ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas, sociólogo y presidente de la FAV Sabadell
Dijo Protágoras que “el hombre -el ser humano- es la medida de todas las cosas” (de las que son y de las que no son). Un alegato anti metafísico omitido interesadamente por las castas en todas las épocas de la historia. Parafraseando al filósofo griego puede afirmarse que ahora y aquí, todo lo que es y lo que no es, tiene un hacedor, que no es ninguno de los dioses de todos los colores que los humanos se ido inventado, sino quienes detentan el poder económico. Son ellos, y no los parlamentos, los que deciden sobre nuestras vidas mientras que la casta política, en última instancia, se limita con mayor o menor entusiasmo a aplicar las medidas que les dictan. Lo sucedido en el Reino de España y en Catalunya es ilustrativo.
Aun sí (mal que les pese), como el control/manipulación de todas las mentes, durante todo el tiempo es prácticamente imposible de conseguir, algo va cambiando. La gente aspira a dejar de ser simples sujetos pasivos y convertirse en protagonistas, cuestionando el omnímodo poder que detenta la economía y sus servidores: ¿por qué sucede lo que sucede?, ¿por qué las cosas no pueden ser de otra forma?, ¿quién lo ha dicho?, ¿de quién depende?, ¿por qué, quién y para qué ha secuestrado la democracia? Ese despotismo cortijero típico de la casta económica y política que sin pretenderlo ha ido propiciando el paulatino empoderamiento de la sociedad civil, hace presumir un otoño subversivo contra el actual desorden establecido.
De hecho, ya hace tiempo que vienen apareciendo muestras de rechazo al irracional modelo de sociedad que padecemos: la irreductible voluntad de un pueblo exigiendo el derecho a decidir su futuro o las movilizaciones en defensa de los derechos sociales y democráticos contra el expolio del Estado de Bienestar y libertades públicas o expresiones políticas como la irrupción de Podemos (el acontecimiento más esperanzador desde la transición, un proyecto hoy un tanto deshilachado, pero con la ilusión, el apoyo y los mimbres necesarios que puede convertirse en una alternativa del pueblo y para el pueblo), sin olvidar los brotes de indignación a los que, directa o indirectamente, Podemos debe buena parte de su éxito como el 15M, la PAH o yayoflautas a nivel estatal, el Procés Constituent en Catalunya, o a nivel municipal las candidaturas alternativas, como las que agrupa las CAV en el Vallés u otras que bajo el paraguas de Guanyem Barcelona van aflorando. Todos con el denominador común de ser modelos no excluyentes y participativos que niegan la mayor: es falso que estemos en el mejor de los mundos posibles para el 99 por ciento de la población y frente a la perniciosa y claudicante frase “es lo que hay”, levantan la bandera de que es posible otro modelo social, otra redistribución de la riqueza, otras alternativas y otra forma de hacer y entender la política.
En ese contexto llega el 9N, un punto de inflexión para que en Catalunya, superando los tiempos de “botiflers” y “felpudos rojos”, decidamos nuestro futuro como estado y como modelo social y para que el pueblo español tenga la oportunidad de mostrar su solidaridad, independizándose del discurso oficial de una casta política que nos ha llevado a la miseria económica, social y humana y que niega un derecho democrático. Lo que suceda tras la consulta del 9N marcará la hoja de ruta política de Catalunya y del Reino de España en los próximos meses en función del escenario resultante que en esencia son:
a) celebrada la consulta, habrá que valorar los resultados para ordenar el proceso soberanista.
b) si el PPSOE, la prohíbe, habrá que estar a la capacidad de respuesta popular y quienes están a la altura la demanda social.
En el ámbito local y con la prudencia que aconseja lo que suceda el 9N, en Sabadell, existe una importante corriente de opinión ciudadana que aboga por sacar a la ciudad de la pesadilla de las corruptelas y el clientelismo bustoniano. Si se superan los enroques sectarios estériles, sería aconsejable explorar iniciativas tipo “Guanyem”, concretada en un proyecto transversal, no excluyente, que agrupe a personas más que a partidos, con un programa de regeneración democrática (limitación de los mandatos, sueldos y cargos, código ético, auditoría ciudadana, participación real,….), y un proyecto que partiendo de los barrios, de sus realidades sociales y necesidades en todos los órdenes, proponga un modelo de ciudad global, coherente y equitativo, con contenidos dignos de tal nombre.
En definitiva, se vislumbran tiempos de cambios ilusionantes, de aquellos que gustaría vivir a todas las gentes de buena voluntad, a quienes estamos hartos de estar hartos de tanta injusticia, impunidad, corrupción, crueldad y sinrazón. Tiempos en los que, si existe inteligencia para gestionarlo y se arrinconan arrogancias partidistas y personalistas, la utopía se trasforma en posibilidad a corto plazo, tiempos en los que podríamos aparcar el, “nosotros no lo veremos”, porque el origen del futuro ya está aquí, está en nuestras manos.