L’ESTAT DE LA CIUTAT
La renuncia de Manuel Bustos a la alcaldía nos obliga a explorar los escenarios políticos de la salida de la crisis mercurial, pero también a esbozar una primera evaluación del largo periodo que ha estado en el poder (1999-2013)
Han pasado casi tres meses desde el estallido de la crisis mercurial que ha desatado una crisis política sin precedentes. El pasado jueves se representó la penúltima escena de este drama político en tres actos que culminará con la elección de un nuevo alcalde o alcaldesa de aquí a unos días.
Tendríamos que retrotraernos a la huelga general de febrero de 1976 que precipitó la dimisión del alcalde Josep Burrull e inauguró el dilatado periodo de alcaldía accidental de Ricardo Royo hasta las municipales democráticas de 1979 que otorgaron una clara victoria a Antoni Farrés. Pero si entonces fue la movilización política, sindical, cívica y popular quien derribó al alcalde franquista, ahora ha sido la administración de justicia la principal responsable de la caída del alcalde socialista.
La Operación Mercurio desencadenó una dura confrontación política entre el PSC y los cinco grupos de la oposición que condujeron al bloqueo institucional del Ayuntamiento. Los socialistas se encastillaron en la defensa numantina de la inocencia de los cuatro cargos públicos, tres cargos de confianza y dos funcionarios imputados en la presunta trama de corrupción urbanística, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos entre otros delitos contra la administración pública.
Portadas de prensa del día después de la Operación Mercurio. Podéis verlas en Flickr.
En el plano local, el inmovilismo del PSC negándose a depurar las más elementales responsabilidades políticas y cesar a los imputados actuó como un potente cohesionador de los heterogéneos grupos opositores. El conflicto llegó al paroxismo el 7 de febrero, cuando Bustos se reincorporó a la alcaldía, como si no hubiera pasado nada. Una actitud provocadora que no dejaba a la oposición otra salida que la moción de censura.
En el plano nacional, el levantamiento, el 13 de febrero, de la parte del secreto de sumario que afecta al diputado Daniel Fernández y la inminencia de la moción de censura acabaron por decidir a la dirección del partido a retirarle su apoyo. Tras una larga reunión con Pere Navarro, primer secretario del PSC y ex alcalde de Terrassa, Bustos comunicó el 14 de febrero a los medios de comunicación su dimisión como alcalde, que no formalizó hasta el 18, aunque conservando el acta de regidor. Poco después, el edil imputado Ricard Estrada dimitía, abriendo la primera grieta en la táctica del negarlo todo del asediado equipo de gobierno.
Salidas políticas
El pleno extraordinario de renuncia del 21 de febrero oficializó el fin de la era Bustos y ayudó a clarificar el complejo panorama político.
El ex alcalde entonó su despedida, reivindicó su obra de gobierno y proclamó su inocencia. Aseguró que se iba de verdad y que no interferirá en la gestión de la persona que le sustituya. El tono gris de su breve alocución parece avalar esta promesa.
En el turno de cinco minutos de los portavoces, EUiA, Entesa y en menor medida el PP se mostraron partidarios de continuar en la misma línea, sin descartar la moción de censura, hasta que cesen de todos los cargos públicos y de confianza imputados en el caso.
Por su parte, CiU e ICV optaron por conceder un condicionado margen de confianza al candidato/a socialista a la alcaldía. Carme García fue algo más allá y ofreció su colaboración en la gobernabilidad del municipio, siempre que el nuevo alcalde/alcaldesa emprenda la imprescindible tarea de regeneración democrática, la limpieza de la administración local y apueste por “políticas de izquierda” para afrontar la grave crisis económica y social que experimenta la ciudad.
Por tanto, la oposición no presentará un candidato alternativo y el sucesor de Bustos saldrá de las filas socialistas.
Fase de transición
Lógicamente, el PSC tiene prisa por cauterizar la crisis y elegir rápidamente al nuevo alcalde/alcaldesa, probablemente antes de agotar el plazo legal de diez días. Una decisión que será producto de la compleja negación entre el grupo municipal y la dirección del partido. Hasta la fecha se barajan cuatro nombres para ocupar el cargo: Juan Carlos Sánchez, Marta Farrés, Ramon Burgués y Montserrat Capdevila, aunque los dos primeros sean quienes cuenten con mayores posibilidades.
