Romain Puértolas, escritor: “la gente que se toma muy en serio es la peor enfermedad en la Tierra”

Con 37 años, el francés Romain Puértolas había escrito siete novelas pero ninguna editorial las publicaba. De la noche a la mañana, el éxito llamó a su puerta y su El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea se vendió a todo trapo en Francia. De ahí a ser traducido en 40 idiomas y convertirse en uno de los principales fenómenos editoriales de la década. Cuatro años después, dedicándose ya al 100 por cien a la literatura y con otra novela de largo título entre medio, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, Puértolas publica ahora en España Todo un verano sin Facebook.

El escritor estuvo este martes en Sabadell, y Castellar. Casualmente, la primera presentación de Todo un verano sin Facebook a escala estatal, se hizo en la Alliance Française de Sabadell, sin las alharacas habituales de un superventas, y en medio de la discreción. Antes, sin embargo, habló con iSabadell.

En Todo un verano sin Facebook usted salta el charco y se sitúa en un pueblo incomunicado en la América de Donald Trump. ¿Por qué?
Quería hablar de tolerancia, de racismo, de diferencia. La protagonista es una mujer, es negra y es obesa. Tres cosas que en el pueblo no están bien vistas. Ella va a tener que tener fuerza para ir en contra de los estereotipos y las reacciones. Es un mensaje de aceptar su diferencia y hacerse fuerte justamente por las diferencias.

La protagonista del volumen, la inspectora Agatha Crispies, tiene algo de alter ego del autor. “Hay mucho de mí, de mi filosofía de vida; mucho humor y mucha pasión por la literatura”, reconoce Puértolas, sin olvidar que Todo un verano sin Facebook es una “novela policíaca, con intriga y un asesinato que hay que resolver”.

Los tópicos, los estereotipos, están bien presentes en varias de sus novelas. En El faquir… había el gitano. Aquí la policía obesa. ¿Por qué extrema tanto los personajes?
La gente puede pensar que los personajes tan exagerados son falsos. Pero justamente así se puede combatir el estereotipo. Los tópicos me hacen mucha gracia: en todos los clichés hay una base de verdad. Lo que me gusta es poner personajes muy atípicos en mis novelas. El lector se divierte más con personajes muy diferentes del lector pero a la vez tan parecidos.

Foto portada: l'escriptor francès Romain Púertolas, a la Casa Taulé. Autor: David B.
Púertolas, en la Casa Taulé. Autor: David B.

Hay lectores que critican su humor como algo incómodo: a veces basado en defectos de pronunciación o físicos. ¿Cuál es su intención con ello?
Lo que más me interesa es la autorisión. La gente debe reírse sobre todo de sí mismo. Me río de mis defectos y cada uno tiene los suyos, sus minusvalías más o menos graves. Pero no debe ser un impedimento para luchar en la vida y conseguir lo que quieras. La gente que se toma muy en serio es la peor enfermedad en la Tierra.

En Todo un verano sin Facebook se habla poco de redes sociales y mucho de libros. La protagonista conduce sin demasiado éxito un club de lectura. Ella dice: “aquí la gente es profundamente feliz porque no tiene móvil, ni Facebook, ni internet, ni Instagram que la aparte de los placeres sencillos de la vida”. ¿Qué hemos ganado y que hemos perdido con tanta conectividad?
Facebook es una buena herramienta pero hay que usarla bien como todo. Hay que responsabilizarse. Tiene muy buena información. Te permite estar conectado con todo el mundo enseguida. Para cierta gente es una pesadilla. Pero para mí es una cosa buena. Estoy todo el día conectado.

De hecho, algunos libros los ha escrito en el móvil.
Escribo en el móvil. Me envío mails con las frases de las novelas y así voy trabajando yo. En el movimiento. No me siento en un ordenador a pensar lo que voy a escribir. Vivo mi vida, voy al restaurante, me muevo, voy al súper, hago la compra y es allí justamente donde trabajo, donde me vienes las frases que se van a leer en el libro.

Antes del boom del Faquir, ya había escrito otras novelas, pero ninguna había tenido el éxito de ser publicada.
Siete novelas. Ningún éxito. Cero.

No obstante, ahora Puértolas descarta publicar ninguna de ellas, una vez se ha convertido en un autor reconocido. Cree que si en su momento no los manuscritos no llamaron la atención, no lo merecen ahora. Además, tiene varios proyectos literarios abiertos a la vez.

Foto portada: l'escriptor francès Romain Púertolas, a la Casa Taulé. Autor: David B.
Púertolas, en la Casa Taulé. Autor: David B.

¿Qué tenía el Faquir para que su suerte cambiara?
Mi mujer lee los manuscritos. Y si le pregunta a ella le dirá que no había ninguna diferencia entre El faquir y la novela anterior, o la de antes. Supongo que es llegar en el buen momento, con la gente adecuada… es imposible de prever.

