Jordi Gordon. Autor: David B.

Jordi Gordon, documentalista: “mientras no se reconozcan las víctimas del franquismo, la democracia estará enferma”

Nacido en Valladolid en 1955, reside en Madrid. Periodista y licenciado en Comunicación Audiovisual es socio fundador de la productora Algarabía Produce desde donde ha realizado diversos documentales sobre la represión franquista, pero también sobre la represión estalinista al POUM, además de otros de temática social.

Le entrevisto el pasado martes en el cine Imperial donde ha venido a presentar su última producción Dejadme llorar. El genocidio olvidado sobre represión franquista en Córdoba invitado por la asociación Sabadell per la República.

¿De dónde procede su interés por investigar la represión franquista?
Procede de mi interés por los derechos humanos en general. Ya, cuando estaba en el Grupo Z, investigué sobre la brigada político-social. Mi interés se despertó poco a poco a través del conocimiento de las víctimas de la represión. Quiero que la gente descubra lo que yo he descubierto sobre una realidad que, para mí y creo que para la mayoría de la sociedad, ha estado oculta durante muchísimos años. El drama, la tragedia humanitaria que supone el franquismo, la brutalidad de los crímenes contra la humanidad del franquismo, no está asumida por la sociedad española. Ni la profundidad, ni la magnitud de lo que eso supuso.

Usted estrenó Archivos y Memoria donde explica las dificultades de historiadores y víctimas para acceder a los archivos franquistas ¿Cuáles son los motivos que impiden la recuperación de la memoria histórica en España?
El primero de todos es que la memoria es la de los vencedores y es la memoria dominante. La segunda es que esa memoria se construyó sobre la base del terror, de los crímenes, de la gente que tuvo que vivir sin ningún derecho durante cuarenta años. Estamos hablando de todos aquellos que eran niños y se quedaron sin padres porque fueron asesinados o tuvieron que ir al exilio. Es la represión, ya no hablamos de la guerra. A menudo se dice que hubo una guerra civil con dos bandos enfrentados. No, hubo un golpe de Estado militar, una represión organizada y brutal sobre la población que no tiene nada que ver con los enfrentamientos y los muertos en la guerra, aunque también en el bando republicano se cometieron brutalidades. Pero no estamos hablando de eso, sino de la represión.

En el caso del documental que nos atañe, Dejadme llorar, en la ciudad de Córdoba el golpe triunfó el primer día. Hoy todavía hay 4.000 personas asesinadas en dos fosas comunes. Durante el franquismo las familias fueron castigadas doblemente, matando a sus familiares e impidiendo recuperarlos, hasta el punto que se prohibió el luto. Tampoco en la democracia se ha encontrado ni el momento ni el lugar para poder resolver este problema. Cuatro mil personas asesinadas de todo tipo y condición en una ciudad de unos 150.000 habitantes es un porcentaje elevadísimo. El documental, que no es localista, está centrado en las víctimas, sobre todo en las que entonces eran niños y ahora son ancianos, y sobre ese trauma que han vivido toda la vida. En muchos sitios pasaba lo mismo, hay sitios donde dos de cada tres familias tienen muertos asesinados en la represión. Esa represión indiscriminada constituye un crimen contra la humanidad. Sobre eso se construyó un régimen y sobre la falta de derechos.

¿Comparte la opinión que la amnesia sobre la represión franquista fue una las piezas fundamentales de la Transición?
No la comparto. Decir que la amnesia es un elemento fundamental para construir algo me parece equivocado. Evidentemente hubo amnesia en la democracia y la Transición. No se trata de buscar quién fue culpable. Se trata primero de resolverlo porque la asignatura sigue pendiente. Especular sobre quién tuvo la culpa que no se hiciera es una tarea inútil si todavía tenemos por delante el reconocimiento de las víctimas. Después de las víctimas están los crímenes y después los verdugos. Pero ahora, como no hay víctimas, no hay crímenes ni verdugos. Hay una contradicción evidente.

