ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas. Sociólogo
Cuando un sistema bipartidista da paso a uno más plural se hace imprescindible gestionar la diversidad mediante alianzas, buscando las complicidades necesarias para gobernar. De lo contrario, el fracaso es inevitable. Un ejemplo es el del Partido Popular (PP), que, en lugar de entender el mensaje de las urnas, decidió aliarse con el partido de extrema derecha Vox. Esta decisión, debido al rechazo de la mayoría de la sociedad y de otros partidos con representación parlamentaria, le impidió alcanzar acuerdos con otras formaciones políticas. Por ello, la afirmación de Feijóo de que no es presidente porque no quiere es una sandez.
Esto no exime la necesidad de ser coherente al seleccionar aliados políticos, valorando los factores relevantes y el contexto en el que se toman las decisiones. El criterio más común (o debería serlo), es la afinidad ideológica. En general, y en España, esto se traduce en dos grandes bloques: izquierda-progresismo (PSOE-SUMAR-Podemos) frente a derecha-extrema derecha (PP-VOX-SAF), con la particularidad de los nacionalismos periféricos, con partidos de derecha (PNV y Junts) y de izquierda (Bildu, ERC y BNG), además del supremacismo extremo de Aliança Catalana.
En cualquier caso, un gobierno de coalición que se precie debe sustentarse en un programa que será el resultado de la correlación de fuerzas. No hay otra. Y de ello deben ser conscientes el partido que ejerce de “pal de paller” para conformar gobierno y los que, siendo minoritarios, son imprescindibles para ello.
Desde una perspectiva progresista, hablar de un programa implica abordar temas sociales, culturales, políticos y económicos, como la justicia social, la igualdad de género, el progreso sostenible, la defensa de los servicios públicos, sociales y las pensiones, de un sistema fiscal progresivo, de la regeneración democrática contra el ascenso del neofascismo y sus bulos y la depuración de elementos neofranquistas en el Estado, en el poder judicial, FF.AA etc., y la corrupción política y económica, entre otras.
En Catalunya, las negociaciones han dado lugar a un acuerdo entre PSC, ERC y Comuns, que rápidamente ha sido demonizado por la derecha-extrema derecha españolista (PP-VOX-SAF) bajo la milonga de que “España se rompe” y por Junts y sus adláteres, porque “no es uno de los nuestros”, creando un frente común de facto para forzar el fracaso del Govern desde el minuto cero, escenificando esperpentos como el sainete de Puigdemont que, al igual que Feijóo, no acepta el resultado de las urnas y se empecina en hacer el ridículo con una grotesca y pretenciosa asonada intentando reventar una investidura democrática en contra de la voluntad del “poble català” y reclamando nuevas elecciones (lo mismo que Feijóo en España). En realidad, la farsa es otro episodio del interminable combate electoral con ERC. Nada nuevo bajo el sol.
En este contexto, sorprende que en Sabadell, el PSC, a pesar de contar con mayoría absoluta en el gobierno municipal y tener varias opciones -desde gobernar en solitario con acuerdos puntuales hasta formar un gobierno de izquierda progresista con partidos como ERC y/o Comuns, haya decidido inclinarse hacia la derecha al aliarse con Junts, un partido cuyas élites y bases lanzan improperios de todo tipo contra el PSC en general e Illa en particular y defienden propuestas distintas a las progresistas.
Es cierto que los potenciales aliados del PSC han llevado a cabo en los últimos años una oposición caracterizada por ataques más personales que políticos dificultando acuerdos, sin embargo, si el arte de la política consiste en hacer posible lo necesario y en un mundo convulso que clama por referentes claros (algo especialmente difícil en el maremágnum actual), lo exigible como aportación a nivel local sería encontrar puntos de encuentro entre formaciones políticas ideológicamente afines, evitando un eclecticismo ideológico que, invariablemente, siempre favorece a la derecha. Rectificar es de sabios y hay tiempo para hacerlo.
Foto portada: el sisè tinent d’alcaldessa i portaveu de Junts, Lluis Matas, i l’alcaldessa de Sabadell, Marta Farrés, tot just després de signar el seu acord, el passat mes d’octubre. Autor: Ajuntament.