos de corrupción. Aunque si tengo que destacar una declaración patética, me decanto por la de Albert Rivera:

Son más de siete millones y medio los españoles que votaron al PP, por lo que no pueden ser eliminados del diálogo y de esta segunda Transición”, añadiendo acto seguido que la corrupción no tiene porqué afectar al diálogo.

Ahí queda dicho: ‘Donde dije digo, digo Diego’.

Es todavía más asombroso, casi demencial, que a la petición de gran coalición (PP + Ciudadanos, con la abstención del PSOE), se le hayan unido varios ex-ministros, miembros todos ellos de la Fundación España Constitucional, creada en 2014 para lo que imaginan. Y aún hay más. Este mismo sábado se celebra la reunión del Comité Federal del PSOE que puede echar chispas. De hecho, una gran parte de los barones del partido ya se ha posicionado no solo contra un pacto con Podemos sino abiertamente a favor de dar su apoyo a Rajoy. ‘La gran incongruencia’ podría llamarse esta tragicomedia, puesto que esos mismos que lanzaban todo tipo de consignas contra los dirigentes populares manchados hasta las trancas por la corrupción, ahora se tiran a sus brazos, de manera incomprensible para la mayoría. ¿Será porque quieren conservar sus privilegios? Seguramente. La excusa es la independencia por aquí, las líneas rojas por allá y la defensa de no sé qué valores. La realidad es que nunca se percataron que están allí gracias a un pueblo que creyó durante un tiempo en sus premisas. La ceguera política es de tal calibre que ese apoyo al PP, a su candidato y, en definitiva, a todo su establishment, supone pasar por alto el mayor caso de corrupción conocido en la España democrática, el que sacude al PP valenciano y en el que, probablemente, acaben dirigiéndose todas las acusaciones hacia Rita Barberá. La casta o derechona socialista no se moverá ni un milímetro intentando convencernos de lo malos que son los de Podemos y de lo bueno que es el cielo lleno de gaviotas…

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Mientras tanto, miles de alcaldes y concejales socialistas, alucinan pepinillos viendo cómo sus referentes se tiran los trastos a la cabeza sin entender el porqué ahora muchos de ellos reniegan de un gobierno progresista en España cuando hace unos meses lograron pactos en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Además, un Robin Hood llamado Pedro Sánchez intenta por todos los medios plasmar el mandato de las urnas. El batacazo del PSOE es ni más ni menos culpa de sus incongruencias y Sánchez desea ser fiel a las ideas de la última legislatura. Como Don Quijote ante los molinos, lucha con coherencia ante los embates de las garras y de los aguijones de los que guerrean por su supervivencia, ignorando estos últimos que está en juego precisamente la del PSOE. Por eso no tengo más remedio que repetir hasta el exceso ¡Váyase, Señor González! Usted y todos aquellos que han sido capaces de cargarse la coherencia de un partido que nació para defender los intereses de los trabajadores. ¡Váyanse todos allí donde ustedes saben! ¡Dejen de prostituir la democracia, de malmeter y de hurgar en el pozo de los ideales! ¡Váyanse, por el bien de todos! ¡Váyanse!

Foto portada: el expresidente del gobierno Felipe González.

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