Jordi Gordon
Jordi Gordon durante la entrevista. Autor: David B,

La sociedad española reconoce a las víctimas del terrorismo, a las víctimas de ETA o del yihadismo, pero por alguna razón inexplicable nunca ha reconocido a las víctimas del franquismo. Hay ríos de tinta sobre las víctimas de ETA, 852, reconocidas por la sociedad, por el Estado, las instituciones democráticas, pero no las del franquismo. Estamos hablando de 150.000 desaparecidos y 2.381 fosas comunes. ¿Alguien piensa que en Alemania podría haber 2.381 fosas comunes de víctimas de los nazis sin exhumar y que sus familias fuesen casi clandestinas, invisibles para la sociedad? Esto todavía no se ha hecho, ni el Estado, ni las instituciones democráticas han realizado un reconocimiento formal a las víctimas del franquismo. Voy a poner otro ejemplo de esta distinción entre víctimas invisibles y víctimas con todos los derechos. Cuando el nuevo rey toma posesión, su primer acto fue entrevistarse con las víctimas del terrorismo. Y yo me pregunto ¿cuándo el rey, que es la máxima institución del Estado, tendrá un hueco en la agenda para entrevistarse o recibir a las víctimas del franquismo?

¿Qué opina de la Ley de Memoria histórica de Zapatero?
Esa ley es contradictoria. Zapatero tuvo el gran mérito de abrir este debate. No tuvo mucho apoyo, sino muchas críticas de la izquierda y una crítica feroz de la derecha. La ley era manifiestamente mejorable, porque tiene muchos huecos, como ahora reconoce el propio Partido Socialista, pero abrió el debate. Desgraciadamente, para ver cómo funciona este país, esta ley, que es manifiestamente mejorable y que no reconoce todos los derechos, ni afronta la responsabilidad del Estado, el PP se ha encargado de convertirla en papel mojado. Lo que era un poquito no es nada porque no ha dedicado ni un solo euro desde que llegó al poder y ha convertido esa ley, un partido que habla tanto del cumplimiento de la ley, en papel absolutamente mojado. Además, esa ley tuvo otros efectos no buscados, como la atomización del movimiento a favor de la memoria que fue incapaz de convertirse en un movimiento ciudadano pujante, unido, capaz de reivindicar los derechos humanos de las víctimas. Se crearon demasiadas asociaciones vinculadas a los partidos, un reino de taifas muy atomizado.

El problema para mí no está en la izquierda, porque en la izquierda encuentras gente muy sensible con este tema y gente que no lo es. Sin duda, la izquierda tiene una gran responsabilidad en esto. No solo hay que echarle la culpa a la derecha. Si la izquierda se hubiera puesto de acuerdo, la derecha no hubiera tenido más remedio que aceptar lo que se hubiera decidido, pero la izquierda fue incapaz de hacerlo porque siempre encuentra una manera de diferenciarse para no hacer los deberes. Y los deberes son los derechos de las víctimas, porque esto no es un problema ni de república, ni del PSOE, ni del PP, ni de Esquerra…primero es un problema de derechos humanos. Después que todo el mundo discuta de lo que quiera.

En mi documental están muchas víctimas invisibles. Gente que nunca tuvo derecho a nada, que no han tenido ningún cargo en ningún partido, gente normal y corriente, del pueblo, que ha vivido una vida horrenda. Estamos hablando de miles y miles de personas. Gente que sigue viviendo en el miedo y el miedo forma parte de nuestra sociedad. Muchas de las cosas que pasan hoy en nuestro país tienen que ver con ese miedo que mucha gente no sabe que lo tiene, ni lo reconoce, como he descubierto en muchas familias. Algunas no quieren reconocer a sus víctimas y es por el miedo, no porque no sean personas. Esto explica porqué una sociedad acepta que un partido corrupto como el PP siga gobernando y sea el partido mayoritario de este país. Creo que tiene que ver con la herencia del franquismo donde la derecha tenía derecho a enriquecerse y nadie podía cuestionar eso. Ahora encuentras a mucha gente que eso lo encuentra normal, porque siempre ha sido así.

¿Puede calificarse la represión franquista de genocidio o es exagerado?
Es exactamente así. Franco fue un criminal de guerra, un genocida, como muchos de sus generales. Para eso hay que leer a Raphael Lemkin el jurista polaco cuyos textos en 1948 sirvieron para que la ONU redactara la jurisprudencia internacional donde se tipifican los delitos de genocidio.  Lemkin habla de ocho tipos de genocidio: religioso, étnico, social, de grupos…El genocidio político se dejó un poco de lado porque entonces la Unión Soviética tenía algunas cosas que esconder y se arrinconó esa parte de perseguir a grupos concretos por su ideología política. Pero aquí se asesinó a los republicanos, daba igual que fueran de derechas o de izquierdas. Fue una represión indiscriminada. Por ejemplo, en el documental una mujer explica que su padre era dirigente de la UGT, del sindicato de panaderos. No sólo mataron a su padre sino que se incautaron de la lista de afiliados y los mataron a todos. Otro explica que a sus abuelos les acusaron de ser “enemigos de Dios”, se los llevaron y nunca volvieron.

