El miércoles 4 de agosto ha fallecido tras una larga enfermedad Antonio Trives. Trives fue el único concejal que acompañó a Antoni Farrés en los 20 años (1979-1999) que ejerció la alcaldía.
Antonio Trives Manresa nació en Callosa de Segura (Alicante) en 1936. Hijo de una familia católica y comunista. Su padre estuvo en prisión hasta 1946. A los 18 años se trasladó a Sabadell, aunque al poco residió una temporada en Sant Quirze, hasta que se instaló definitivamente en el barrio de Els Merinals donde ingresó en la Asociación de Vecinos. En Sabadell trabajó en la empresa COMES de maquinaria textil destinada a la exportación, perteneciente al grupo del alcalde Marcet y donde ingresaría en CC.OO. Ahora bien, sus primeros pasos en la lucha antifranquista fueron en el ámbito del catolicismo progresista de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Conoció a Farrés en 1962, cuando el futuro alcalde era catequista y Trives presidente de la Congregación Mariana de la HOAC.
Tras convertirse en un líder del movimiento vecinal, ingresó en el PSUC donde estrechó relaciones políticas y personales con Antoni Farrés quien le ofreció ir en las listas en las primeras municipales tras la caída del franquismo.
Lugarteniente fiel
Durante los dos primeros mandatos ejerció de teniente de alcalde de Gobernación donde tuvo un papel destacado en la creación de la cooperativa de Transport Urbà de Sabadell (TUS) y en la concesión del servicio de los autobuses de la ciudad. Una operación que no estuvo exenta de fuertes enfrentamientos con el anterior concesionario, Autobuses Martí, cuyos trabajadores llegaron a ocupar dependencias municipales durante tres meses. Asimismo, tuvo un gran protagonismo en el cambio de relación con la Companyia d’Aigües de Sabadell (CASSA) a fin que ésta presentara adecuadamente sus cuentas y diera un servicio adecuado a los barrios de la ciudad. También, junto con Àngel Abad, procedió a la reorganización y democratización de la Policía Municipal.
Posteriormente, desempeñó responsabilidades de gobierno en las áreas de Servicios Municipales, Salud, Servicios Sociales y Participación, donde realizó reformas en la gestión de residuos y del Cementerio Municipal. Respecto a su relación con Farrés, manifestó en la entrevista que concedió a Manuel Foraster en el libro Antoni Farrés i Sabater, tal com l’hem conegut:
En terminología militar se puede decir que yo era una lugarteniente fiel, pero cuando creía que el Toni no hacía las cosas bien se lo decía con toda claridad, y no se enfadaba”.
En 1999 abandonó junto con Farrés la política municipal y trabajó como representante de una firma comercial hasta su jubilación con 66 años. En 2015 recibió la Medalla de Honor de Sabadell. Sus honras fúnebres tendrán lugar el viernes 5 de agosto a las 11:00h en el Tanatorio de Sabadell.
El meu condol a la família, si, crec que va ser un polític honrat, no és just aquest comentari que massa vegades s’escolta que tots els polítics son una colla de lladres, no és pas veritat això, afortunadament hem tingut polìtics honrats en tenim i en tindrem.
gràcies per la feina feta sr.Trives
El Farres catequista y el Trives presidente de la congregación mariana, Dios los tenga en su Gloria. No puedo decir que me haya sorprendido ni quedado de piedra como se quedó mi padre, viejo comunista de la lista de desafectos, cuando en la transición volvió de Rusia Dolores Ibárruri, La Pasionaria, jactándose que ella de joven se había educado en un colegio de monjas, al fin y al cabo hay gente que considera el comunismo como una ramificación herética del Cristianismo.
Seguro que la lista de 1979 la hizo Farrés? No la haría el Comité Local del PSUC?
Antoni Trives ha estat un referent de servei públic, honestedat, rigor i valentia en la defensa de l’interès públic.
El vaig conèixer quan ell ja era un regidor “veterà”. Mai he vist en ell prepotència ni paternalisme.
És molt dificil destacar com a regidor , i més a l’ombra d’un Alcalde tan carismàtic com Antoni Farrés ….A Trives ho ha aconseguit . Els seus fets avalen una gestió municipal impecable.
La seva lleialtat a A Farrés, mai va ser servilisme, sinó complicitat i unitat davant les necessitats de la ciutat.
Crec sincerament que es un dels regidors de l’etapa democràtica que mereix ser destacat.
DEP
Llamar “Lugarteniente Fiel” al sr Trives es una manera elegante de describir al principal suboficial cipayo que ha tenido esta ciudad desde 1979. Los comunistas son gente de órden y así lo hicieron notar a principios de los años 80, con una ciudad sumida en el caos del hundimiento del textil, con unos barrios que hasta entonces habían tenido mucha vida y que de reprente se vieron criminalmente inundados por la droga dejando fuera de juego a toda esa generación de jóvenes retratada en la pelìcula del 79 “La quinta del porro”. Los comunistas fueron un factor de estabilidad y su lider Farrés una garantía para según que gente de que las cosas no se saldrían de madre. Lo primeto que hicieron fue acabar con los anarquistas. Otro factor de estabilidad fue el evitar las ocupaciones de viviendas de maestros por parte de los gitanos (tema este hoy totalmente fuera de control). La construcción del Mercado de Can Gambús en medio de un descampado, que sólo se llegó a urbanizar mas de 20 años después, llevó a la ruina a muchas familias trabajadoras que habían capitalizado el paro, hecho que se repitió años después en la operación “Llar Center” previo a la huída a San Cugat del Banco de Sabadell, auténtico impulsor de todo el fiasco del Eix Maciá. A los suboficiales cipayos se les licencia cuando dejan de ser útiles, cosa que a Trives le ocurrió tras la “desubicación” del gran timonel en el camino a Damasco y su retorno al orígen, es decir al Banco. EPD.
