‘L’estat de la ciutat (113)’. Independentismo de masas: ilusiones y realidad

L’ESTAT DE LA CIUTAT

A menos de un mes del 9N crecen las fundadas sospechas que la consulta no se celebrará. Aquí se esbozan algunas claves para entender el nuevo independentismo de masas y las posibles salidas políticas al proceso soberanista.

Quizás el principal efecto del proceso soberanista ha sido provocar la unificación ideológica de las clases medias catalanohablantes, seguidos por algunos sectores de la denominada aristocracia obrera. Unas capas sociales atomizadas y despolitizadas que fueron formateadas ideológicamente en el pujolismo donde el catalanismo forjó su hegemonía. Lo hizo con la connivencia de la izquierda parlamentaria, que fue incapaz de plantear un combate ideológico y político contra las tesis del nacionalismo y formular un modelo alternativo de país.

Los medios de comunicación públicos de la Generalitat y los privados afines están jugando un papel clave en este proceso de homogenización ideológica de unas clases medias severamente castigadas por la crisis económica. En efecto, cuando más atomizada está una sociedad, mayor es la influencia de los mass media que funcionan como aglutinante entre los individuos aislados, particularmente cuando éstos desarrollan desde hace años incansables y monotemáticas campañas propagandísticas.

Se difunde un discurso primario que apela a los sentimientos de autoestima y se invoca la supuesta superioridad de Catalunya frente a España, uno de los motivos clásicos del primer catalanismo que contraponía la Catalunya europea e industrial frente a la España africana y agraria. Una retórica identitaria teñida de elevadas dosis de hispanofobia que culpa al Estado español de todos los males que padece el país, ignorando el carácter internacional de la crisis y la responsabilidad de las élites catalanas. Así se ha extendido el independentismo económico, popularizado con la consigna, Espanya ens roba, especialmente dirigido a las capas menos politizadas del movimiento soberanista. Si los recursos propios no fuesen drenados por una Estado parásito –se asegura- Catalunya sería uno de los países más prósperos de Europa.

Asimismo, respecto al tema de la consulta, se invoca una concepción limitada y restrictiva de la democracia, prácticamente reducida al hecho de votar y cuya consigna es el ambiguo derecho a decidir que carece de definición en el derecho internacional. Ciertamente, no existe democracia sin votaciones, pero la democracia es mucho más que votar, implica una serie de requisitos como el gobierno de la mayoría y el respeto a las minorías, la libertad de expresión, la separación de poderes, el cumplimento de la legalidad, el derecho al autogobierno de las minorías nacionales…

En fin, un discurso con muchas características de los populismos de derecha que triunfan en Europa en estos tiempos de crisis económica y deslegitimación del sistema de partidos que guarda notables parecidos con el de la Liga Norte italiana.

Mecanismos de exclusión

El nuevo independentismo de masas se ha convertido en una suerte de moda ideológica entre estas capas sociales. Una religión laica, por utilizar los términos de Hannah Arendt, donde palpita el fondo católico del país poco amigo de herejías y disidencias y que entronca con los orígenes católicos del catalanismo.

Brugué dimitió como miembro de la Comissió de Control del 9N
Brugué dimitió como miembro de la Comissió de Control del 9N

Este movimiento de máxima unificación ideológica comporta su contrario; a saber, la fuerte tendencia a la exclusión de quienes discrepan, tratados de traidores a la patria. Un fenómeno inquietante, típico de los nacionalismos, que reduce sensiblemente el ámbito del pluralismo ideológico y genera una fuerte presión social para sumarse al movimiento para no ser expulsado de la nación.

El linchamiento mediático a que ha sido sometido Joaquim Brugué, por dimitir como miembro de la Comissió de Control encargada de supervisar la limpieza de la consulta al estimar que carecía de garantías democráticas, es sólo un ejemplo de ello.

Pulsiones mesocráticas

El independentismo de masas viene a satisfacer dos necesidades profundas de las clases medias atomizadas. En primer lugar, la pulsión comunitaria, es decir la necesidad de dejar de ser un átomo aislado, de fundirse en una masa, de formar parte de una colectividad superior.