¿Por qué el gobierno español desoye sistemáticamente las demandas de la ONU para exhumar las fosas comunes del franquismo y restituir la memoria de las víctimas sin apenas coste político?
Las resoluciones de la ONU, varias y reiteradas, dicen con claridad que en España se cometieron crímenes de lesa humanidad y también crímenes de guerra. La causa está en que la victoria del franquismo y su memoria se han perpetuado. Esa combinación entre el poder y el miedo hace que los partidos políticos no hayan sido valientes a la hora de afrontar este tema. Es tremendo pensar que un país como España que hace poco estaba en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, algo por lo que todo el mundo sacaba pecho, el primero Mariano Rajoy, no cumple sus resoluciones sobre derechos humanos. La argumentación es absurda cuando se dice que la Transición significó la reconciliación y que no hay nada que hablar. ¿Qué reconciliación se hace sobre la base que quienes tienen a sus familiares en una cuneta, no los puedan sacar, ni honrarlos, ni enterrarlos dignamente, ni que se les reconozca como víctimas? Mientras tanto, acaba de hacerse un homenaje a Utrera de Molina con los falangistas, en un acto nazi, y ahí estaba el señor Ruiz Gallardón o el entierro con todos los honores del general Sanjurjo en Melilla o el homenaje a la División Azul en Barcelona. Hemos exhumados los cuerpos de la División Azul en Rusia, pero no los nuestros en España. García Lorca sigue en la cuneta.

¿Qué piensa de la efectividad de la causa abierta por la justicia argentina por la represión franquista?
Me siento muy solidario con la causa de la querella argentina. Desgraciadamente, siempre he creído que es un empeño imposible. Argentina nunca va a juzgar a los criminales españoles como nunca vamos a juzgar en España a los asesinos norteamericanos de José Couso en Iraq porque hay jerarquías en el mundo. Y la jerarquía entre Argentina y España hace que sea prácticamente imposible. Hay otra razón importante: si no somos capaces como sociedad de reivindicar a nuestras víctimas y lograr que sean reconocidas plenamente, difícilmente vamos a conseguir que en Argentina lo hagan. La sociedad argentina, que se ha mostrado bastante solidaria, no va a cambiar la realidad política de nuestro país o somos nosotros o no la cambian ellos. Volvemos al punto de partida, si no hay víctimas, que en este país no están reconocidas, ¿cómo van a haber crímenes y verdugos?

Además existe una enorme ignorancia. La mayoría de la gente desconoce que había una brigada político-social que actuaba con total impunidad y tenía fichada a la mitad de la población, porque los archivos siguen cerrados. Los archivos de la Iglesia siguen cerrados para conocer a los niños que se robaron. Hasta 1955 está acreditado que hubo más de 35.000 niños robados y legalizados por el régimen franquista que destruyó los documentos en el ministerio de Justicia. Sobre esto no se ha querido investigar. Todo eso sigue pendiente.

¿El olvido de la represión franquista es una de las asignaturas pendientes de la democracia española?
Evidentemente. Mientras la democracia española no resuelva este problema será una democracia de muy mala calidad, enferma. Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor ¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de la democracia en el resto del mundo occidental? Si sumamos los 60 millones de votos de Trump en Estados Unidos, a los millones de votos de Marine Le Pen, a los nazis holandeses, a los húngaros, etc.. estamos hablando de más de decenas de millones de personas que están votando opciones que son las mismas que nos llevaron a los cincuenta millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial. En España, donde encima los jóvenes no saben lo que pasó y no saben que aquí hubo crímenes de guerra como los nazis, estaríamos mucho más cerca de poder repetirlo. Ciertamente, ahora no hay ningún partido de extrema derecha, pero eso cambia a la velocidad de la luz. Para que la democracia pueda avanzar en este país, pueda mejorar manifiestamente, ésta es una asignatura fundamental.

Foto portada: Jordi Gordon, delante del cine Imperial. Autor: David B. 

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