Más allá de la persona elegida, el nuevo alcalde/alcaldesa deberá realizar las impostergables tareas de regeneración democrática y limpieza de la administración municipal. La primera prueba de fuego será la ratificación de los tres cargos de confianza imputados, entre ellos Montse Costa, pareja del ex alcalde, que cesaron automáticamente con la renuncia de Bustos. Si el sustituto/a de Bustos los volviese a nombrar, reactivaría la unidad de acción del bloque opositor y el mecanismo de la moción de censura. Una situación que revela el estrecho margen de maniobra del nuevo equipo de gobierno socialista, sujeto a la estricta supervisión opositora.
La investidura del sustituto/a de Bustos abrirá una fase de transición hasta las municipales del 2015, cuando previsiblemente el electorado pasará factura al PSC por Mercurio. Así, el apoyo de ICV desde fuera del ejecutivo local en este periodo podría allanar el camino para futuros pactos de gobierno entre socialistas y ecosocialistas como los que funcionan desde hace años en la vecina Terrassa.
El legado de Bustos
Ciertamente, nos falta perspectiva histórica para realizar una evaluación rigurosa del periodo de Manuel Bustos al frente de la alcaldía (1999-2013). Sin embargo, esta es la tarea intelectual que nos viene impuesta y de la que ofrecemos un primer esbozo.
El ascenso de Bustos se produjo en el contexto de una profunda crisis política y de liderazgo de ICV que había gobernado la ciudad durante dos décadas (1979-1999) y en un momento de cambio del ciclo económico.
El carismático alcalde Antoni Farrés había anunciado que no optaría a la reelección, tras confesarse “desubicado” políticamente tras la ruptura entre IU de Julio Anguita e ICV de Rafael Ribó. En ese contexto, se fundó Entesa per Sabadell como plataforma cívico-política donde pudiesen convivir los fragmentos del PSUC e independientes de izquierda.
El joven candidato socialista supo jugar muy bien sus cartas, presentándose como la alternativa de cambio frente a Mª Dolors Calvet, de la generación de la Transición, y que encarnaba la continuidad con el farresismo. Bustos representaba una nueva generación, procedente de los barrios castellanohablantes de la inmigración. Si Farrés pertenecía a una de las familias de la burguesía local, estrechamente vinculada al Banc Sabadell, él provenía de las oscuras filas de la clase trabajadora.
Entonces, el PSC de Sabadell contó con el inestablemente asesoramiento político de Carlos Navales, reciente y prematuramente desaparecido, que planteó una inteligente estrategia mediática y discursiva en la reñida campaña electoral de 1999. Las urnas arrojaron, contra pronóstico, un empate a diez regidores entre Bustos y Calvet con la ligera diferencia de 99 votos a favor del primero. CiU con 4 ediles y ERC, que entraba por primera vez en el Ayuntamiento con un concejal, tenían la llave de la gobernabilidad.
Tras una ronda de intensas negociaciones se impuso la lógica de la alternancia. Bustos fue investido alcalde con el apoyo de CiU y ERC con quienes formó un gobierno de coalición. A finales de año este ejecutivo se ampliaba tras la ruptura entre ICV y Entesa. Paco Fernández, único regidor de Iniciativa que se fue de Entesa y ahora dirigente local del PSC, se integró inmediatamente en el equipo de gobierno cuatripartito.
El mito del alcalde charnego
La investidura de Bustos rompía con un innombrable tabú político y social teñido de xenofobia. Por primera vez, un charnego accedía a una alcaldía que, desde la época de Marcet, parecía reservada, como un título de propiedad, a fabricantes (Llong, Burrull y Royes) o hijos de fabricantes (Farrés).
Durante su primer mandato Bustos se aposentó en el poder y en los comicios del 2003 obtuvo una resonante victoria electoral con 15 regidores, entre ellos su hermano Paco, y la mayoría absoluta. El PSC ganó en todos los distritos, incluido el Centro donde se impuso a CiU, cosa que no lograba ni Farrés. Un dato que venía a demostrar que el tabú se había roto y que las clases medias del Centro aceptaban un alcalde charnego. Incluso se le perdonó que, como se difundió en la campaña electoral de 1999, hubiera falsificado los datos del padrón para matricular a uno de sus hijos un colegio público.
El poder absoluto
Con la mayoría absoluta Bustos se quitó la careta y se emborrachó de poder. En el plano político, reeditó un ejecutivo de gran coalición (PSC, CiU, ICV y ERC) con 23 de los 27 concejales en el equipo de gobierno. En la práctica, sólo contaba con la oposición de los 2 ediles de Entesa. Los otros dos del PP, a través de Andreu Gil, entonces pareja de Montserrat Costa, jefa del gabinete de alcaldía y actual compañera sentimental del ex alcalde, estaban satelizados, en la prehistoria de unas estrechas y turbias relaciones político-empresariales que culminarían con la trama de Jordi Soriano.