Las manifestaciones del movimiento independentista, particularmente la Vía Catalana y la V de las últimas diadas nacionales resultan una buena muestra de ello. Allí el individuo o el grupo familiar experimentan la cálida sensación de fundirse en la masa y formar parte de un proyecto más amplio. La uniformidad de los manifestantes enfundados en las camisetas rojas y amarillas para formar una enorme senyera en la pasada Diada y la asignación de cada persona a un tramo determinado de la ciudad resulta una expresión simbólica de esta pulsión comunitaria donde el individuo se disuelve para formar parte de un todo.

La Diagonal, durant la V. Foto: ANC
La Diagonal, durant la V. Foto: ANC

En segundo lugar viene a satisfacer el radicalismo típico de la pequeña burguesía con una reivindicación que, en primera lectura, plantea una ruptura ‘revolucionaria’ con el orden vigente. Sin embargo, esta rebelión de las clases medias oculta un fondo conservador, basado en valores tradicionales. Además se trata de una movilización auspiciada desde el poder político y mediático, lo cual remite a categorías de disciplina y orden muy alejadas de las revoluciones o rebeliones impulsadas desde las clases trabajadoras. En realidad, la utopía soberanista es profundamente conservadora, pues no modificaría las estructuras de dominación de la sociedad catalana, excepto en lo relativo a la cuestión territorial e identitaria.

En el movimiento soberanista deben distinguirse dos estratos. Por un lado, un núcleo duro formado por los miembros de la ANC y Òmnium Cultural, muchos de los cuales militantes de CiU o ERC, como Carme Forcadell, que ejercen la dirección sobre el movimiento. Por otro, una masa de aluvión compuesta por estos sectores de las clases medias atomizadas que, en muchos casos, es la primera vez que se implican en la lucha política y que son de una elevada volatilidad.

Unos y otros han construido un universo ideológico de ficción, amplificado por los medios de comunicación afines, donde los deseos se confunden con la realidad. De este modo, se han difundido diversos dogmas de fe que son creídos a pies juntillas por las bases del movimiento. Por ejemplo, la consulta se celebrará sí o sí, la independencia de Catalunya es cuestión de meses, la secesión no supondrá la salida de la Unión Europea, Europa reconocerá la fuerza del movimiento secesionista y recibirá al nuevo Estado catalán con los brazos abiertos y lo apoyará frente a la antidemocrática España, el derecho a decidir es un principio reconocido internacionalmente…

Un conjunto de ideologemas sobre los que hasta ahora no han hecho mella los datos de la realidad objetiva. El nuevo independentismo de masas no parece estar dispuesto a que la realidad cuestione sus planteamientos. Esto contribuye a explicar porqué en el largo proceso soberanista ha sido imposible plantear un debate racional sobre las ventajas e inconvenientes de la separación. Ahora bien, de esta ausencia también hemos de responsabilizar a la actitud cerrada del PP, UPyD y Ciutadans que también se han negado a entablar un debate racional sobre los pros y contras de la separación y se han escudado en la defensa de la legalidad constitucional como único argumento.

Llegados a este punto se plantean numerosos e inquietantes interrogantes sobre los efectos en las bases del movimiento secesionista del choque con la realidad, cuando el principio de la realidad se imponga sobre el principio del placer por usar los términos de Sigmund Freud. El proceso soberanista ha tenido la virtualidad de poner muchas cartas boca arriba respecto a las formaciones políticas, los actores sociales y los grupos mediáticos del nacionalismo catalán. Las ambigüedades estructurales del pujolismo han estallado en mil pedazos. Desde el punto de vista político, ha situado a la federación nacionalista CiU al borde de la ruptura, ha provocado la fractura entre las dos almas del PSC, ha situado en una situación de máxima tensión a ICV-EUiA. De hecho, el único beneficiario del proceso ha sido ERC que expresa la máxima coherencia con la deriva secesionista del nacionalismo catalán. La intelectualidad y el sistema mediático nacionalista también han abandonado las ambigüedades ideológicas y se han puesto al servicio del programa máximo del movimiento secesionista.

Maniobras dilatorias

A la hora de escribir estas líneas reina una gran confusión respecto al futuro de la consulta soberanista del 9N. Desde la suspensión cautelar de la ley y el decreto de convocatoria por el Tribunal Constitucional (TC) crece en Catalunya la fundada sospecha que la consulta no se celebrará.

