El alcalde Marcet ante el monumento de la Cruz de los Caídos con motivo del noveno aniversario de la "liberación" de Sabadell (27 de enero de 1939).

Marcet y la ‘Operación mandos rojos’ para el sindicato vertical

En la primera postguerra el alcalde Marcet intentó desde Sabadell una operación de ámbito estatal con el objetivo dotar de una cierta base de masas y credibilidad al sindicato franquista. La operación concluyó en un sonado fracaso ante la negativa de la mayoría de los anarcosindicalistas a colaborar con la dictadura.

La ocupación de las tropas franquistas de la ciudad, el 27 de enero de 1939, comportó la incautación de todos los locales de las organizaciones políticas, culturales, cívicas y sindicales que habían apoyado a la República. De este modo, la sede de la Federació Local de Sindicats (FLS), adscrita a la Unión General de Trabajadores (UGT), conocida popularmente como l’Obrera, en la calle de l’Estrella, fue ocupada desde el principio por la Central Nacional Sindicalista (CNS). El 26 de febrero de 1943 la Comisión Calificadora de Bienes Sindicales Marxistas la declaró propiedad de la Delegación Nacional de Sindicatos de la FET y de las JONS.

A los trabajadores se les negó el derecho a organizarse independientemente y fueron encuadrados en los 28 sindicatos verticales, según la actividad económica, siguiendo el modelo de relaciones laborales corporativas de la Italia fascista. De este modo, en el mismo aparato sindical figuraban empresarios, técnicos y obreros, denominados eufemísticamente “productores”.

En principio, la dirección del sindicato vertical en Sabadell fue ostentada por dirigentes falangistas. Santiago Figueras fue nombrado secretario y Josep Mogas Clusellas delegado comarcal, el cual pronto sería sustituido por Josep Maria Marcet. Gabriel Bracons Singla fue el responsable de prensa y Francesc Barata Solé, inspector.

La actuación de la CNS como sindicato obrero fue prácticamente nula y en connivencia con los empresarios. Los salarios descendieron a los niveles de 1936, eso cuando los precios se habían incrementado en un 50 por ciento, se reintrodujo la semana laboral de 48 horas y la obligación de las horas extraordinarias, algunas gratuitas como “contribución personal al Estado” o “reparación de daños” a la industria durante la guerra. Los sueldos eran tan bajos que apenas se llegaba al mínimo de subsistencia y la mayor parte del mismo se destinaba a cubrir la alimentación. La desnutrición, unida a las interminables jornadas laborales, propició el caldo de cultivo para la extensión de la tuberculosis. La Cámara de Comercio de Sabadell y la federación de empresarios de Terrassa expresaron su preocupación por el escaso rendimiento de la mano de obra como resultado de la desnutrición y advirtieron del aumento de la tuberculosis entre sus obreros. De hecho, el escaso éxito de atraer a los trabajadores al sindicato vertical determinó que, en 1942, se instituyese la afiliación obligatoria.

Josep Maria Marcet, un hombre políticamente muy inteligente, pronto percibió que en una ciudad industrial y con una larga tradición de luchas obreras que el sindicato vertical debía tener una cierta base de masas y capacidad de interlocución con los trabajadores. Ya en fecha tan temprana como abril de 1939, a través del delegado de prensa y propaganda, se captó a Manuel Laudo Mateo y Eugeni Junyent Prat que había sido secretario de Ferran Peralta en la sección de Directores y Auxiliares de la Industria Textil de laUGT. También se hizo lo propio con Joan Bautista Mañosa que había sido subsíndico del primer ayuntamiento republicano y que había sufrido torturas por recoger fondos para los presos del 6 de octubre de 1934.

No obstante, a pesar de estos esfuerzos, como indica Andreu Castells, estos llamamientos no tuvieron éxito entre los obreros y en su inmensa mayoría los nuevos afiliados a la CNS fueron burgueses y empresarios. En consecuencia, Marcet ordenó al agente franquista Tena el Gran a buscar sindicalistas en el exilio o en los campos de concentración franceses. La operación no obtuvo los resultados esperados. El mismo Castells entrevistó al citado Ferran Peralta que regresó a Sabadell a finales de 1939.

