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Opinió de Francesc de la Torre: ‘Tolerància cero a la corrupción…y a la difamación’

Desgraciadamente y en un momento en el que las necesidades sociales son mayores y más urgentes a medida que se agudiza la devastadora crisis económica que afecta a las familias españolas y catalanas desde el año 2007, la prensa y la mayoría de los partidos políticos han instalado en nuestras casas y en sus agendas los debates del soberanismo y de la corrupción de forma prioritaria.

Pero es obvio que no podemos dar la espalda a los temas que afectan y calan en el colectivo social, si bien, no estaría de más no perder la perspectiva en el sentido más estricto de la palabra.

Concretamente sobre el tema de la corrupción que ha dejado en un segundo plano, en estos momentos, al tema de la soberanía. Creo que todos de forma inexorable estamos de acuerdo en la necesidad de endurecer las penas como medidas disuasorias y en la apuesta decidida por el consenso político-jurídico-ético y social en favor de la tolerancia cero ante la misma.

Ahora bien y al margen de las medidas y los cambios en las leyes de transparencia, electorales y de regeneración democrática en general que se están barajando estos días como posibles soluciones a esta denunciable práctica. Creo que no menos importante y a tenor de los ‘espectáculos mediáticos’ y de los ‘juicios paralelos’ que estamos viendo, de las difamaciones que estamos leyendo y de las opiniones interesadas que estamos oyendo, es el perseguir y no dejar impunes algunas falsas acusaciones, las difamaciones y la manipulación que acompaña a algunos casos concretos.

No se puede tratar a todos por igual, ponerlos en el mismo saco o nivel, o sacarlos en la misma foto. No es lo mismo hablar de Gürtel, Pallerols, Palau y algunos otros ejemplos de corruptelas ya judicializadas y enjuiciadas, que otros presuntos casos todavía por demostrar como por ejemplo los casos Bárcenas, ITV y Clotilde.

Y no incluyo expresamente en esta enumeración el denominado ‘caso Mercurio‘ que afecta a Sabadell porque evidentemente y a estas alturas ya ningún medio lo trata en el mismo nivel, una vez demostrado que ni trama ni corrupción, al menos, por lo que salió en las portadas, que era la presunta vinculación de su alcalde y de su entorno.

Pero sí quiero poner el acento en este caso en concreto, por todas las mentiras, los errores –intencionados o no- y difamaciones que le han acompañado desde el minuto cero. De la misma manera que debemos actuar con la máxima firmeza política y legal para con aquellas personas y políticos que sí han sido corruptos, debemos hacerlo para con aquellos medios de comunicación, periodistas, articulistas, tertulianos, opinadores y políticos que han querido aprovechar el momento por rédito mediático y electoral sin medir sus acusaciones en ningún momento.

Es de justicia que entre todos sepamos separar los casos y respetar la presunción de inocencia como uno de los preceptos esenciales de nuestro estado de derecho democrático.

Los políticos son humanos y como todos nosotros tienen familias, amigos y sentimientos. Lazos, relaciones y valores que están por encima de los prejuicios, de cualquier titular y de la política en sí misma.

Ya está bien que todo el mundo diga lo que le viene en gana y quede impune.

De la misma manera que los políticos y empresarios que participan de las corruptelas deben ser sometidos al máximo peso de la ley si se demuestra que han cometido dicha práctica delictiva, deberían responder por sus actos y palabras todos aquellos que sin escrúpulos, de forma despiadada e interesada en la mayoría de los casos han aprovechado la duda para su propio beneficio o simplemente para ajustar cuentas pasadas.

Propongo un ejercicio sincero de reflexión para valorar nuestros actos antes de llevarlos a la práctica, para medir nuestras palabras antes de expresarlas, para reconocer nuestros errores en el caso que los hayamos cometido de forma voluntaria. Y para que paguemos por ellos si estos errores implican prácticas delictivas o son simples difamaciones interesadas, con una finalidad.

Sólo así, entre todos, sociedad, justicia y políticos, y de forma consensuada, conseguiremos prestigiar nuevamente a la política, restañando el desprestigio colectivo de la mayoría de políticos que hoy son señalados, en algunos casos de forma injusta.

No todo es lo mismo ni todos son iguales. Démosle tiempo al tiempo y que la justicia imparta justicia. Es tan fácil como respetar las reglas del juego de la democracia.

Foto portada: Protesta en el último pleno de Sabadell. Autor: David B.

7 Comentaris

  1. Tolerancia zero a la difamación? Lo dices tu, el primero en difamar cuando salen perjudicados los partidos políticos menos el PSC? No se lo cree nadie!

    Como se nota que estas cogido a una silla!!
    Un poco de seriedad hombre!!

  2. Lluís Perarnau

    “Ya está bien que todo el mundo diga lo que le viene en gana y quede impune”. Vés amb compte, Francesc, que et carregues la llibertat d’expressió. Parles de difamació, però qui està tergiversant els fets dient que “no hi ha trama de corrupció” quan l’alcalde està imputat en fins a 9 delictes contra l’administració pública?

  3. Salvador Aymerich

    De la Torre…. i tu ets periodista? ACUESTATE!!!!!

  4. Sembla que l’autor i toca tant com un llangardaix d’aeronàutica; amb defensors com aquests ja els convé un bon advocat ja…

  5. Cristina Noguera

    De la Torre: ja et pots anar retirant uns “centímetres”, també. Comença a raspallar a algú altre i fes-ho ràpid perquè si no et pots trobar que se t’acaba el ‘mòmio’. Ha de ser trist haver estudiat una carrera universitària per acabar convertit en un llepa mediocre.

  6. Sense comentaris, l’autor es supera article rere article. Ell parla de difamació quan els bustistes (dels quals ha de ser el més reconegut per la seva aferrissada defensa del nostre imputat exalcalde) no han parat de difamar contra tot aquell i aquella que no és bustista, fins al punt de voler fer veure que tota l’oposició és ‘el mateix’? Fan entre pena i fàstic.

  7. De la torre tú tenías que haber sido político y te hubieras ahorrado estudiar