Foto portada: colas en un colegio electoral de Sabadell, este domingo. Autor: David B.

Análisis: ’20D, tres niveles de interpretación’

El complejo resultado de las elecciones generales exige distinguir entre tres niveles de análisis: estatal, nacional y local, estrechamente entrelazados. Aquí solo apuntaremos a las grandes tendencias políticas que se deducen de la jornada electoral.

A nivel estatal el complejo resultado electoral señala el declive del bipartidismo-no tan pronunciado como el vaticinado-  y el inicio de un ciclo reformista cuya profundidad dependerá de la correlación de fuerzas cara a la difícil formación de un gobierno estable. Ahora bien, la crisis del bipartidismo presenta efectos divergentes.

El PP ha resistido mejor de lo esperado y Ciutadans (C’s) no ha conseguido presentarse como la alternativa de centro-derecha capaz de disputarle la hegemonía. Es más, las manifestaciones de su líder Albert Rivera ofreciendo la abstención para facilitar la investidura de Mariano Rajoy profundizan en el perfil de fuerza subalterna al gran partido de la derecha española. Ello podría desembocar en la creciente volatilidad de los apoyos a la formación naranja que, como ha ocurrido en Catalunya, podría ir perdiendo en poco tiempo una parte apreciable de su fuerza electoral. Por el contrario, Podemos y sus marcas territoriales en Galicia, Catalunya y País Valencià, han obtenido un gran resultado que le permite postularse como alternativa hegemónica al PSOE en el ámbito de la izquierda española. Esto no sólo demuestra que se trata de un proyecto más sólido que C’s, sino que aun dispone de espacio para crecer, particularmente si las expectativas reformistas no se ven satisfechas en esta legislatura y el PSOE actuase como un dique de contención al impulso reformista.

Las complejas negociaciones para formar un ejecutivo liderado por Rajoy o por Sánchez determinarán no sólo la duración de esta legislatura, sino hacia un mayor impulso al proyecto de Podemos si no se ven satisfechas las expectativas regeneracionistas del erosionado sistema política surgido de la transición.

Los límites del independentismo

Catalunya ha vuelto a comportarse como la punta de lanza de las transformaciones democráticas y sociales del Estado español, como ocurrió en las dos repúblicas y al final del franquismo. Las fuerzas independentistas, ERC y CDC (sigla ahora ocultada bajo el nombre de Democràcia i Llibertat) han cedido en torno al medio de millón de votos y se han quedado en el 31 por ciento de los votos frente al 39,56 por ciento que obtuvo Junts pel Sí en los comicios del 27 de septiembre. En el otro extremo del arco identitario, C’s ha perdido 245.000 votos y cinco puntos porcentuales y lo que es políticamente más significativo: ceden su hegemonía en el ´área metropolitana de Barcelona a favor de En comú Podem (ECP). Estas cifras deben interpretarse en un doble registro.

Por un lado, estos comicios han vuelto a situar el eje social en el centro del debate político, ocultado por la obsesiva preeminencia del debate nacionalitario, lo cual ha favorecido las opciones de ECP, especialmente en el área metropolitana. Por otro lado, pueden leerse como la respuesta al hartazgo de una parte sustancial de la ciudadanía al callejón sin salida en que se encuentra el proceso soberanista y el rechazo a la perspectiva de un choque de trenes entre los gobiernos español y catalán que plantea la declaración de desconexión del Parlament de Catalunya. La propuesta de un referéndum de autodeterminación para desencallar el conflicto se ha abierto camino frente a la negativa de ERC y DiL que consideran, falazmente, que esta consulta ya se ha realizado, y a la postura cerrada de C’s de negarse a preguntar a la ciudadanía.

De ello se desprende que un sector importante de la ciudadanía prefiere apostar por un proceso de profundas reformas en el Estado español antes que embarcarse en la perspectiva de una separación unilateral encabezada por un líder tan desgastado como Artur Mas.

Desde un punto de vista partidista, estos comicios han señalado el relevo de ERC como fuerza hegemónica dentro del bloque soberanista. Convergència supo esquivarlo el pasado 27S con la candidatura de Junts pel sí. En este sentido, en el complejo panorama catalán queda por despejar qué interpretación hará la CUP de estos resultados electorales en la decisiva asamblea del próximo 27 de diciembre. Para el sector de Endavant, contrario a la investidura de Mas, se leerá como una reafirmación de sus tesis que el independentismo necesita crecer en torno al medio millón de votos y que estos sólo son posibles de obtener por la izquierda en el entorno de los votantes de En comú Podem. Por el contrario, para el sector Poble Lliure, favorable a la investidura de Mas, estos resultados reforzarán sus planteamientos que una repetición de las elecciones comportaría una caída sustancial del voto independentista y en la práctica el final del proceso soberanista. Si dentro del Junts pel Sí existiese un mínimo de racionalidad política ahora sería el momento de retirar la exigencia de investir a Mas y postular otro candidato para facilitar el apoyo de la CUP.

Mandato de transición

A nivel local, la suma de los apoyos a ERC y DiL ha sido seis puntos inferior a los logrados por Junts pel Sí en el 27S y se cifran en un 27 por ciento.

Unos números que refuerzan el análisis que en Sabadell, como en el conjunto del área metropolitana, no existe una mayoría soberanista. Los datos, además, ahondan en la hipótesis siguiente: la actual alcaldía de ERC en la ciudad se explica por una serie de circunstancias extraordinarias que difícilmente se repetirán en el futuro.

En efecto, si el PSC hubiera emprendido la renovación y limpieza del partido tras el caso Mercurio, en vez de apostar por la continuidad con el bustismo en la persona de Josep Ayuso, los socialistas hubieran podido aspirar a mantenerse en la alcaldía. Una tarea pendiente que ahora, con años de retraso, abordará la gestora a punto de constituirse.

Por otro lado, si la coalición entre ICV-EUiA y Podemos se hubiera realizado correctamente se hubieran alzado con una clara victoria en las municipales. Es decir, por un lado sin que los dirigentes de la formación lila hubieran desobedecido el mandato de la asamblea que apostó por ir a las municipales como agrupación de electores y que les costó la expulsión. Y por otro lado, si se hubieran resuelto satisfactoriamente las diferencias entre los dos sectores de EUiA que derivaron en la expulsión del partido de la histórica dirigente del partido Marisol Martínez y la constitución de la candidatura Guanyem Sabadell. Una perspectiva que hubiera favorecido un pacto municipal entre Podemos y la Crida per Sabadell.

Un conjunto de circunstancias que avalan la hipótesis que nos hallamos en un mandato de transición tras el cual se formarán nuevas mayorías dependiendo de si en España se inicia un periodo de reformas constitucionales o por el contrario quedan bloqueadas por el PP y del rumbo que adopte el proceso soberanista en Catalunya, seriamente tocado por el resultado de estas elecciones generales.

Foto portada: colas en un colegio electoral de Sabadell, este domingo. Autor: David B.

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