Marcet era molt estricte, estava disposat a salvaguardar els sindicalistes i a col·locar-los a llocs de comandament a la CNS o a casa seva, cosa que va fer; només posava com a condició que no tinguessin les mans brutes de sang. Els treballs per la captació de sindicalistes els fèiem junt amb Pere Sisquella i això motivà que fossin titllats de falangistes per molta gent d’esquerra”, aseguró. Pero los trabajos de captación del equipo de Peralta no dieron los resultados apetecidos.

Girón de Velasco, padrino con Marcet de la 'Operacíon mandos rojos para la CNS'
Girón de Velasco, padrino con Marcet de la ‘Operacíon mandos rojos para la CNS’

En 1940, Antonio Federico de Correa y Véglison fue nombrado gobernador civil y jefe de partido único de la provincia de Barcelona. Aristócrata, militar y falangista de primera hora, pronto compartió las ideas de Marcet de utilizar a viejos sindicalistas como dirigentes del sindicato vertical. El movimiento se llamó ‘Operación mandos rojos para la CNS’.

Según Castells y el historiador británico Sebastian Balfour ambos convencieron al ministro de Trabajo y delegado nacional de excombatientes, José Antonio Girón de Velasco, de la conveniencia de dicha operación en la visita que realizó a Sabadell en octubre de 1941. Marcet le dedica al tema el capítulo 14 de sus memorias, titulado Primera visita de un ministro a Sabadell. Una visita motivada “para hacerse cargo, directamente sobre el terreno, de los problemas que, relacionados con su departamento, afectaban a la ciudad.” Marcet añade que “con motivo de su visita dispuse que toda la industria sabadellense interrumpiera su jornada una hora antes de la prevista para la llegada del ministro. A dicha hora la plaza de San Roque era un auténtico hervidero humano”. La llegada estaba prevista a las 11 de la mañana y el ministro no llegó hasta las 13 horas con lo cual la espera se prolongó durante tres horas. Se justificó el retraso alegando que Girón de Velasco se había detenido para visitar el local de los sindicatos y la Jefatura Local del Movimiento, ubicada en la Rambla, en el actual Casal Pere Quart.

En el Ayuntamiento, Marcet le impuso la Medalla de Plata de la ciudad. Posteriormente se visitaron diversas fábricas y dos exposiciones. Una sobre los proyectos de creación de nuevas industrias y otra de gráficos con datos estadísticos sobre el “entonces implantado régimen de aumento de salarios en especie, iniciado por la industria textil sabadellense, y para el cual tuvo el ministro frases encomiásticas”. También, se otorgó la misma distinción al comandante José Salas.

“Héroe de Belchite y una de las figuras más extraordinarias de la Cruzada (…) que ha tenido siempre grandes amistades en nuestra ciudad”, según la calificó Marcet.

Al parecer Girón de Velasco informó a Franco de esta operación a la que el dictador dio su aquiescencia. Tanto es así que, como indica Balfour, Girón y Marcet enviaron “emisarios secretos” al exilio para intentar atraer a sindicalistas, especialmente de la CNT. En este sentido, autores como el propio Balfour e Ignasi Riera han apuntado a cierta similitud entre la retórica anticapitalista y obrerista de la primera Falange con el discurso revolucionario del anarcosindicalismo. De hecho, José Antonio Primo de Rivera consideraba la central anarcosindicalista como una organización profundamente española a diferencia de los comunistas teledirigidos desde Moscú. Prueba de ello es que la Falange copió los colores negro y rojo de la CNT en la bandera del partido. Según Balfour la misión de estos emisarios resultó un fracaso.

“Marcet tuvo mejor suerte más cerca de casa. Haciendo uso de sus muchos contactos entre el funcionariado consiguió reunir algunos antiguos sindicalistas del textil liberados de la cárcel y les dio empleo en la empresa, probablemente a cambio de que colaboraran” con el sindicato vertical.

