Esta semana, y ya van unas cuantas seguidas, vamos a referirnos a la enésima cortina de humo de Rajoy y Mas para desviar nuevamente la atención por unos días sobre su inacción y la incapacidad de sus gobiernos respectivos. La última batallita es sobre el tamaño de un país y de la relación e importancia de éste dependiendo del mismo en Europa: ¿el tamaño importa?.
La respuesta es muy sencilla, aunque ellos parece que prefieren no verlo así: Europa tiene países grandes y pequeños, pero su dimensión no es en absoluto garantía alguna de ser más o menos importantes en el concierto del viejo continente.
La relevancia e influencia de un país en Europa no tiene nada que ver son su tamaño y sí con su calidad de vida, su estabilidad jurídica, su historia, su cultura, su potencial, etc. ¿Acaso Francia es un país pequeño? ¿a los galos no les ha afectado la crisis?. Y en el caso de Holanda, por ejemplo, ¿no es uno de los referentes y espejos en el que mirarse como ejemplo de sociedad del bienestar que todos deseamos?.
En resumen y con el mayor de mis respetos si es que a estas alturas me merecen alguno, el mismo que nos profesan: ni grande ni pequeño ni mediano ni bajo ni claro ni negro ni blanco. Lo que hace falta es hablar mucho menos y hacer sólo, tampoco es mucho pedir, aunque sea un poquito más. Un poco en favor de la credibilidad, del empleo, de la sanidad, de la educación, de los servicios públicos, de la sociedad del bienestar, en definitiva.
¿Se imaginan a las familias que no llegan a final de mes y que se encuentran asfixiadas económicamente ante el pago de su hipoteca, si se negaran a pagar el recibo al banco porque el contrato está redactado en una u otra lengua, porque su entidad bancaria o el piso en cuestión es más o menos pequeño? ¿Cuál sería la respuesta y las consecuencias?
Siento expresarlo así de claro y directo pero a estas alturas lo que hace grande o pequeño, lo que hace que un país vaya bien… tiene que ver en parte por la capacidad de sus líderes políticos y yo lanzo un nuevo debate ya que por lo visto de eso se trata: ¿la altura política de Rajoy y Mas y de sus gobiernos es la que merecen España y Cataluña en estos momentos? Ni Rajoy quiere entenderse con Rubalcaba ni Mas con Rajoy y, entre unos y otros, una semana sí y otra también, el resto observamos con gran asombro y pequeñas esperanzas, por lo de jugar con lo de grande y pequeño, cómo son incapaces de encontrar soluciones reales, ni tan solo de legislar ni de trazar una hoja de ruta con unas mínimas garantías más allá de enzarzarse en auténticas tonterías que merecen el mayor de nuestros desprecios.
Para ir avanzando o, al menos, para aparcar este estéril enésimo debate yo resumiría que Cataluña tiene un gran potencial, sin duda, y que para los que somos catalanes y los que han pasado a serlo como uno más por residir en ella, lo mejor es que lideremos el conjunto de España y de Europa, pero desde una relación de igual a igual con España.
A estas alturas no estamos para grandes aventuras, ya vendrán tiempos mejores y serán otras las prioridades. Pero para viajar, primero hace falta estabilidad económica y confort, ¿o no? E insisto ¿tenemos de todo o más bien la mayoría no tenemos de nada? Me gusta viajar, ¿y a quién no?, pero en estos momentos tengo los pies en el suelo y, por mucho que a otros les interese fomentar este desencuentro por sus intereses partidistas, que no cuenten, al menos, con mi pasaje ni con el de muchos otros, cada vez más, por cierto. No compro, no me convencen y creo que el debate real en estos momentos es si ellos son políticos y líderes grandes o pequeños. Yo tengo mi opinión pero es sólo mía. Eso sí yo soy el líder de mi opinión y con ella me quedo y cada vez y a las muestras me remito, mucho más convencido.
No se trata de convencer a nadie simplemente de pararse a pensar un minuto si con la que está cayendo y cuando se escucha según qué discusión o qué argumentos no se le ponen a uno los pelos de punta y que, más que de grande o pequeño, lo que deberíamos hablar es de medio…cridad de unos presidentes incapaces de generar ni tan sólo un mínimo de credibilidad, confianza y sensatez en su continua cascada de sandeces.
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