Muy cierto, estimada Marta.
Quedaria un detalle importante, a referenciar. Como suboficial de reclutamiento e instructor, Trives fue quien formó el actual aparato burocrático-municipal, que de tan puntal del régimen incluída la fase Bustos y ahora más que nunca constituye el poder político más influyente de la ciudad. A sus contratados siempre más o menos enchufados por afines, y sobre todo fieles, más que competentes, Trives les presumía sin embudos de haberles puesto fáciles las pruebas de sus concursos de selección. A Trives, pues, hay que atribuirle a nivel de ejecutor algo de responsabilidad en cuanto al estado de abandono que asola las calles de la ciudad, a la falta de visión y capacidad de gestión de ese aparato, parasitario y por ello ineficiente, y a la miseria y pacatez, más cutre aún que la de cualquier centro parroquial, que delata la cultura oficial sabadellense. A diferencia de sus sucesores, Trives fue honrado a su manera, y desde luego coherente. Pero al caso, más una rémora que una virtud.
Recuerdo a Trives transmitiendo entusiasmo cívico. Interpretando tareas poco gratas y temas poco motivadores (aguas y basuras, entre las tardías) como un compromiso de servicio al bienestar común, especialmente atento por los que más carencias padecían. No desde una institución superior y ajena a la ciudadania. Requiriendo el debate, la comprensión y la movilización de los de abajo para ir diseñando un mundo mejor, con la dirección y el impulso de quienes más precisan de la acción colectiva.
Quizás fue vuestra “escuela” de la HOAC, que sin participar en vuestras creencias aprendí a respetar por la experiencia de compromiso vital de un puñado de quienes pasaron por ella y conocí en unas u otras organizaciones. O tal vez por la universidad de ciudadania que fueron nuestras asociaciones de vecinos. Superar aquella realidad gris y opresiva fue posible por cuantos nos hicieron crecer como personas buscando lo mejor de cada uno. Cuando todo era gris, en Sabadell se gestaron destellos de rebeldía que desde lejos se veían como un faro de valentia cívica, desde mucho antes de 1976-1979, pero también después. Ojalá nuestro presente nos hiciese acreedores de un respeto y deseo de emulación exteriores como entonces.
Deseo que el paraíso en el que creíste te tenga abiertas sus puertas, como mereces (aunque mi agenda personal carezca de págines tras mi incineración).
En cuanto a las opiniones de Juanitu y Marta… cada cual recrea su presente y su memoria de acuerdo con su personalidad. Pero estoy seguro que Trives hubiese intentado convenceros para esfuerzos más generosos con cuantos lo precisan, aunando voluntades desde el respeto a las ideas íntimas de cada uno.
De aquellos polvos … vinieron estos lodos.
El sr exsuquero nos cuenta la película como si antes del 79, antes del Catequista Farrés y del Presidente de la Congregación Mariana Través, Sabadell hubiese sido sólo una ciudad gris y triste sumida en las tinieblas, y que fueron ellos los que mandaron separar las aguas de la tierra y el día de la noche, que dijeron hagase la luz y la luz quedó hecha. No son esos los recuerdos que yo guardo del Sabadell anterior a Farrés. Era yo un joven trabajador de 14 años del textil (un aprendiz) y no son esos mis recuerdos. En una cosa si que tiene usted razón, había mucho barro en los barrios cuando llovía, pero también había mucho ambiente. La juventud trabajadora, gracias a “las horas” podíamos disponer de nuestro peculio propio distinto del sobre de la semanada, que ese lo entregámbamos en casa. En cuanto al ambiente, sólo en Can Oriach teníamos tres cines, el Goya, el Avenida y el Kennedy; una discoteca, el Dubois, de lo mas moderno de la época, dos impotantes y modernos bares ingleses, la Quinta Esencia y el Griffin (este último parece que aun existe) así como el Mesón de la calle Guillerias, hasta el extremo que Can Oriach, que algunos hasta entonces llamaban la ciudad sin ley, había devenido tan moderna en sus divertimentos, que era la juventud del centro y no al revés, la que se desplazaba a estos lugares de ocio de la juventud trabajadora. En la Creu de Barberá la situación era similar. El resto de barrios también tenían sus cines y locales de diversión, naturalmente no existía el engendro de la Zona Hermética, e incluso en el Centro, en la calle Gracia, teníamos nuestro propio corte inglés, el modernismo Europrix, con su cafetería en la última planta, que nada tenía que envidiar a los mejores locales de Barcelona. La ciudad crecía y nadie se planteaba la cosa esa de “la integración”, eso vino después, cuando tras la crisis (aquella) desapareció el pleno empleo, entoces vino el catalanismo, el engendro ese que aun perdura, que ha conseguido la separación cultural definitiva entre el centro y la periferia como si de dos ciudades distintas se tratase. Eso se lo debemos a la impagable colaboración de la suboficialidad cipaya.