ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas. President de la FAVSabadell
La idea de que la humanidad avanza de manera lineal y progresiva en la que cada etapa mejora la anterior para dar lugar a un estadio superior, no se corresponde del todo con la realidad. Esta visión, que responde a un enfoque mecanicista de la historia, carece de respaldo empírico. Por el contrario, la historia nos muestra que todo lo que es, y lo que no es, dependen de la acción humana, en otras palabras, que el resultado de cada etapa es contingente y no predeterminado. De hecho, los avances y conquistas en el terreno de la equidad social, económica y política, no pueden darse como logros permanentes ni garantizados.
Sin ir más lejos, en nuestro propio contexto, derechos fundamentales como la sanidad, la educación o las pensiones están bajo amenaza debido a que los gobiernos de derecha-extrema derecha son adictos a las políticas de privatización, los recortes en el gasto público y el debilitamiento de los derechos sociales. O de manera similar, los avances en igualdad de género, la justicia social, el cambio climático, etc., que han representado hitos importantes en algunas épocas, hoy sufren serios retrocesos frente a los embates de la extrema derecha y la derecha más reaccionaria.
Esa versatilidad es más notable cuando nos referimos a textos que, o bien se limitan a situar principios rectores como es el caso de la CE78 con determinados derechos sociales que no son plenamente exigibles sino que dependen de su desarrollo legislativo y la voluntad política para materializarse, dejando así un amplísimo margen para su incumplimiento (la vivienda, el trabajo,….) o bien, como en el caso de la Carta de Derechos Humanos de la ONU firmada en diciembre de 1948, que al carecer de mecanismos coercitivos efectivos para garantizar su cumplimiento (un poder supranacional), lo deja, en manos de los estados firmantes o, lo que es lo mismo, a la voluntad política de los gobiernos, muchos de los cuales, como resulta notorio, ignoran o violan sistemáticamente estos principios.
Considerando el actual contexto mundial, continental y estatal, es evidente que no son buenos tiempos para los derechos humanos. Los avances alcanzados en áreas como la libertad, la justicia social, la equidad y la igualdad de género -conquistados en unos pocos países con sangre, sudor y lágrimas mediante la presión de movimientos populares comprometidos con superar estadios primitivos- se enfrentan hoy a las fuerzas reaccionarias de siempre. Estas fuerzas, con el poder político, económico, mediático y judicial a su disposición, buscan deliberadamente revertir tales conquistas, promoviendo un retorno a ideologías y prácticas retrógradas que contradicen los principios fundamentales de dignidad y el progreso humano. Este choque entre quienes aspiran a una sociedad más justa y quienes anhelan preservar o restaurar estructuras de opresión definen gran parte de las tensiones actuales en el ámbito de los derechos humanos.
Sin ánimo de caer en alarmismos apocalípticos, un análisis objetivo de los hechos nos muestra que estamos en un punto de inflexión sumamente peligroso para el futuro de la humanidad en el que se libra una batalla cuyo desenlace marcará el rumbo de las próximas décadas, afectando a nuestras vidas y a la de generaciones venideras. Un semejante escenario, que no permite la neutralidad, sino que reclama una actitud beligerante en defensa de un modelo social, político, económico y cultural para evitar su secuestro por quienes, utilizando la democracia, buscan eliminarla o reducirla a su mínima expresión instrumentalizándola en beneficio propio.
Es tiempo para que demócratas de cualquier color incorporemos en el argumentario el mínimo común denominador de la Declaración de los Derechos Humanos frente a quienes, con sus palabras, acciones o manifestaciones, la rechazan y autoexcluyen de este proyecto de convivencia. Es crucial revindicar su vigencia como base ética y política para proteger la dignidad, la igualdad y la libertad de todas las personas y promover la racionalidad y el progreso de la humanidad.
L’espai d’opinió reflecteix la visió personal de l’autor de cada article; iSabadell només la reprodueix.
Foto de portada: Mural Drets humans. Autor: David B.