En estas últimas jornadas estamos asistiendo a toda suerte de maniobras en el bloque soberanista para hallar una vía de escape al callejón sin salida provocado por la suspensión del TC mientras se agrandan las grietas entre estas formaciones. Así se evidenció en las dos reuniones celebradas desde entonces. En la primera, el fin de semana pasado, tras una maratoniana reunión sus líderes comparecieron para asegurar que tenían una hoja de ruta para salvar la consulta que no quisieron concretar. En la segunda, intentaron fallidamente reunirse en secreto y se negaron a informar a la opinión pública del contenido del encuentro. Una demostración de la escasa transparencia en el toma de estas importantes decisiones y un indicio que la unidad del bloque soberanista está a punto de resquebrajarse.

Los magistrados del Tribunal Constitucional. Autor: TC
Los magistrados del Tribunal Constitucional. Autor: TC

Da la impresión que nadie quiere ser el primero en desvelar la cruda realidad y comunicar a la ciudadanía que la consulta no podrá celebrarse. Una desagradable misión que le corresponde a Artur Mas.

Desde el gobierno de la Generalitat se ha tanteado la propuesta de realizar una consulta alternativa organizada por los ayuntamientos, la ANC y Òmnium Cultural. Un planteamiento que ha sido rechazado por ambas entidades independentistas, por ERC e ICV-EUiA. Un sucedáneo de consulta que implicaría una transferencia de la responsabilidad del gobierno de la Generalitat a las administraciones locales y a las dos entidades soberanistas que parece concebida para salvar el prestigio de Artur Mas. Además, podría tener consecuencias muy negativas cara la comunidad internacional ya que la participación sería baja y sólo votarían los independentistas. En realidad, sería una repetición de las consultas soberanistas que se iniciaron en Arenys de Munt.

Mena (EUiA), Herrera (ICV), Junqueras y Rovira (ERC) en el Palau Robert, el jueves.
Mena (EUiA), Herrera (ICV), Junqueras y Rovira (ERC) en el Palau Robert, el jueves.

Descartada esta salida, la única opción razonable radica en la convocatoria de elecciones al Parlament de Catalunya que CiU querría dar el carácter de plebiscitarias. Ahora bien, para que estos comicios tuvieran esta naturaleza tendrían que ir acompañadas de una lista unitaria de todas las formaciones que apoyan la consulta o como mínimo de las dos grandes fuerzas que propugnan la independencia de Catalunya. En el primer supuesto tanto ICV-EUiA como CUP han descartado concurrir en una lista única. En el segundo, resulta improbable que ERC se sume a una candidatura con CiU cuando todas las encuestas le otorgan la victoria si se presenta en solitario; ello sin contar con que posiblemente Unió se negaría a participar con Esquerra en una lista de estas características.

El agotamiento de los plazos legales para convocar la consulta con un mínimo de garantías obligará a que la próxima semana se acaben las maniobras dilatorias y el gobierno de la Generalitat tendrá que definirse. La mínima racionalidad aconsejaría a que la consulta se desconvocase, se disolviese el Parlament y se convocasen elecciones anticipadas para clarificar el panorama. Justamente la escasa racionalidad que ha presidido todo el proceso impide descartar otras salidas.

Aspectos positivos

¿Cuál será la reacción de las bases del independentismo de masas cuando comprueben que la consulta no podrá realizarse? En los sectores de aluvión generará una enorme frustración que podría conducir a algunos a volver al estado de atomización del que partieron, desengañados por el desenlace de una aventura donde los políticos del bloque soberanista no han hecho honor a la palabra dada. No obstante, el núcleo duro no se marchará a su casa y buscará otras vías para avanzar en el camino hacia la independencia.

En cualquier caso, el movimiento nacionalista, ahora bajo la égida del secesionismo, tiene asegurada la supervivencia al menos durante una generación. La intensa movilización ha cristalizado entre amplios sectores sociales que proseguirán con sus reivindicaciones.

No todo son aspectos negativos en el proceso soberanista. A pesar del nefasto inmovilismo del PP, el reto secesionista está obligando a los sectores más conscientes de la izquierda española a plantear una respuesta democrática a las demandas de la mayoría del Parlament de Catalunya y de amplios sectores de la ciudadanía catalana. Una respuesta que pasa como mínimo por plantear una reforma federal de la Constitución de 1978 y pactar las condiciones para realizar un referéndum de autodeterminación.

Foto portada: presentación del dispositivo de la consulta, con la vicepresidenta Ortega, pese a la suspensión cautelar del 9N. Autor: Generalitat.

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