El propio Marcet alude a ello en sus memorias:

“La vitalidad social de Sabadell tenía su más fiel y nutrida representación dentro del sindicalismo local, en los elementos sindicalistas llamados ‘trentistas’, que había dirigido el líder obrerista Ángel Pestaña, cuya doctrina, de sindicalismo puro, encajaba mucho, en el fondo, con la que propugnaban las JONS. El mismo José Antonio tuvo amplios contactos con los trentistas”.

Respecto a los contactos entre el fundador de la Falange y Pestaña, o Marcet está mal informado o miente deliberadamente. Ciertamente, José Antonio intentó entrevistarse con Pestaña, pero este se negó a ello.

El caso de Ricard Fornells  

El caso más notable de captación al sindicato vertical fue el de Ricard Fornells Francesc (1895-1950) que había sido en 1918 secretario de la Federació Local de Sindicats (FLS) de Barcelona de laCNT y que formó parte en 1924 del consejo de redacción de su órgano de prensa Solidaridad Obrera. En agosto de 1931 fue uno de los firmantes del Manifiesto de los Treinta del sector moderado de la CNT contrario a las tesis insurreccionales de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). 

Ficha de prisión de Ricard Fornells
Ficha de prisión de Ricard Fornells

El año 1932 se instaló en Sabadell donde fue el líder del Partido Sindicalista, fundado en 1934 por Ángel Pestaña. Aquí dirigió la Escuela del Instituto Pedagógico Cultura y Solidaridad sustituyendo al pedagogo Edgardo Ricetti, expulsado del mismo por su militancia en la FAI. Asimismo desempeñó tareas docentes en el colegio Cultura y Solidaridad y en el Ateneu de Divulgació Social de la FLS. En 1936 ingresó en la UGT a la cual se había adherido la  FLS de Sabadell. El 17 de octubre de 1936, con la constitución del nuevo Ayuntamiento, fue elegido presidente de la asamblea municipal al tiempo que Josep Moix era designado conseller en cap, equivalente al cargo de alcalde. En septiembre del 1937 fue elegido presidente de la Federación Catalana del Partido Sindicalista.

En el exilio, Fornells fue tanteado por los emisarios de Marcet. El líder anarquista Abel Paz cita el documento firmado en diciembre de 1940 en el cual autoriza a los miembros de su partido a realizar “cuantas gestiones estime pertinentes para contactar en Barcelona, desde luego relacionadas con la repatriación de todos mis amigos y ex correligionarios”. En un anexo se proporcionaban cuatro direcciones para realizar contactos en Sabadell, Barcelona y Perpiñán. En 1941, volvió a Barcelona, donde intentó llegar a acuerdos con el sindicato vertical a fin de que ingresasen militantes trentistas de la CNT, pero que no llegaron a buen puerto. Según Paz, Fornells se vendió a los franquistas, tras abandonar a su familia, para poder estar “con una de sus jóvenes alumnas”. 

En la capital catalana probó sin éxito sobrevivir dando clases particulares y se trasladó a un pequeño municipio de Girona donde fue detenido y encarcelado durante seis meses, después de los cuales fue conducido a la cárcel Modelo de Barcelona. En el Consejo de Guerra, celebrado en 1942, Marcet compareció, vestido con el uniforme de oficial del ejército franquista, y testificó en su favor tal y como escribe en sus memorias.

“Ya desempeñando mi cargo en la alcaldía estuve en relación con varios destacados elementos locales, antiguos afiliados a este grupo (los trentistas). Uno de ellos, quizás el de mayor personalidad, fue Ricardo Fornells, en cuyo favor presté declaración personalmente en un Consejo de Guerra que se le siguió en Barcelona y tuve la satisfacción de verlo exculpado y puesto en libertad. También estuve en contacto con otros elementos destacados como Marín, Soler y otros más”.

Marcet atribuye a “esta política de sinceridad y digna captación de unos hombres que adscritos a distintas ideas políticosociales, tenían con nosotros un noble proceder” el hecho que Sabadell no se produjeran las movilizaciones de la Huelga de los Tranvías (1951) que partiendo de Barcelona, se extendieron por toda la provincia, incluyendo a la vecina Terrassa.