El plan consistía en gobernar sin oposición, contraviniendo uno de los principios básicos de la democracia; a saber, en todas las instituciones representativas debe existir un gobierno legítimo y una oposición fuerte que fiscalice su actuación.
En el plano social se extendió el método de anudar relaciones clientelares con las entidades cívicas, los notables y los “líderes de opinión” de la ciudad, Al mismo tiempo, se ejercía un estrecho control de los medios de comunicación locales y se construía un poderoso aparato de propaganda, dirigido con mano de hierro por Montserrat Costa que apartó a Navales de sus funciones de asesoramiento político.
Bustos trasladó a la ciudad los mecanismos de fidelización clientelar que tan bien le habían funcionado en el partido desde que, a principios de los 90, asumió el grado de gran capitán de la federación del Vallès Sur de la mano de Josep Maria Sala. A través de estos métodos caciquiles se rodeó de una militancia de adhesiones inquebrantables, donde no existían ni voces ni sectores críticos y todos le debían algún favor.
La resistencia
Afortunadamente, esta estrategia de poder absoluto sobre la ciudad chocó con los sectores sanos de la sociedad civil. A principios de este mandato estalló el caso Bemba donde se estrenó la unidad de antidisturbios de la Policía Municipal al mando de Paco Bustos, poco después se produjeron las movilizaciones contra la tasa de basuras impulsadas por la Federació d’Associacions de Veïns. Sin apenas mediaciones políticas, los menores conflictos adquirían el carácter de enfrentamiento frontal con el alcalde y su gobierno de gran coalición, polarizando a la opinión pública en torno a un estilo de gobierno populista y autoritario.
La crisis de la pegatina, que estalló a raíz de la detención de un menor por la Policía Municipal por pegar los adhesivos Estil Bustos, no gràcies, precipitó todas estas contradicciones. Primero CiU, poco después ICV-EUiA y ERC, presionados por sus bases, abandonaron el macroejecutivo local. El PSC asumía en solitario el gobierno tal y como correspondía a su mayoría absoluta.
CiU e ICV-EUiA se vieron inmersas en un traumático proceso de depuración de dirigentes como Pere Obiols (CDC), Francesc Xavier González (UDC) o Paco Fernández (ICV) que habían apoyado a Bustos y que fueron sustituidos por Carles Rossinyol, Antoni Font y Carme García, funcionaria del Ayuntamiento de Sabadell en excedencia, ex regidora de Sant Quirze del Vallès y recién llegada del Congreso de los Diputados. En ERC las cosas fueron más suaves, Josep M Civis abandonó discretamente la escena política local, catapultado al tripartito, siendo sustituido por Magí Rovira, ex alcalde de Sant Llorenç Savall.
En las municipales del 2007 el PSC perdió dos regidores y la mayoría absoluta, a favor de CiU e ICV cuyo electorado parecía premiar la ruptura con el bustismo. De esta forma se restablecía la lógica democrática de poder/oposición que el equipo Bustos había intentado soslayar.
La burbuja inmobiliaria
El ascenso de Bustos coincidió con un cambio de ciclo económico basado en la construcción y en el crédito hipotecario irrestricto que ha conducido a la actual crisis financiera, a la recesión económica y a la desaparición de Caixa Sabadell, una entidad con siglo y medio de historia y muy arraigada en la ciudad, absorbida por el BBVA. Tanto es así que en torno al 20 por ciento del actual parque de viviendas se edificó en este periodo.
En la década de 1990, el equipo Farrés fue consciente de la crisis terminal de la ciudad-fábrica y buscó la alternativa en la redefinición de Sabadell como un potente centro comercial y de servicios comarcal -cuya expresión urbanística es el Eix Macià- junto a la especialización industrial en las tecnologías digitales. Una apuesta estratégica que no acabó de funcionar.
A los meses de la investidura de Bustos y en los primeros compases de la burbuja inmobiliaria, su tío materno Melquíades Garrido accedía a la presidencia del Gremi de Constructors y, en calidad de tal, era nombrado en el 2000 vocal de la empresa municipal de vivienda VIMUSA. Los turbios negocios de los socios de Garrido con el Ayuntamiento de Sabadell y la Federació de Municipis de Catalunya (FMC), ambas presididas por su sobrino, fueron denunciados por ICV-EUiA en la campaña de las municipales del 2007 y avalados por la investigaciones periodísticas de El País y El Punt que apuntaban al Centre d’Esports Sabadell como una de las conexiones de la trama. Unas informaciones que le obligaron a dimitir de VIMUSA, pero no así del Gremi de Constructors y de sus negocios por los que deberá responder ante los tribunales.