Fue un éxito que no preveía. Pensaba que el manuscrito iba a ser rechazado y que yo iba a seguir escribiendo más manuscritos que iban a ser rechazados toda mi vida. La verdad es que no estaba frustrado. Yo no buscaba ser editado, escribía como leo: soy un apasionado de la lectura. Podría estar sin hacer nada y solo leyendo durante años y años. Toda mi vida. Y lo mismo con la escritura. Escribir, escribir y escribir. Pero pasó El Faquir. Me sorprendió y cambió mi vida. Soy muy feliz.

¿De dónde proviene su vocación literaria?
Yo era hijo único. Cuando estaba en casa mis compañeros eran los libros. Mi padre me contaba historias. Las inventaba. No las leía. Por la mañana me despertaba con una historia. Él vivía en los libros y creo que es él quien hizo que desarrolle este mundo interior y que vaya creando. Tengo la necesidad de crear. Hice música, cortometrajes, escribo… tengo creaciones que salen de mí y debo expresarlas de alguna manera.

Y luego ha tocado un montón de palos: profesor de idiomas, traductor, coordinador de vuelos en El Prat, empleado de AENA, limpiador de tragaperras en Inglaterra, inspector de policía de fronteras en Francia. Además, a nivel personal, su padre fue militar y usted es francés pero casado con una andaluza, y reside en Andalucía. ¿Cómo le ha influido esta biografía a la hora de escribir historias?
Yo me aburro fácilmente. Cada dos años cambiaba de profesión, ciudad o país. Me mudé 39 veces en 42 años. Soy muy inquieto. Me encanta estudiar, hacer carreras, tener diplomas, meterme en un mundo que no conozco. No tengo miedo a dejar algo para irme a otro sector y empezar desde cero. Lo he hecho varias veces. Toda esto influye. En El faquir puse experiencias de lo que vi en inmigración ilegal. En La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel puse de la aviación, meteorología. Todo lo vivido en la vida me sirve.

Dedicatoria del autor para iSabadell.
Dedicatoria del autor para iSabadell.

¿Y en Todo un verano sin Facebook que ha volcado?
La experiencia de la policía. Contrasta mucho la policía real y la policía que se ve en las películas o en las series, que es muy alejada de la realidad. Y puse también mi gran amor a la literatura. Leí muchísimos libros para hacer esta novela, aunque mencione una sola frase o una sola palabra leí entera la novela. Soy un forofo de la lectura.

La protagonista de Todo un verano sin Facebook es crítica con determinada literatura, la de difícil digestión. Habla del Ulises de Joyce por ejemplo. En una entrevista suya hace unos años, decía que la literatura necesitaba menos complicaciones.
Pertenecer al mundo literario, ser escritor, estar en algo relacionado con el libro, hace que a la gente se la ‘vaya la olla’. Veo programas televisivos, entrevistas y a los escritores se les va la olla. Se ven como artistas. Parece que el pretexto es ser incomprendido, muy poético, irse por las ramas y hablar de metafísica. Hay un esnob literario en Francia. Se diferencia entre cultura y subcultura. Para mi no hay barreras. Pero hay que ser sincero con la cultura de cada uno: yo pongo muchas referencias y soy una mezcla de referencias: puedo leer a Víctor Hugo y ver Pekín Express a la vez. Hay mucha gente que no lo asume y así quiere darse más importancia. ¿Qué es un clásico? Lo que alguien dice que es un clásico. No hay más que eso. La lectura es algo personal, te puede gustar un libro y a otro no. O te puede gustar una novela ahora y después no.

¿A título personal qué representó para usted el boom vivido con El faquir?
Ha sido un cambio en mi vida brutal. De un día para otro, tienes una situación financiera más que confortable y ya te dedicas solo a escribir historias, compartirlo con la gente y viajar por el mundo entero. La gente no sabe que la vida de un escritor que tiene un pequeño éxito se basa en la promoción mundial si tienes la suerte de ser publicado en varios idiomas. Para mí es una felicidad extrema porque me aburro fácil y necesito cambios, movimiento, aprender idiomas… eso me viene de perlas.

¿Ningún peso, ningún miedo, nada de pensar que después del éxito del Faquir tiene que vender mucho para no fracasar?
Cuando conocí el exitazo pensé que a partir de ahí solo podía tener menos éxito. Tuve la adaptación cinematográfica, el teatro, el cómic… todo. Pensé que solo podría ir a menos. Pero escribo lo que me gusta. Mi editor me publica lo que a él le gusta. Y obviamente siempre pienso que quizás mañana no tenga éxito. Pesa un poco, porque el arte es aleatorio. Un día estás arriba y otro abajo. Lo acepto. Tengo 42 años, entré en el mundo literario con 37 y ya no era un niño. Sé cómo van las cosas y la vida. Si un día hace falta cambiar, cambiaré. Estoy acostumbrado.

La versión cinematográfica del Faquir ha salido en mayo en Francia. Llegará en octubre a España. ¿Qué aportará?
La película es complementaria a la novela, desarrolla unas cosas que no pude desarrollar en la novela. No quería una fotocopia literal del libro. Quería una plusvalía para el lector que conociera la novela.

Foto portada: Puértolas, en la sede de la AF Sabadell, este martes. Autor: David B. 

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