En cualquier caso, Fornells, murió miserablemente en Barcelona en 1950 abandonado por sus compañeros anarcosindicalistas.

Operación fracasada 

Tampoco tuvieron éxito las gestiones de Girón de Velasco para atraer a ex sindicalistas. Quizás el caso más terrible fue el Joan Peiró, que había sido secretario general de la CNT entre 1922 y 1923 y que también fue uno de los firmantes del Manifiesto de los Treinta. Escindido de la central anarconsindicalista, reingresó en ella en 1936 y fue durante la guerra civil ministro de Industria en el gobierno de coalición, presidido por Francisco Largo Caballero. Exiliado en Francia tras la derrota republicana, a principios en enero de 1941, el ministerio de Asuntos Exteriores franquista solicitó su extradición que le fue concedida el día 19 del mismo mes, contraviniendo la legislación francesa e internacional.

Joan Peiró, fusilado por el franquismo después de rechazar dirigir el Sindicato Vertical.
Joan Peiró, fusilado por el franquismo después de rechazar dirigir el Sindicato Vertical.

El motivo de su extradición fue convencerlo para que ejerciese un cargo dirigente en los sindicatos verticales. Trasladado a la Dirección General de Seguridad de Madrid fue interrogado y torturado. Se inició contra él un proceso que excepcionalmente fue aplazado. Conducido a Valencia, en abril de 1941  se le reiteró la oferta y continuó el juicio sumarísimo en diciembre del mismo año. A su favor declararon miembros de congregaciones religiosas y oficiales del ejército que destacaron su labor para salvarles la vida. También, lo hicieron Francisco Ruiz Jarabo, director general de Trabajo, y Luis Santa Marina, fundador de Falange en Barcelona, quien le volvió ofrecer colaborar con el sindicato vertical a cambio de salvar la vida. Su negativa determinó que fuese declarado culpable, el 21 de julio de 1942, y condenado a muerte, siendo fusilado tres días después junto a otros seis cenetistas en el campo de tiro de Paterna. Al conocer la sentencia de muerte, manifestó: “Con mi muerte, me gano a mí mismo”.

Los intentos de captar militantes cenetistas continuaron en 1942 cuando José Solís Ruiz, delegado nacional de sindicatos, se entrevistó con 800 anarcosindicalistas de los cuales solo unos pocos aceptaron colaborar. En 1947 se hicieron más esfuerzos para captar a líderes encarcelados de la CNT, como Lorenzo Íñigo y Enrique Marco Nadal, a los cuales se les ofreció a cambio de su colaboración que se cambiaría la denominación del sindicato vertical por el de CNT y se liberarían todos los presos políticos. Incluso se les prometió que el mismo Franco estaba dispuesto a firmar el acuerdo tras el cual se emitiría un comunicado conjunto. La propuesta fue rechazada y la operación concebida por Marcet cayó en el olvido. 

Bibliografía

BALFOUR, Sebastian. La dictadura, los trabajadores y la ciudad. El movimiento obrero en el Área Metropolitana de Barcelona (1939-1988). Edicions Alfons el Magnànim, València, 1994.
BERENGUER, Arnau. https://historiadesabadell.com/2019/01/06/fornells-i-francesc-ricard/
CASTELLS, Andreu. Sabadell, informe de l’oposició. El franquisme i l’oposició sabadellenca (1939-1976). Ed. Riutort, Sabadell, 1983.
GARCÍA BIRLAN. P (pseudónimo de Andreu Castells). Operación mandos rojos para la CNS. Can Oriac, abril-mayo, 1974.
MARCET COLL, José María. Mi ciudad y yo. Veinte años en una alcaldía (1940-1960), Duplex, Barcelona, 1963.
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PEIRÓ, Joan. Escrits (1917-1939). Edicions 62, Barcelona, 1975, Selecció de textos i introducció de Pere Gabriel.
DD.AA. La República i la Guerra Civil. Sabadell 1931-1939. Ajuntament de Sabadell, 1986.

Foto portada: El alcalde Marcet ante el monumento de la Cruz de los Caídos con motivo del noveno aniversario de la “liberación” de Sabadell (27 de enero de 1939).

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