Desde el principio de su mandato el alcalde socialista, en sintonía con la fiebre constructora, impulsó grandes proyectos. Algunos fallidos como el Palacio de Exposiciones del Eix Macià, el Zoo, la Ciutat de la Musica o el complejo museístico del Vapor Turull; otros materializados como Fira Sabadell, la ampliación del Cementerio (ambos bajo sospecha) o la Pista Cubierta de Atletismo. Su última gran apuesta ha sido el parque empresarial de Sant Pau de Riu Sec concebido originariamente como un polígono industrial que ha devenido una macroárea comercial y cuya promotora Vantoureix está a punto de la suspensión de pagos.
La pesada herencia
Tampoco en la gestión económica el balance de la era Bustos se presenta favorable. El pasado marzo se aprobó el plan de ajuste exigido por el ministerio de Hacienda para financiar el crédito para afrontar a los casi 25 millones de euros de facturas impagadas. De este modo supimos que Sabadell está en tercera posición de morosidad por habitante, entre los diez mayores municipios de Catalunya.
Sin duda una pesada herencia, en un contexto económico depresivo, que abre numerosos interrogantes sobre el futuro de la ciudad y que exige una urgente y quirúrgica operación de regeneración democrática.
Bravo Antonio!
Saps que en moltes coses discrepem, i em sembla que poder discrepar amb educació (i potser un punt de xispa i mala bava i tot!) és sa i estranyament democràtic, avui, però imprescindible per sortir del marasme i la brutícia en què han convertit la política.
Per això m’ha interessat i admirat, aquesta exposició de com una tropa de mediocres capitanejats per un mediocre ambiciós han acabat empastifant a vida sabadellenca i hipotecant el seu futur. És, de veritat, un treball exacte, precís, clar i estupendo.
He tingut la impressió de tornar a llegir un article periodístic dels d’abans, que avui ja només es llegeixen de tant en tant.
Felicitats, doncs, per la lliçó.
I, sobretot, a qui correspongui: feu conèixer aquesta lúcida i precisa anàlisi a tothom!
Apreciado Antonio Santamaria, me permito tutearte porqueal margen de que nuestras ideas políticas, sean muy distantes, creo que en el trancurso de los años que he estado de portavoz en el Grupo Municipal dep PP, hemos tenido infinidad de encuentros y conversaciones.
Manteniendo estas diferencias politicas, si debo decir porque asi lo creo que personalmente siempre nos hemos tenido un respeto/aprecio que nos ha permitido más de una conversación.
No voy a entrar en la valoración total del escrito aqui publicado, aunque si reconozco que es un trabajo muy meditado y trabajado a su vez.
Pero con la sinceridad que siempre he intentado tener hacia tu persona, debo manifestarte mi desacuerdo por tu comentario en el punto EL PODER ABSOLUTO, citas en el mismo a un ex.c ompañero de partido, Andreu Gil, del cual despues de hacer la aclaración de que tuvo por compañera sentimental, dices “estaban, refiriendote a los dos regidores, satelizados en la prehistoria de unas estrechas y turbias relaciones político-empresariales que culminarían con la trama de Jordi Soriano.
Al respecto mi desacuerdo, primero porque desconozco si estaban satelizados en un no se que. Ni me va ni me viene. Pero si que no estoy nada de acuerdo que se me vincule con una continuidad de sus actividades, ni buenas ni malas, y mucho menos cuando dices LA TRAMA DE JORDI SORIANO. Antonio, no tengo ninguna trama, no he encabezado ninguna, ni soy el supuesto jefe de una trama de corrupción. Este es un tema que algún día espero podamos comentar, pero como buen periodista y analista que eres y conocedor de lo que esta sucediendo, y poseedor de buena información, me sorprende desvirtues un escrito que contiene una buena dosis de verdad y realidad, con este añadido. Algún dia me gustará esa conversación, para que me des tu opinión de porque se inicia este sumario a raiz de un falso empresario arrepentido, ex.empleado del Ayuntamiento que se dirige a la fiscalía acompañado de un representante político mostrando arrepentimiento. No podría haber ido solo si su historia es cierta? Sabes el trato que se le ha dado a él, a diferencia del resto de imputados, y me refiero a los que realmente lo hemos sufrido algunos empresarios y yo que por lo menos en mi caso estuve detenido más de las 72 horas que marca la ley y que somos los únicos que se nos aplico medidas cautelares.
Un abrazo y hasta pronto.